El Salvador es un país centroamericano del que ya comentamos hace unos meses: está en la buena vía de la libertad y ahora su modelo de gestión democrática y de seguridad está por exportarse a otros países de Latinoamérica. Incluso, hace unos días el presidente Bukele ofreció solucionar el problema de Estado, de gobernabilidad, seguridad y reestructuración del Estado haitiano, si es que las Naciones Unidas le da la autorización y así lo pide el Estado “fallido” de Haití.

No vamos a redundar en los éxitos políticos de El Salvador, otra estrella continental igual que Panamá, Paraguay, Costa Rica y Uruguay; como a El Salvador va bien en sus índices democráticos, obviamente le va bien sus negocios relacionados a la industria energética.

La inversión extranjera directa creció en 2023 y permite avizorar un futuro de inversiones para 2024 superior a 1.000 millones de dólares que permitirán crecer al país de forma vertiginosa:

Un ejemplo del éxito del modelo liberal en la economía que se ve reflejado en el éxito de su cada vez más importante industria energética: aunque el volumen aun no es significativo, el modelo de gestión de exportación de excedentes de electricidad es muy interesante: en 2023 el país exportó 74,6 millones de dólares de electricidad, en el marco del denominado Mercado Eléctrico Regional centroamericano MER: a Guatemala (72 millones) y a Costa Rica (2 millones). Si bien las cifras no son elevadas ni altamente importantes muestran claramente que El Salvador puede ser un hub energético de Centroamérica aprovechado que está atravesando su verano democrático y de la libertad y que las inversiones en la industria energética pueden llegar en volúmenes más importantes y para toda la industria: electricidad, renovables y hasta oil y gas de lo que comentaremos líneas abajo.

La denominada «electricidad salvadoreña” (generada en el país) inyectó al mercado más de 1,15 millones megavatios (MW). Nada despreciable para un país que antes estaba sumido en el caso. Quien no reconozca el avance de El Salvador sencillamente está cegado por ideologías socialistas/woke.

Volvamos a repasar sus cifras: El consumo interno anual del país es de aproximadamente 6.000 millones de kilovatios-hora (kWh). 2022: 2.795 MW. 60% de generación fuente renovable (hidroeléctrica o fotovoltaica); y 40% de fuente fósil (diésel y el gas natural).

La política energética del presidente Bukele es ejecutada por una entidad estatal denominada Dirección General de Energía, Hidrocarburos que es el ente rector dependiente del Ministerio de Economía. Me permito sugerir, sin ánimo de crear más burocracia, sino de jerarquizar, esa Dirección debería ser el nuevo Ministerio de Energía y Transición Energética de El Salvador, dada la importancia que el país adquirirá en próximas décadas en la industria.

Como todo país, sin descuidar inversiones en mejora de sus capacidad de actual generación eléctrica vía fósiles, el país también quiere atraer inversiones en generación de energía a partir de fuentes renovables (solar, eólica, hidroeléctrica y geotérmica); mejorar sus actuales sistemas de transmisión y distribución, diseño e implementación de nuevas tecnologías que ayuden a reducir costes de generación y para la gestión de la red, y construcción de subestaciones y subirse al carro del “almacenamiento” de energía, que ciertamente aún es un problema para el mundo.

La idea es reducir el consumo de fósiles, como siempre digo, pero sin lastimar la actual industria global de oil y gas.

Veremos cómo se desempeña la industria de la generación geotérmica en sus plantas San Vicente y Chinameca, San Miguel, con capacidad para generar 30 MWh en total y que serán el faro que ilumine nuevas iniciativas e inversiones en geotermia.

Ahora El Salvador promocionará inversiones en petróleo y gas, como debe ser, con nueva tecnología, en respeto al medio ambiente y para garantizar su propio suministro y pensar en mercados de exportación.

Nuevamente hace sentido mi idea al presidente Bukele de tener el rango de ministro de Energía para que esta entidad, con una ley absolutamente atractiva en inversiones extranjeras, bajos impuestos y cero burocracia, esté a cargo de lo que se necesita para promocionar la exploración de petróleo y gas: dirigir y supervisar la exploración y explotación de los yacimientos de hidrocarburos.

La idea es que El Salvador de las facilidades a inversiones internacionales para explorar gas y petróleo, aprovechando las garantías que hoy tienen en respeto a la propiedad privada, libertad y seguridad anticrimen. Felicidades, nuevamente, presidente Bukele por reconstruir su país y ayudar a reconstruir a Latinoamérica del socialismo.

@BorisSGomezU

 


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