En junio 2020 se cumplen 10 años del famoso debate entre dos de los pensadores más relevantes de la era digital, Nicholas Carr y Clay Shirky. Transcurría el año 2010 y presenciábamos la consolidación de las redes sociales, blogs, motores de búsqueda y la proliferación de gadgets tecnológicos que ya casi fungían como extensiones del cuerpo humano, parecía que ningún campo del saber había quedado por fuera en la penetración de internet y las herramientas digitales, muchas áreas metabolizaron esta irrupción con nuevos dispositivos e instrumentos, otras fueron dinamitadas desde su interior y se tuvieron que repensar desde la tecnologización de sus mecanismos fundamentales. El debate Carr-Shirky partía de dos supuestos antagónicos, Carr publicó en la revista The Atlantic un controvertido artículo sobre si Google nos estaba haciendo más estúpidos; luego su posición la extendería en un libro publicado inmediatamente que llamó Lo que Internet está haciendo a nuestro cerebros, su planteamiento parte de un principio mcluhaniano, “el medio es el mensaje”; Internet está modificando la manera en que nuestro cerebro funciona, la cantidad (y fugacidad) de la información a la que estamos sometidos a través de la ubicuidad tecnológica hace que nuestra mente se mantenga en la “superficialidad” del razonamiento, no hay tiempo para profundizar, la cantidad de estímulos en internet es tan grande que no permite que nos concentremos lo suficiente para quedarnos quietos en un sólo punto; estamos en la autopista de la información y no queremos quedar rezagados.

La respuesta de Shirky no tardó, y la desarrolla en un trabajo (del mismo mes y año) llamado Excedente cognitivo: creatividad y generosidad en la era conectada. Su fundamento es que esa avalancha de datos que Carr vió como elementos distractores es precisamente lo que está marcando el paso para una nueva era del conocimiento, la posibilidad de poder construir información de manera social (colectiva) no ha tenido un momento mejor en la historia que con el surgimiento de internet y las herramientas digitales que de ello se derivan. Excedente cognitivo es su concepto, y no es más que la construcción social del conocimiento y la posibilidad de que mucha gente pueda acceder (en tiempo real) a estas fuentes de información. En este sentido, Shirky no desmiente la tesis de Carr de que nuestro cerebro, producto de estos cambios de hábitos, está sufriendo una metamorfosis en la medida en que leemos, escribimos y almacenamos información de una manera distinta; Shirky prefiere enfocarse en cómo internet ha hecho posible la proliferación de nodos en la gran red del conocimiento, cada persona con acceso a internet, a través de dispositivos que son cada vez más asequibles, tiene la posibilidad de seguir “tejiendo” y ampliando la cantidad de datos disponibles.

Diez años después de este intenso debate han surgido nuevos retos que avivan la discusión, sin embargo muchas de las ideas planteadas siguen vigentes y nos llaman a la reflexión sobre cómo estamos viviendo un momento histórico en términos de la tecnología.

Desde la comodidad que nos brinda el horizonte histórico de Dilthey ahora podemos juzgar estos (y otros) trabajos diciendo que Internet ha representado el invento más importante de las últimas décadas y que es difícil concebir actualmente algún área de nuestra vida que haya quedado exenta de su invasión. ¿Que esto está alterando biológicamente la complexión de nuestra estructura cerebral y nuestro comportamiento como individuos y sociedad? Sin duda, formará parte de la evolución y seguramente pondrá su sello en nuestro ADN; en cuestiones biológicas evolutivas no tienen sentido los dilemas morales, no hay bueno o malo, la vida es movimiento como el río de Heráclito y la evolución es una de sus características inexorables.

@phronimos


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