El ser humano tiene una racionalidad limitada, entre otras razones porque ésta implica de alguna manera información completa, además de la capacidad de procesarla. Por lo general, cuando se toman decisiones o se intenta comprender el entorno, se hace en base a información restringida. Luego, cuando se supera esa barrera y se empieza a tener una mayor base de referencias sobre el entorno entra en juego la limitada capacidad de cálculo del individuo. Ante esa situación la persona llena el vacío con creencias y experiencias, lo que inevitablemente termina en sesgos, tal como lo ha documentado el premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, entre otros.

Lo anterior ha ido cambiando con la revolución digital, la cantidad de datos es cada vez mayor y la capacidad de procesarlos también. En cuanto lo primero, se estima que para el año 2020 se hayan generado 44 zettabytes de datos en el mundo, “eso significaría que hay 40 veces más bytes que estrellas en el universo observable”, y para 2025 se estarían generando datos equivalentes a 212.765.957 DVD al día. Con lo anterior, es evidente que la disponibilidad de datos ya no es un problema, lo que lleva al segundo aspecto, la capacidad de procesarlos, para lo que bastará decir que un teléfono inteligente hoy tiene mayor capacidad de cómputo que la computadora que se utilizó para llevar al hombre a la Luna.

Con la revolución digital llegó el BigData, y con este la posibilidad de desarrollar Inteligencia Artificial. Esta por definición es una inteligencia autónoma capaz de “pensar” por sí misma. El ejemplo más claro de este nuevo paradigma es AlphaGo, la computadora creada para jugar Go, considerado el juego más complejo que existe. Esta máquina no solo derrotó sin problema al campeón del mundo, sino que lo hizo aprendiendo por su propia cuenta. Esta es la razón por la que muchos empiezan a temer a la AI, pues se pudiera estar en la frontera de la aparición de una nueva especie, ya no creada por un Dios sino por el hombre, o lo que Yuval Noah Harari llama “Homo Deus”.

 

En el contexto anterior, El Nacional publicó recientemente un artículo en el que el autor, Carlos Rondón, analiza un interesante debate entre Nicholas Carr y Clay Shirky sobre nuestros tiempos desde la óptica de Internet. El primero con una visión negativa advertía sobre la inmediatez y superficialidad con la que las personas consumían información, el segundo resaltando las bondades de la creación colectiva de conocimiento. Lo interesante es que ambos están en lo cierto. Internet, y la revolución digital en general, han democratizado el conocimiento, también han facilitado el intercambio, y por lo tanto en general la barrera del acceso a la información se ha derribado.

Paradójicamente quien se ha quedado rezagado es justamente quien hizo posible lo anterior, el ser humano. Los individuos siguen siendo racionalmente limitados, a pesar de la gran cantidad de información disponible y la capacidad de procesarla continúan llenando vacíos con experiencias y creencias. Cuando a una persona se le presenta alguna imagen, bien sea un gráfico basado en datos “duros” o una fotografía, y esta no confirma sus preconcepciones suele buscar la manera de descalificarla. El ser humano por naturaleza busca que la realidad se adapte a la imagen que tiene de ésta, de lo contrario se encontraría en un mundo demasiado complejo y por lo tanto difícil de tolerar.

Ante la racionalidad limitada de los seres humanos han surgido corrientes de pensamiento que buscan enaltecer ese hecho. Un ejemplo es el pensador alemán, nacido en Corea del Sur, Byung-Chul Han, quien señala “la atrofia” en la capacidad de juzgar en estos tiempos, resalta la intuición como algo positivo, y nos dice que “con frecuencia, un menos de saber e información produce un más”. Destaca que esa visión venga de un filósofo, pues contraviene la esencia de la modernidad, y de alguna manera nos devuelve a épocas en las que las creencias (“intuición”) estaban por encima de la racionalidad. Más allá de la explosión digital, ¿está la humanidad condenada a permanecer en su reino de las creencias?

@lombardidiego


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