Laura Sarabia mano derecha de Petro
Foto: Cristian Garavito

Desde que Gustavo Petro llegó al poder, Laura Sarabia siempre ha estado en el encuadre, a su lado, unos pasos atrás. La poderosa jefa de Gabinete, quien ha sido la sutil mano ejecutora, sale hoy del gobierno involucrada en un truculento caso de escuchas ilegales, interrogatorios dudosos y un hurto de un maletín con dinero.

Menuda, seria y con una irradiante sonrisa a ratos, Sarabia, de 29 años de edad, se convirtió en muy poco tiempo en la persona de confianza de Petro, un político que se caracteriza por no tener demasiados en quien confiar.

En estos diez meses le han reconocido su profesionalidad y su valía en un gabinete que supera los 50 años de media de edad. Siempre apuntaba, sentada a su derecha, cuando Petro elucubraba propuestas, se encargaba de que todo lo que pidiera el presidente estuviera listo y hacía intermediación con los ministros.

Era la única que tenía acceso directo al despacho presidencial y el enlace con los ministros ante un presidente parco en el trato, así que fue ella quien llamó a varios de ellos para comunicarles su salida y ha puesto orden en la discordia.

Hoy ha sido Petro quien la ha despedido a ella, pero lo ha hecho con cariño: «Mientras se investiga, mi funcionaria querida y estimada y el embajador en Venezuela se retiran del gobierno para que desde el poder que implican esos cargos no se pueda tener siquiera la desconfianza de que se va a alterar los procesos de investigación».

Caso digno de serie

En las últimas semanas, la discreta Sarabia ha ganado relevancia con artículos elogiando su gestión. «Es de las personas más jóvenes aquí y de las que más liderazgo tiene en mi país», dijo Petro ante la OEA en medio de los saludos protocolarios después de decir su nombre y con una sonrisa de orgullo.

Sin embargo, esta popularidad y reconocimiento ganado a base de trabajo se ha visto empañada esta semana por un caso digno de serie televisiva y donde las dudas y procederes recuerdan prácticas duramente criticadas en otros gobiernos y en etapas oscuras del país.

El sábado se conoció por una publicación de la revista Semana que a la niñera de Sarabia, Marelbys Meza, se le acusó en enero de hurtar un maletín con una suma no precisada de dinero. Cuando la alta funcionaria supo del hurto, Meza resultó trasladada a las instalaciones del palacio presidencial donde la interrogaron y sometieron a pruebas polígrafo sin una orden judicial.

Hasta ahí, el escándalo era por el posible abuso de poder del Estado para tratar de aclarar un asunto particular, pero entró en el radar su anterior jefe y la persona que la metió en política: el embajador en Venezuela, Armando Benedetti, a quien se le atribuye gran parte del éxito electoral de Petro.

Sarabia trabajó con Benedetti ejerciendo un papel similar al de ahora con Petro, pero el presidente decidió quedarse con ella. Mientras que a Benedetti -un lobo político que no cuenta con la mejor fama ética- lo mandó a Caracas.

Un reporte del periodista Daniel Coronell dice que Benedetti se cansó y trató de pedirle un puesto con más poder a su antigua empleada, a quien justamente también le «transfirió» a Meza como niñera.

La historia dio un nuevo giro cuando este jueves la revista Cambio reveló que Meza no solo la interrogaron sin orden judicial sino que su teléfono resultó interceptado por la policía, que usó como fachada una operación contra la banda criminal del Clan del Golfo en el departamento del Chocó.

Espíritu militar

Aún queda la duda de quién ordenó esas escuchas ilegales, de las que parece que solo se iba a beneficiar Sarabia, quien por otro lado tiene un bagaje militar.

Nacida en Bogotá, el 20 de marzo de 1994, es hija de una funcionaria y su padre es militar, por lo que se crió en dependencias castrenses y con una estricta educación.

Se considera una persona muy católica y quiso de hecho ingresar al servicio militar, pero finalmente estudió Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Universidad Militar Nueva Granada.

Su mayor experiencia política fue como asesora en la Unidad de Trabajo Legislativo del senador Benedetti, así como asesora política del Partido de La U, al que pertenecía el ya exembajador.

Creía que después de la campaña en la que Sarabia le llevó la agenda a Petro embarazada de su primer hijo, cuyo nombre, Alejandro, el propio Petro sugirió, se iría a Caracas, pero su destino cambió cuando el presidente decidió tenerla cerca.

Ahora la retira, quizás de forma temporal, a la espera de que se aclare un turbulento caso que ha hecho caer a la que era la mujer más poderosa de Colombia.


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