Alberto Núñez Feijóo
Foto: MIGUEL RIOPA / AFP

Alberto Núñez Feijóo, gran favorito para convertirse en el nuevo líder de la derecha española, hizo oficial este miércoles su candidatura para presidir el Partido Popular (PP), en plena guerra fratricida en la principal formación de la oposición.

Con grandes apoyos en el partido, el presidente de la región de Galicia (noroeste) es de momento el único candidato para el puesto.

«Porque me siento preparado, porque creo que puedo, junto a un partido unido, lograr el objetivo que tenemos, y porque estoy convencido, pido vuestra autorización para presentar mi candidatura a la presidencia del Partido Popular», anunció desde Santiago de Compostela (noroeste), aclamado por sus compañeros.

Feijóo tendrá la misión de cerrar la guerra interna

Este político de 60 años de edad, presidente de Galicia desde 2009, es el gran favorito para ser nombrado como el sucesor de Pablo Casado, quien acabó perdiendo el control de un partido sacudido por los conflictos internos, durante el congreso extraordinario que se celebrará en Sevilla el 1 y el 2 de abril.

En caso de resultar elegido por los afiliados, Feijóo tendrá ante sí la misión de cerrar la guerra interna, frenar el ascenso del partido de extrema derecha Vox y llegar a las próximas elecciones -que tendrán lugar en casi dos años- con un liderazgo sólido para plantar cara al líder socialista y presidente del gobierno, Pedro Sánchez.

Casado, de 41 años de edad y líder del PP desde 2018, perdió el respaldo de gran parte del PP en unos últimos días frenéticos y aceptó ser reemplazado tras arrojar sospechas de corrupción sobre la política más popular de la formación, Isabel Díaz Ayuso.

El ahora líder caído pidió explicaciones a la presidenta de la Comunidad de Madrid por un contrato de venta de mascarillas a la región del que se benefició su hermano.

Díaz Ayuso salió al paso de las acusaciones, negando cualquier irregularidad y acusó públicamente a Casado de querer destruirla, lo que provocó un aluvión de críticas y deserciones entre los altos cargos del partido, que acabaron dejando solo a un líder cada vez más debilitado.

«Siento la reacción que he tenido que sufrir (…), siento que no la merezco», dijo Casado a sus colegas este martes, durante su despedida, en alusión a la crisis que acabaría costándole el puesto.


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