Sostenemos la tesis de que mientras menos estén presentes Dios y la Virgen en nuestras vidas, más será la dependencia material del factor económico, con todas las implicaciones que conllevan en el plano físico, mental, emocional y espiritual.

Siempre es bueno recordar la inscripción o frase a mostrada en el pórtico del Oráculo de Delfos: “conócete a ti mismo”. Es la clave de la sabiduría en la vida y por eso se le atribuyó justamente tal frase al hombre más sabio de Atenas, que era Sócrates (469 a.C.-399 a.C.). La clave de la sabiduría en la vida es que la persona se conozca, porque si se conoce oirá las preguntas  del ser interior, pero al mismo tiempo también se podrá escuchar las respuestas de la sabiduría de Dios que está en lo más interno del ser humano. “Conocer bien a los otros es inteligencia, conocerse bien a sí mismo es sabiduría” (Einstein, 1879-1955).

El filósofo y escritor Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) decía que “lo malo de dejar de  creer en Dios, no es que ya no se crea en nada, sino que se está dispuesto a creer en todo”, lo que conduce irremediablemente, de acuerdo con lo postulado por Carl Jung (1875- 1961), a vivir fuera del ser (en el mundo externo materialista), en una neurosis individual y colectiva, donde solo se encuentran fragilidades, turbulencias y tribulaciones, todas determinantes de enfermedades en la dimensión física, cognitiva y espiritual.

En el artículo anterior titulado “El factor económico es la principal causa de estrés para el venezolano” (El Nacional,  15-04-2023) se expuso:

La falsa creencia de que “la ciencia ha demostrado que no hay Dios” continúa persistiendo en el siglo XXI, a pesar de que los hallazgos científicos en varios campos de las ciencias naturales (gracias a la sabiduría de Dios) indican que, por ejemplo, la “Ciencia de las cinco piedras angulares o pilares de consagración de Medjugorje”, como lo representan la Eucarística, la Oración, el Ayuno, la Confesión y las Sagradas Escrituras, verdaderamente hacen desenfocar la exclusiva atención de lo enfermizo que representa lo material o la materialidad (consecuencia directa e inmediata del estrés crónico), y por tanto forman parte del genuino método de “sanación consagrada”, siempre y cuando que se realice en los términos establecidos por el “Tratado de la verdadera devoción de la Santísima Virgen María” (Monfort, 1712).

Efectivamente, la Biblia no es un libro más. En ella está escrita la misma Palabra de Dios. Es por ello que tiene el poder de conmover fuertemente la mente de las personas. La lectura de las Sagradas Escrituras afecta tanto nuestras emociones como nuestro espíritu, porque es el manual divino de la vida, que Dios entregó a sus hijos para lograr la plenitud.

Un estudio realizado en el año 2009 por The Center for Biblical Engagement (Estados Unidos) revela hallazgos de significancia en torno a la influencia de la lectura continua de la Biblia sobre el funcionamiento del cerebro humano. Este estudio fue realizado con base en una muestra de 40.000 personas entre los 8 y los 40 años de edad. En un principio el objetivo del estudio se enfocó en conocer cómo las personas interactuaban con las Sagradas Escrituras, pero en medio de la recopilación de los datos, los investigadores descubrieron algo que resultó finalmente ser el punto principal del estudio.

El descubrimiento sorprendió grandemente por la diferencia que existe en cuanto a la cantidad de días que los lectores dedican a leer la Biblia por semana. Para los que leen una vez por semana no se ven prácticamente efectos en el cerebro. Sin embargo, cuando los creyentes leían de dos a tres veces por semana, ya comenzaban a observarse señales.  Algo comenzaba a suceder, pero de todas formas el análisis mostraba poco desarrollo y actividad neuronal.

Pero lo más impactante ocurrió cuando se leía  la Biblia por lo menos cuatro veces por semana. Aquí se generó un salto repentino en los resultados al evidenciarse gran actividad neuronal. Esta cantidad de veces hizo que el efecto de la Biblia sobre el cerebro aumentara exponencialmente. Seguidamente algunos cambios observados en las personas:

El sentimiento de soledad se reduce en 30%. El problema con la ira también cae 32%. La amargura en cuanto a los problemas que pueden producirse con las relaciones familiares bajan en 40%. El alcoholismo disminuye en 57%. El estancamiento espiritual que nos hace alejar de Dios también se ve reducido en 60%. En tanto que el contacto con la pornografía en 61%. El estrés se reduce en 83%.

Asimismo, apoyándonos en trabajos como los de Jean Piaget (1896-1980), Carl Jung (1875- 1961), Joe Dispenza (1962-), Bruce Lipton (1944-), entre otros, se puede igualmente aseverar, que la “adecuación y asimilación” son factores claves en el proceso de cambios trascendentes en los esquemas mentales y en consecuencia en el comportamiento y conducta de la persona. Por tanto:

Los pensamientos en el cerebro son creados por asociaciones. Estas se conectan con las palabras y están íntimamente ligadas a lo que escuchamos y lo que leemos diariamente, a cada instante. Por eso es tan importante lo que leemos. En el libro de Josué, capítulo 1, versos del 8 al 10, está escrito: “Medita día y noche el libro de esta ley teniéndolo siempre en tus labios; si obras en todo conforme a lo que prescribe en él, prosperarás y tendrás éxito en todo cuanto emprendas. Te he mandado que seas fuerte y valiente. No tengas, pues, miedo ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo donde quiera que vayas”.

La lectura de la Biblia hace que nuestro cerebro responda y reaccione de muchas maneras. De acuerdo con este estudio científico realizado por Cole, Arnodl y Caudill, Ovwigho (2009), en donde se escanearon y estudiaron los cerebros de personas religiosas, se comprobó que mientras los creyentes practicaban actividades espirituales, como la oración y la lectura de las escrituras, sucedían cosas muy impactantes en el cerebro. En estos estudios se encontró que eran  tres zonas del cerebro las más activas  durante estas prácticas. Ellas son el lóbulo frontal, la corteza prefrontal media y el núcleo accumbens.

Mientras los pacientes edificaban su vida espiritual, se liberaban altas cantidades de dopamina que corrían por el cuerpo mientras se leía la Biblia. La dopamina es un neurotransmisor natural que es especialmente importante para la función motora del organismo y que es conocida como la hormona de la felicidad. Este sentimiento tan confortable es factor esencial por el cual a través de la lectura de las Sagradas de Escrituras se logren cambiar ideales y creencias de forma radical en las personas.

Todo este impacto va desembocando en modificaciones del comportamiento, las personas cambian día a día, y uno de esos cambios está directamente ligado a la oración, como una respuesta emocional a través de la fe, consolidada por leer, comprender y vivir a cada  instante la Palabra de Dios. Entonces ocurre que cuanto más nos concentremos en este hábito, mucho más se internalizará esta creencia, que con el tiempo formará parte de la vida, al colocarse en el primer lugar de los pensamientos y con ellos en la propia conducta humana.

Finalmente:

“Cuida tus pensamientos porque se volverán actos. Cuida tus actos porque se volverán costumbres. Cuida tus costumbres porque formaran tu carácter. Cuida tu carácter porque formará tu destino. Y tu destino será tu vida”. Mahatma Gandhi


Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. Años: 2018 a 2023.      Pedro Morales. Postulante a Rector de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET).

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