Cuenta una historia que cierto científico prominente murió y su alma apareció ante Dios. Fascinado por la cantidad y profundidad de su conocimiento, el científico le declaró audazmente al Creador: “¡Nosotros, la gente de la ciencia, hemos llegado a la conclusión de que ya no te necesitamos! Comprendemos todos los secretos y sabemos todo lo que tú sabes: podemos trasplantar el corazón y cualquier órgano del cuerpo, podemos clonar personas, crear nuevas especies de animales y plantas… En una palabra, podemos hacer todo lo que antes era considerado milagroso y atribuido a tu sabiduría y omnipotencia».

El Señor escuchó pacientemente la diatriba de autoelogios del arrogante científico, y cuando calló, le sugirió:

一¡Bien! Para comprobar si la humanidad todavía me necesita o no, hagamos una pequeña competencia en creatividad.

一Muy bien -respondió el científico- ¿qué quieres que haga?

一Regresaremos a la era inicial y crearemos al primer hombre, Adán.

一¡Maravilloso! -respondió el científico, y se inclinó para recoger un puñado de polvo.

一¡Oye, no tan rápido! -el Creador lo detuvo- ¡Usa tu propio polvo, pero no toques el mío!

Esta anécdota ilustra a esos sabios soberbios que, fascinados por los éxitos de la ciencia, asumen ingenuamente que la ciencia está a punto de explicarlo todo, por lo que la religión no tendrá nada que ver. Sin embargo, esas personas de mente estrecha no notan el hecho obvio de que los libros y artículos científicos comienzan con el «segundo capítulo»: ¡cómo se desarrollan los fenómenos! ¡Y falta el “primer capítulo”, que arrojaría luz sobre la “Primera Causa” ¡de donde salió todo!

Al respecto de esta leyenda, la famosa afirmación de los cosmonautas soviéticos de que Dios no existe porque no lo vieron en el espacio es el mejor ejemplo de la lógica con la que los incrédulos justifican su incredulidad. En respuesta a esto, el cosmonauta estadounidense notó que tampoco lo había visto, pero había visto rastros de su presencia.

La falsa creencia de que “la ciencia ha demostrado que no hay Dios” continúa persistiendo en el siglo XXI, a pesar de que los hallazgos científicos en varios campos de las ciencias naturales (gracias a la sabiduría de Dios) indican que, por ejemplo, la “Ciencia de las cinco piedras angulares o pilares de consagración de Medjugorje”, como lo representan la Eucarística, la Oración, el Ayuno, la Confesión y las Sagradas Escrituras, verdaderamente hacen desenfocar la exclusiva atención de lo enfermizo que representa lo material o materialidad (consecuencia directa e inmediata del estrés crónico), y por tanto forman parte del genuino método de “sanación consagrada”, siempre y cuando que se realice en los términos establecidos por  el “Tratado de la verdadera devoción de la Santísima Virgen María” (Monfort, 1712).

Bajo estas circunstancias se deja a consideración y reflexión de la distinguida audiencia, los resultados de un estudio reciente por parte de PsicoData Venezuela, adscrita a la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Venezuela (Enero de 2023):

40%  de los venezolanos afirma tener problemas para atender y concentrarse, siendo esto un poco mayor en las mujeres (44%) y en las personas con menor nivel educativo (55%). 35% reporta que le está costando mucho comprender información escrita. 31% reporta que tiene problemas para expresarse de forma escrita. Los mayores de 65 años reportan mayor dificultad para comprender (45,9%) y para expresarse (42%) de forma escrita. Igualmente, en lo que respecta a las “fuentes de estrés o factores que  pueden generar tensión o malestar en la persona”, es el factor económico el principal con 64,5%, seguido por la salud 15%, personal 8,5%, político 7,5%, social 4,5%. Agregando que para los  pobres, el problema económico es más estresante (68%) que para los no pobres (61%).

Por último, con el propósito de complementar lo aquí formulado, se sugiere revisar el artículo anterior titulado: “Tratado de la verdadera devoción de la Santísima Virgen María” (El Nacional, 8 de abril de 2023):

«Esto nos obliga a conocernos en lo más interno del ser, a nivel del subconsciente sobre todo, donde se hallan concentrados, grabados o sembrados los malos hábitos o creencias negativas que orientan en definitiva conductas inadecuadas, que como toda “sombra” que se niega su existencia en la individualidad o que somos realmente pecadores (ocultándolo y solo viéndolo en los demás), redundan en contra de la salud física, emocional y espiritual de la persona. De manera que “debemos conocer bien, con la luz del Espíritu Santo, nuestras malas inclinaciones, nuestra incapacidad para todo bien concerniente a la salvación, nuestra debilidad en todo, nuestra continua inconstancia, nuestra indignidad para toda gracia y nuestra iniquidad en todo lugar”».

Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. Años: 2018 a 2023.  Pedro Morales. Postulante a Rector de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET)

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