De acuerdo con la “Teoría Prospectiva” formulada por Kahneman y Tversky (1979), la racionalidad no necesariamente es la que se impone en el comportamiento de las personas, y menos aún en la optimización del proceso de decidir efectivamente. En tal sentido, dada la multiplicidad y diversidad de la información que fluye a diario, la mente suele adoptar estrategias o atajos cognitivos; esto con el propósito de llevar adelante el  proceso de rutinario de toma de decisiones: de forma  rápida y con el menor empleo de recursos.

Sin embargo, en gran número de ocasiones se trata de decisiones o “soluciones” basadas en percepciones  distorsionadas, alejadas de un análisis racional crítico, fundamentado en ideologías, que irremediablemente conducen a razonamientos y valoraciones erradas de la realidad. De tal forma, estas distorsiones son denominadas sesgos cognitivos, es decir, limitaciones en el pensamiento objetivo, que resulta de la tendencia que asume la  mente de procesar información basándose preferiblemente en fuentes provenientes de criterios parcializados, que construyen una representación tergiversada de la realidad, basadas además en preferencias individuales, con un grueso cumulo de prejuicios y abarrotada por un sinnúmero de  apreciaciones subjetivas que conllevan a trampas mentales.

Veamos seguidamente algunos casos de sesgo cognitivo con su respectiva aproximación a la realidad circundante:

Sesgo de confirmación: por lo general a la mayoría le gusta estar de acuerdo con personas de ideas afines, y tiende preferentemente a evitar personas o grupos con las que no coinciden. Es un modo de comportamiento que conduce al sesgo cognitivo de confirmación, es decir, referirse preferencial o exclusivamente a las únicas perspectivas que alimentan los  puntos de vista preexistentes.

Ilustración 1:

En el artículo publicado en julio de 2022 por The Economist, titulado “El peligro invernal que se avecina en Europa” (Europe’s coming winter peril),  llama poderosamente la atención su portada, donde es posible observar la analogía entre la “Caperucita Roja” en un bosque lleno de tubos de gas, y en las penumbras un oso feroz acechando. Es claro que la caperucita es Europa y el oso Rusia, y que toda esta situación podría haber sido una trampa o sesgo de confirmación. Como la “mayoría” conoce, al invadir Rusia a Ucrania, la Unión Europea castigó duramente con sanciones a Rusia desatando una guerra económica. Como resultado el Kremlin de manera paulatina fue cerrando el “grifo del gas” para Europa.

Con las sanciones al gas, que es solo 2% del PIB de Rusia, al cerrar los grifos de sus gasoductos sufre un daño menor que el de su contraparte, es decir Europa, que es sumamente dependiente del gas. Putin se tomó muy en serio esto, y ha estado utilizando este energético como arma de guerra para castigar a Europa. Y era de esperarse que no se quedaría sentado frente a la cantidad inmensa de sanciones que le han llovido. Europa parece haber cometido un grave error subestimando al oso cuando este tenía en sus garras el grifo del gas.

La trampa o sesgo del “fin justifica los medios”: está relacionada cuando alguien ha conseguido algo por un método no del todo ético, excusándose que valió la pena por el resultado conseguido. Las injusticias y desavenencias humanas abundan cuando las actitudes de querer perjudicar a otros se ensañan con un determinado propósito, para después justificar sus acciones maléficas con la expresión “el fin justifica los medios”. De manera que una persona que presente una contradicción entre sus motivaciones y acciones no representan a Cristo. Si los medios no son puros de acuerdo con el fruto del Espíritu Santo, el fin tampoco lo es por mas piadosa que pudiera parecer su acción apologética. El fin nunca justifica los medios, nada que hagamos o dejemos de hacer cambia esta realidad. El fin de los planes divinos siempre deben concordar con los medios para lograrlos.

Ilustración 2:

Estamos en plena recuperación económica asevera con insistencia el régimen gubernamental venezolano, lo que igualmente secundan algunos agentes económicos  pertenecientes al sector empresarial y economías domésticas, que de alguna manera u otra se encuentran “favorecidos” con el flujo circular monetario, que se alimenta y retroalimenta de fuentes de ingresos no provenientes de la propia economía real de nuestro país.

En realidad nos encontramos inmersos dentro de una  burbuja antieconómica, sostenida sobre una volátil y al mismo tiempo vulnerable dependencia: peor que la renta petrolera. Sin exagerar, una actividad económica que apenas se motoriza con los ingresos provenientes de otras categorías de ingresos agravantes, que son diametralmente opuestas al salario fijo infravalorado e inconstitucional que reciben los trabajadores de Venezuela.

En otras palabras, dicha recuperación será simplemente imposible de alcanzar de manera ética, equilibrada y sostenible, debido a la incesante rencilla, protagonismo efectista de los dirigentes y ansias ilimitadas de perdurar en cualquier parcela o isla de poder, a la amorfa y atomizada sociedad con valores humanos, cardinales y teologales en decadencia, a  la política de estado de negar la reactivación de las universidades de excelencia y calidad, a la persistencia del modelo de enclave rentista que niega la diversificación y expansión de la economía real,  y además con la renuencia premeditada de remunerar al trabajador decente con un salario mínimo vital  con pertinente poder adquisitivo. Entonces veamos en parte de donde emanan estas aserciones:

Sesgo de anclaje que sustenta la “trampa de la pobreza”: al tomar una decisión se tiende a comparar solo un conjunto limitado de elementos: el error consiste en anclarse en un valor que luego se utiliza arbitrariamente de manera comparativa, es decir, como un término de comparación para las evaluaciones en curso, en lugar de analizar todas las variables que confluyen. Conviene aclarar que la “trampa de la pobreza es aquella situación que se da cuando un país pobre persiste en el tiempo sin conseguir salir de la pobreza. Esto, debido a que no consigue desarrollar estructuras que le permitan crecer a nivel económico, social y cultural

Ilustración 3:

De acuerdo con lo formulado en el “Juego perverso de la devaluación e inflación en Venezuela” (El Nacional, 27 de agosto de 2022), el crecimiento sostenido de la devaluación durante esta semana, que no obstante seguirá con su marcha “suave” y ascendente, tenderá a estabilizarse en un techo alrededor de los 13 bolívares por dólar (al menos hasta mediados de noviembre de 2022 cuando ocurra otro evento de similares características como el actual), por lo que no solo  es que el “salario de hambre” haya pasado de los 30,23 dólares a los 14,9 dólares, sino que el salario mínimo vital o constitucional (artículo 91) que se le niega a los trabajadores venezolanos, sobrepasa en este momento los 1.600 dólares por mes.

Y en efecto, dentro del pórtico problemático estructural, histórico y cultural que nos caracteriza (que en términos monetarios representan la dilapidación o derroche en los últimos 25 años, de más de siete Plan Marshall: recuperación y reconstrucción de Europa después de la Segunda. Guerra Mundial), ha surgido un evento “coyuntural” o puntual en materia fiscal, que combinado con un acto punitivo de escarmiento y necesidad de corregir la brecha deficitaria presupuestaria generada; además de una  limitada oferta en físico de bolívares, la  rígida y reducida reservas monetarias, más agravada con la actitud depredadora por parte de los  especuladores cambiarios de oficio, hacen prevalecer la Lecca o “Ley económica de consumo y contrabando agravante” en perjuicio del IPAP o “Índice del poder adquisitivo pertinente”.

Sesgo de status quo: es un sesgo de evaluación debido a la resistencia al cambio: el cambio asusta y se trata de mantener las cosas como están. La parte más dañina de este prejuicio es la suposición injustificada de que una elección diferente empeorará las cosas.

Ilustración 4:

Es fundamental tener en cuenta, que cuando creemos falsamente en lo interno  que “estamos bien” y nos “sentimos  cómodos”, podemos ver que algo se está desarrollando, pero optamos por voltear la mirada y desentendernos con la falsa creencia que no nos compete y afecta: “síndrome del avestruz”. Esto puede ocurrir debido a que si llegamos a comprender a cabalidad la manera como se forma la “tormenta perfecta”,  eso obligará a  tomar decisiones que detonen cambios drásticos, lo que significa en la práctica salir de la zona de confort: cuando nos percatamos de la inminente amenaza resulta que es  muy tarde, y esto si afecta significativamente  nuestra realidad interna (Deuteronomio 32, 15)

Entonces vamos de una vez por todas a empezar a ver directamente las cosas como son, y a decidir. Confrontar con lo que hay que confrontar civilizadamente. Sabemos que muchos de nosotros no queremos meternos en problemas,  pero ¿cuál es precio de no hacerlo, de no posicionarse y no declarar lo que está bien y lo que está mal? Porque precisamente  uno de los graves problemas que tiene toda la humanidad en la actualidad, es que se ha trastocado o confundido lo que está bien y que está mal. En varias ocasiones lo que está mal se ve como bien y lo que está bien como mal, y eso es uno de los signos  de decadencia de la sociedad. Cuando se pierde la claridad de lo que está bien y de lo que está mal, y se es indiferente a algo que está mal, simplemente significa que es el principio del fin.

A manera de conclusión:

“Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; Corona de hermosura te entregará” (Proverbios 4:7-9)

Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. Años: 2018 al 2022.      Pedro Morales. Postulante a Rector de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET)

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