Han pasado 20 años ya de unos acontecimientos históricos sobre los cuales se ha especulado hasta la saciedad. Construídos todo género de castillos de naipes y destruido sin contemplación alguna lo bueno y lo menos bueno de la tan difamada cuarta república –ciertamente democrática– de Venezuela, intento corregir sus propios yerros.

Aun cuando se dice que “20 años no es nada”, es conveniente referirse con propiedad y autenticidad, para subrayar posiciones justificadas o no, bajo perspectivas históricas ajustadas a la realidad. Se estimularía así lo que en nuestro país no hacemos ya desde hace más de 12 años. Revelar los hechos no es vergonzoso, siempre y cuando se haga tal como se produjeron y bajo el contexto que sucedieron.

Iniciar un proceso de transparencia puede ser de utilidad para quienes se empeñen en conducir los destinos de nuestra patria maltrecha. Al margen de las motivaciones de los unos o de los otros, ciertamente la “venezolanidad” o como se le quiera tildar, se ha visto diluída, para algunos incluso traicionada. El producto de querellas y confrontaciones nos divide en lo más profundo de lo que fuimos o hemos intentado ser, con sobresaltos, a través de nuestra historia patria.

Son varias las razones que me inducen a iniciar un breve ejercicio de exponer, en forma de Verbatin, actos de gobiernos del pasado, cada vez que cuente con elementos que lo certifiquen. Cuando ello no esté a mi alcance, procuraré explayarme, valiéndome de recuerdos de sucesos en los que de una manera u otra tuve participación activa. Ojalá esto estimule a quienes denigran de todo cuanto se hizo en democracia y sirva para exponer sin reservas lo que se hizo, el porqué y el contexto dentro del cual se realizó.

Esta primera entrega tiene que ver con el Consejo de Ministros Extraordinario del 12 de marzo de 1989. Se examinó y aprobó en esa oportunidad un programa de ajuste estructural de la economía venezolana. Vinculado este con el tema de la deuda pública externa y privada del país, sin lugar a dudas tuvo consecuencias determinantes en lo que le sucedió al presidente Pérez y a su gobierno en su segundo mandato. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con lo que se decidió en esa oportunidad y las opiniones vertidas por los ministros que participaron en ese Consejo Extraordinario. Igualmente se puede disentir acerca de las consecuencias que ello pudo tener para el país, particularmente en cuanto a lo que ha sucedido desde entonces.

Mas expongamos, memoricemos y contrastemos lo sucedido con cuanto ocurre hoy día. Veamos cara a cara el significado de un acto colectivo de gobierno ajustado hoy a la más cristalina transparencia, verdad y claridad de cuanto se hizo y las motivaciones que estos actos tuvieron.

En ese Consejo de Ministros Extraordinario del día 12 de marzo de 1989, varias horas avanzado el debate, sostuve como ministro de la Secretaría de la Presidencia una primera intervención. En ella manifesté el desacuerdo con lo que se proponía acordar con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los acreedores de la República de Venezuela:

“Luego de las intervenciones de los ministros de Economía, la ministra de Hacienda, Eglé Iturbe de Blanco; el ministro de Planificación, Miguel Rodríguez Fandeo; el presidente del Banco Central, Pedro Tinoco; el ministro de Fomento, Moisés Naím; el presidente del Fondo de Inversiones, José Ramón Quintero; y la mayoría de los ministros cuyas intervenciones se sintetizan en un Verbatin que se publicará, in extenso próximamente, el ministro Figueredo expuso sus puntos de vista en los siguientes términos:

Intervención del ministro de la Presidencia, Reinaldo Figueredo Planchart

Sr. Presidente, Ud. nos ha solicitado que expresemos con toda sinceridad y libertad de criterio, lo que opinamos sobre las implicaciones del acuerdo con el FMI sobre el Programa de Ajustes al que se empeñará su gobierno. En ese sentido nos dijo que quien o quienes no estuviesen de acuerdo con lo que se aprobaría en esta sesión extraordinaria, y por lo tanto no estaría en condiciones de acompañar el Programa de Gobierno, que pusiésemos a disposición nuestros respectivos cargos… en resumidas cuentas, que hablásemos con claridad y con franqueza.

Este es, posiblemente, uno de los Gabinetes más complejos que ha tenido la vida democrática del país, aparte de otros, que en el pasado nos llevaron a instancias muy penosas, muy gravosas.

En lo personal, presidente, Ud. sabe que siempre le he hablado con franqueza y para mi esta es quizá una de las circunstancias más dificil que posiblemente he tenido en mi vida. Me debato aquí entre una solidaridad plena que siempre he compartido con usted. Así mismo, con una consustanciación personal en la forma como usted conduce su liderazgo y ahora su actuación como presidente de la República. Agrego, además, un aspecto que no debería entrar en consideración, con un afecto muy profundo. Pero también tengo una íntima convicción de que el programa, que ya no puede ser echado para atrás; usted tiene la responsabilidad como gobernante de seguirlo adelante.

En la forma dogmática, con la dinámica que tiene, en buena parte, con convicciones de algunos de los que tienen la responsabilidad de manejarlo. Pero sin que se nos escape que también en una contraparte que nos induce y nos condiciona a operar de conformidad con los elementos que contiene ese programa, hacen que me ha costado mucho trabajo decirle lo respaldo, porque lo peor sería no actuar, si no aparece y se presentase sobre la mesa a corto plazo lo que podría considerarse una alternativa que podría sustituirlo.

No creo que se esté trascendentalizando, porque se que en lo personal a veces me ha acuñado ese concepto. Yo creo que sí es trascendental.

Usted, cuando presentó su programa o acción de gobiernoPor una Venezuela moderna” en Maracay, hizo unos señalamientos que lo que surgiría sería un gobierno de “eficiencia social”. Habló  de que su mecanismo sería el de la concertación. Pero tambien dijo que ni un solo hombre, ni un partido ni solo el gobierno serían capaces de dar el viraje. Y aquí hay intenciones clara,  las cuales no voy necesariamente a detallar sobre lo que nos ha ocurrido en estas primeras semanas de su gobierno y nos ha hecho que surjan las dudas acerca de cómo  llevar a cabo esta política de concertación.

Voy a hacer algunas acotaciones a cosas que se han dicho aquí y a los cuatro elementos que para mi son lo fundamental del programa. Es verdad que son cinco o cuatro más uno porque voy a comenzar sobre esto de la política comercial donde no se ha señalado e identificado, sino simplemente una modificación de la política que tiene Venezuela. O sea, una política arancelaria del concepto este de “protección efectiva” y racionalidad de los aranceles. Ello no es realmente lo fundamental que está planteado en lo que se va a discutir en las próximas semanas con el Banco Mundial. Es un aspecto importante, de los tantos que tenemos ante nosotros.

Son cuatro los aspectos de política que escapan a la política comercial.Tienen que ver con la política de desarrollo, las decisiones de desarrollo del país o visiones de desarrollo que inciden sobre la política industrial y no solamente que vamos a ser más o menos competitivos. Tienen que ver con la política de servicios, con la política de inversiones, con las políticas de alta tecnología, Tienen que ver con todo un sistema de relaciones económicas internacionales.

Me voy a referir a eso.

Voy a hacer un paréntesis ante de referirme a la política económica. Me parece que todos somos conscientes de que cualquier programa económico fracasaría en el país, por más brillante que sea,, lo más estudiado y elaborado, incluso con la más alta concertación que pudiera tener en el país, si no vencemos el principal obstáculo, o una de las grandes vallas, que es el problema de la ‘deuda externa’.

Tiene  estrecha vinculación el problema de la deuda externa y el programa económico de ajuste de corte neoliberal. Y, lo que ciertamente prevalece entre la rigidez, velocidad y condicionalidad que plantea el programa para conseguir recursos que faciliten su aplicación. Los recursos vendrán normalmente condicionados al cumplimiento de cada uno de los aspectos especificados en el programa. En la medida en que haya desviación serán retenidos sus flujos y las opciones concretas que tenemos sobre el problema de la deuda.

Presidente, en reuniones sostenidas con algunos de los colegas insistía en que no quería ponerme a hacer comentarios acerca de sí la unificación cambiaria, en la cual todos estábamos de acuerdo, se empezaba de arriba para abajo o de abajo para arriba. En etapas sucesivas. Si se empezaba a apostar de una vez por situar el dólar entre esa franja que llegaría nuy rapidamente entre 25 y 30 bolívares, ahora entre 30 y 35 y quizás mañana entre 35 y 40. Porque no se trataba de desviar la atención sobre el manejo de estos mecanismos.

Insistía que tenía un equipo muy calificado para manejar estas cosas, coherente incluso con las posiciones adoptadas, colocadas en el diálogo en cada una de las posiciones adoptadas por el FMI y el Banco Mundial.  Incluso, con quienes tuvieron la representación del Estado, como para ganar en el terreno de las discusiones e ir a la consideración de lo fundamental. .Pero los hechos de ayer me inclinarían y pienso que nos colocan todavía con mayor peso sobre el tema del equilibrio con el cual vamos a empezar este programa.

Me voy a referir a lo de la deuda externa y las reservas internacionales de una manera explícita..

En el tema de la deuda externa, vinculado al programa de los cinco puntos que señalaba Moisés Naím relativo al programa económico, está explícita e implícita la estrategia de acceso al mercado financiero por la vía voluntaria de los acreedores. Es la forma como Venezuela va a lograr atender este problema. El anuncio antier del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Brady, es una indicación de que hay un cambio en este problema. Cambio de percepción que no tenemos claro en su magnitud y su urgencia. Bien decía Miguel Rodríguez que no satisface enteramente las expectativas ni  mucho menos la de los deudores, pero  habrá que irlo manejando.

No cabe duda de que los parámetros señalados ya por Brady continúan dentro de la tesis del manejo del problema de la deuda del caso por caso. Y no cabe duda de que dentro de las conversaciones que están llevando a cabo algunos de los deudores ya ha habido, no tanto producto del anuncio sino anterior a este y a los hechos de Caracas y en Venezuela, algunas medidas de paños tibios.

Yo le comentaba a usted, cuando los sucesos de Caracas estuvo acá el representante de Brasil que concurrió a la reunión de Guayana. Tenían ellos días discutiendo con la banca americana una nueva etapa en la renegociación de deuda. Estaban total y absolutamente trancados por la condicionalidad que exigía la banca acreedora para el Brasil, para acordarles 600 millones de dólares, sujeto a un acuerdo previo con el Banco Mundial sobre las medidas de ajuste que planteaba esa institución.

Los sucesos de Caracas, me decía el delegado brasileño que participaba en esas conversaciaciones en Estados Unidos, le facilitaron la entrega de los 600 millones sin ninguna condicionalidad. A su vez, les abrieron la posibilidad de obtención del Fondo Monetario a las mismas facilidades que va a acceder Venezuela de 3.000 millones del FMI, más 3.000 millones adicionales que hará el Banco Exim como expectativas en algunas semanas. El monto total de lo que pudieran conseguir sería de 9.000 a 10.000 millones de dólares. Magnifico para el Brasil. Pero, me acotaba inmediatamente el delegado brasileño que el problema para ellos era el mismo que para nosotros, el de una reducción sustancial del monto de la deuda y del pago de las cotizaciones.

Ahora bien, me llama la atención cuando el ministro de Planificación dice que dentro de las expectativas que tenemos nosotros para este año, en la reducción de los intereses de la deuda, podría estar para Venezuela en el orden de los 15.000 a 20.000 millones de bolivares, si le entendí bien.

Esa cantidad sí calculo a una tasa de bolívares30 que estarían flotando, serían alrededor de unos 400 a 500 millones de dólares, y en el cual va anexo a la carta de intención, las coincidencias que tenemos con el FMI. Hay un rubro de pago de intereses para este año por cancelar de 4.000 a 4.300 millones de dólares, que sabemos tendrían que estar señalados como punto de referencia. Sé que no es la intención del Banco Central, de Miguel Rodriguez ni del negociador de la deuda pasar esto por alto y que esto es lo que habría que realizar porque si no lo hacemos haría fracasar el programa”.

(En un próximo artículo continuará la exposición).


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