El Caracazo, febrero de 1989

Continuación de la intervención del ministro de la Secretaría de la Presidencia, Reinaldo Figueredo Planchart, en el Consejo de Ministros Extraordinario del 8 de marzo de 1989, relativo a la aprobación del Programa de Ajuste Estructural, vinculado al tema de la deuda externa y el acuerdo con los acreedores, el FMI y el Banco Mundial.

La primera parte se publicó hace 15 días: https://www.elnacional.com/opinion/un-hecho-historico-hace-32-anos/

Presdiente, usted tendrá, en su gobierno, que tomar decisiones pronto en cuanto a la deuda. En la forma como empezamos a manejar el tema de la deuda a partir de enero y febrero, aun cuando la ministra de Hacienda no ha autorizado el pago total del compromiso que hemos adquirido, ello significaria una erogación por parte del Estado venezolano en lo relativo a la deuda pública de casi 400 millones de dólares, 360 millones o algo así, lo cual es un porcentaje importante por cancelar, y se le solicitó a la banca un aplazamiento  del pago de capital, por unos meses más.

Estamos hablando de 400 millones y estaría ingresando por concepto de crédito puente esta semana que viene 470. Esto tiene que ver con la deuda que estamos articulando. He sostenido, presidente, que en la fase donde se tenga que negociar, la cual no podría pasar de unos seis meses, es dificil pensar que uno pueda resolver una negociación de esta naturaleza en menor tiempo, no debería haber una sola erogación de dólares por parte nuestra. Creo que en esto hay unanimidad.

He sostenido la tesis que incluso en el manejo de la deuda, deberíamos bolivarizar la deuda. Bolivarizar la deuda significa varias cosas. Entre otras, tendríamos que hacerlo en forma unilateral. Esto modificaría la actitud de la banca hacia nosotros. Algunos lo interpretarían como una moratoria de Venezuela y sacarían inmediatamente a relucir el ejemplo de Brasil. Yo lo interpreto, y hemos solicitado opiniones jurídicas en Estados Unidos con bufetes competentes, como un simple desfase del pago de interés, buscando una situación de alta volatilidad del cambio en Venezuela para que hubiesen factores que trabajasen a favor del bolívar y no en contra del bolívar.

No es el caso detallarle el esquema, pero la insistencia que le he señalado a usted y a un grupo de sus asesores más reducido es que frente a la emergencia que tenemos y frente a las circunstancias muy particulares y a los hechos dramáticos de Venezuela y de Caracas en particular, que conmovieron a la opinion pública en Estados Unidos, en Europa y en Japón, no podemos seguir actuando sencillamente con un esquema técnico voluntarioso. Al contrario, deberíamos valernos de ese escenario para incluso dramatizar algunos puntos e intentar lograr algunos resultados más favorables, cualquiera que sea el esquema que nos vayamos a sentar a negociar con los paises industrializados, con los gobiernos industrializados y con la banca acreedora.

Sé que usted, en ese sentido, tiene una percepción clara de valerse a distancia. Insisto mucho en este aspecto porque pienso que tiene una inmensa relevancia. Por eso medité tanto sobre el problema de la deuda y le señalé que hubiese previamente una definición del gobierno, ya no sobre el programa que en sí tiene mucha importancia en su aplicación, sino una definición del gobierno sobre las opciones del manejo de la deuda.

No se puede estar manejando en función del programa que significa en sí un diálogo diferente, la moción, por ejemplo, de un hecho más dramático y quizás más peligroso. Posiblemente soy el único que piensa que hemos puesto la carreta delante de los bueyes.

Usted le ha escrito al presidente de Estados Unidos, cumpliendo un mandato de los presidentes del Grupo de los 8. Se ha hablado con el presidente y vicepresidente de Estados Unidos, solicitándoles que es necesario apelar a este recurso, en una forma dramática. No es porque queramos especular acerca de los trágicos sucesos y de los muertos que hubo, sino porque es una realidad. Sería una cosa lamentable que no hagamos uso de esta opción.

Ahora, con relación a las medidas, presidente, los objetivos son muy claros. Creo que no hay nadie aquí que diga que no son congruentes entre sí, sino que se retroalimentan, que no persiguen su equilibrio. Porque eso es como el agua, son vasos comunicantes y por ende mantienen todos su nivel. Pero las esclusas establecen que el agua suba más o menos, con la consecuencia de que si están al borde, cuando se están llenando, podría ser malo para los que están a cierto nivel de cota. Eso es lo que nos está ocurriendo ahorita en términos del manejo social, del manejo político.

En materia de estos objetivos de política cambiaria, lo que significa la unificación, un cambio total, más un cambio inestable, porque ello va a ser inevitable, a mi modo de ver no hay mucho que decir.

Creo que las circunstancias estarían ahora como para establecer un control de cambio. Desde luego, cualquier control de cambio quiere decir colapsar todo el modelo, incluso buena parte de la credibilidad, aun cuando diría que no toda la credibilidad.

Entonces ¿hay modalidades intermedias? Sí las hay. Fue esta objeto de un planteamiento que se hizo con relación a la cesta básica. Podía establecerse un anclaje en materia de cambio, donde para una cantidad de 1.000 a 1.200 millones de dólares se podría establecer un cambio de bolívares 22 o 23. Esto fue un planteamiento que hizo Gustavo Roosen en una reunión. Aun cuando después convinimos en que el problema central podía perseguirse a través del otorgamiento de subsidios y de un mecanismo de opción de mercadeo que cumpliera funciones de existencia estratégica y existencia reguladora.

Se estaría escogiendo un camino para atender el problema específico, operativo, frente a lo que dijo el ministro del Fondo de Inversiones, lo que dijo Ruth de Krivoy y otros: que no hay credibilidad en la capacidad de poner en práctica ni este ni ningún otro modelo. La capacidad gerencial está muy afectada y si vamos a aplicar, mejor, la política de “schock”, porque después de que uno ya rompió la vasija ya no hay forma de pegarla con esos remiendos, porque ya no hay vasija. Son estos elementos importantes de considerar.

He sostenido el criterio, sin querer jugar a aguafiestas, de que es necesario tener algunos anclajes, de los cuales seguramente hablará la ministra de Hacienda. Pero debo decir que soy el único que he mantenido este criterio y lo traigo a colación porque me angustia profundamente el hecho de no tener un punto de referencia o de alternativa.

Una cosa es liberar el cambio en su totalidad, una cosa es liberar la tasa de interés, otra cosa es liberar los precios dentro de esta política y otra cosa es que el Estado, que es el principal factor, no solamente porque nunca pierde sus facultades dentro del Banco Central de utilizar la política monetaria ni tampoco Hacienda la de aplicar la política fiscal entre otras, ni tampoco el gobierno de intervenir, suspendiendo las garantías  y otras medidas, de ser necesario, en función de atender los desajustes profundos que puedan llevarnos hacia mayores crisis; sino porque el Estado es el principal capitalista que tiene la economía venezolana. Y ya sabemos que hay dudas con relación al sístema de liberación, porque no estamos hablando de un mercado atomizado donde podrían jugar la oferta y la demanda dentro del sacro santo equilibrio del mercado, las cuales en principio establecen las políticas neoliberales. Hay muchos oligopolios, muchos monopolios y no todos actúan en forma conscientes para realizar este viraje, algunos sí.

Entonces ¿por qué el Estado -y es esa la pregunta que yo me hago- no solamente se acoge a este enfoque, que todos reconocemos que es por necesidad, sino que se va a inhibir y va a ser seguidor de uno marcador?

Escuché con atención lo que decía la ministro de Hacienda, cuando sostenía que era necesario introducir algunos correctivos que eran de fondo. Esos correctivos de fondo van a tener problemas cuando el ministro Rodríguez tenga que ir a explicarles a los señores del FMI y a los que están aquí del Banco Mundial que eso no es exáctamente lo que está previsto en el esquema.

Entonces, dejemos en claro que este esquema va a sufrir muchos cambios y por lo tanto, su mismo proceso de aplicación va a ser objeto de interrupciones y de desasosiego.

El esquema, como se decía, no se  puede demorar, porque requiere de la simultaneidad de la criatura. Esa es la característica fundamental del programa. Miguel lo ha dicho una y otra vez. Si se piensa en la cuota 55  de tasas de interés o de 50, es porque si no, no vendrían los capitales, sucedería esto u lo otro, pero es la simultaneidad .

Como economista , aún cuando tengo bastante tiempo que no lo practico en la forma como lo están haciendo otros colegas aquí, comparto buena parte de lo que se dijo acá de que hay matices. Hay diferencias importantes.

La realidad del enfoque -y no lo digo yo, que por cierto dentro de las corrientes de economistas no soy de los del enfoque monetarista sino más bien estructuralista; lo dice Ruth de Krivoy en uno de sus análisis muy interesante- es que hay una subestimación profunda del impacto inflacionario de estas medidas contenidas en el programa, situadas entre las cuotas señaladas por Miguel Rodríguez 15 días atrás.

¿Cómo serán ahora, con los sucesos que acaban de suceder? Con un agravante, que con esta cuota, que van a ser intepretados por los agentes de economía, el efecto recesionista que tiene esta política de ajustes quizás puede superarlas ya, por los magníficos criterios con los que arranca lo expuesto por Miguel Rodríguez en el Congreso y en otras partes donde le ha tocado evidenciar que Venezuela es distinta al resto de las economías de la América Latina, porque tiene un sector público, excedentario en materia de divisas y por tanto sería beneficiario de este aumento y  facilita el ajuste que será objeto la economía del país.

De toda esta explicación uno puede entonces deducir que el 7 1/2% del deficit que existe en parte fiscal y tributaria al 3% que señala será lo que se va a lograr en este año, aumentando los gastos corrientes o recursos a disposición del país, tengo otra vez dudas de cierta importancia.

Aquí se ha expuesto y afuera también, que la política que se aplicaría sería una de dos opciones: una de “shock” frente a una política “gradual”. Me pregunto si el criterio es simplemente el de las deficiencias instrumentales las que nos llevan hacia una u otra de estas. O, simplemente lo que se llamaría ¡“cortar amarras”! o ¡“quemar naves”! Estamos casi en lo que se llama ¡“patria o muerte”!

Y aquí me asalta una duda que Carlos Blanco también destacó. Es si no habrá una sobreestimación, presidente. Estoy hablándole con el corazón en la mano .. una sobreestimación de su liderazgo y una subestimación de la capacidad de reacción social y de reacción política. Carlos Blanco dijo que usted está solo y que el gobierno está solo.  Usted no está solo. Matizaría esto diciendo que asistí al comité político del partido donde usted obtuvo el respaldo pleno, no diría que entusiasta, pero ciertamente fue un respaldo pleno.

Y si usted, como entiendo lo va a hacer, aprueba el programa, cada quién tendrá que definir, como usted lo dijo, cuál es su posición. Prefiero decirle, yo no lo acompaño, con toda claridad. O si uno lo acompaña, siendo esta la posición del gobierno, uno tendrá que mantener esa posición en público y reservarse, en lo personal, la posición particular privada. Deberá mantenerse en esa línea oficial, porque eso sí es importante. Yo me debato en ese nivel.

La ministra de Ciencia y Tecnología……

 


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