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Foto AFP

El anuncio sacudió al mundo: Estados Unidos y Cuba dejaban de lado más de medio siglo de hostilidad y restablecerían sus relaciones. Lo que siguió fueron dos años de deshielo. Sin embargo, el proceso se estancó con la llegada al poder de Donald Trump, que ha devuelto a ambos países a sus viejas trincheras y ha reavivado una desconfianza difícil de disipar.

Cinco años después, aún sobreviven algunos frutos del histórico proceso de acercamiento anunciado el 17 de diciembre de 2014 por los entonces presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y de Cuba, Raúl Castro. Las relaciones diplomáticas siguen vigentes. Las embajadas están abiertas y hay una cooperación limitada en temas como narcotráfico y medioambiente.

Pero los rencores entre los viejos enemigos de la Guerra Fría han vuelto a instalarse en ambas capitales, alimentados por la política electoral en Estados Unidos, la crisis en Venezuela y un misterio relacionado con la salud de los diplomáticos. Dejando de esa manera el deshielo atrás.

Estas son las claves para entender los últimos cinco años de la relación bilateral.

La era de Obama: altas expectativas

El equipo de Obama quería inundar a Cuba de democracia. Exponer a la gente a nuevas ideas, a Internet y a los estadounidenses, que visitarían la isla con mayor frecuencia gracias a la normalización de las relaciones.

Así dijo a Efe Fernando Cutz, un ex funcionario que ayudó a preparar el viaje a La Habana del entonces presidente en marzo de 2016.

Fue un experimento distinto tras 50 años de una política de mano dura que no había logrado derrocar al castrismo. Obama renunció explícitamente a ese viejo objetivo de Washington al final de su Presidencia. En ese momento, proclamó que el deshielo no buscaba un cambio de régimen.

Los cambios más importantes en la relación bajo el mandato de Obama fueron de retórica y de expectativas, en el sentido de dejar atrás la desconfianza mutua, así lo consideró Marguerite Jiménez, una experta en Cuba en la independiente Oficina de Washington para Latinoamérica, WOLA.

El mayor hito llegó en julio de 2015 con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la reapertura de las embajadas. También se restablecieron los vuelos comerciales, se multiplicaron los viajes de estadounidenses a Cuba. Además, se relajó el embargo comercial, lo que permitió hacer negocios en la isla a empresas como Airbnb, Google, Verizon y Marriott.

La llegada de Trump: «Retoques»

Trump apoyó la apertura a Cuba durante las primarias republicanas de 2016. Sin embargo, cuando obtuvo la candidatura y empezó a buscar votos del exilio cubano en Florida, prometió acabar con las políticas de Obama hacia la isla.

Ya en el poder, su gran anuncio llegó en junio de 2017, cuando ordenó restringir los negocios con entidades vinculadas al Ejército de Cuba, que controla buena parte del turismo y el comercio minorista, y eliminó una categoría de viaje a la isla que usaban muchos estadounidenses.

Pero Trump no dio marcha atrás a la normalización de relaciones con Cuba. En palabras de Cutz, solo hizo retoques para que las visitas de estadounidenses no beneficiaran a los militares cubanos, sino a los cuentapropistas, como se llama en la isla a los trabajadores autónomos.

Cutz, que había trabajado en el deshielo bajo Obama, fue el primer encargado de Latinoamérica y el Caribe en la Casa Blanca de Trump. Consideró que el presidente quedó satisfecho con esos primeros cambios a la política hacia Cuba y no quería tocarla más.

El cambio de retórica, sin embargo, mermó la confianza que tanto había costado construir durante los últimos dos años de Obama. Además, los presuntos ataques sónicos a una veintena de diplomáticos en La Habana, cuyo origen aún se desconoce, potenciaron el recelo mutuo.

El gobierno de Cuba negó cualquier implicación en esos incidentes, pero Washington decidió sacar de ese país a dos tercios del personal de su embajada. También obligó a los cubanos que quisieran solicitar un visado para Estados Unidos a viajar a Guyana para solicitarlo.

La política de Bolton

En marzo de 2018, John Bolton, conocido por su animadversión al gobierno de Cuba, se convirtió en el asesor de Seguridad Nacional de Trump.

Su discurso en Miami, en noviembre de ese año, confirmó lo que muchos esperaban: un recrudecimiento de la política hacia la isla.

Bolton responsabilizó a Cuba de mantener en el poder a Nicolás Maduro en Venezuela, lo que dio pie a sanciones al transporte de petróleo a la isla y hasta al mismo Raúl Castro.

También hubo límites a las remesas y dos golpes fuertes al sector turístico de la isla: el veto a los cruceros y la prohibición de vuelos comerciales a cualquier aeropuerto fuera de La Habana.

Y en mayo, pese a la fuerte oposición de la Unión Europea, la Casa Blanca abrió la puerta por primera vez a las demandas a compañías extranjeras ante tribunales de Estados Unidos por el control de propiedades que se expropiaron en Cuba a ciudadanos estadounidenses.

El resultado, según Cutz, ha perjudicado a muchos cuentapropistas a los que Estados Unidos quería ayudar con el deshielo. «El cambio a una política dirigida por Bolton ha tenido consecuencias directas y dañinas para el pueblo de Cuba«, aseguró el ex funcionario.

2020 y Florida

Con la llegada de la campaña electoral de 2020, es probable que Trump endurezca su discurso hacia Cuba para retener el estado clave de Florida.

«El enfoque de mano dura funciona bien con muchos cubanoestadounidenses, un grupo de votantes muy influyente en la política de Florida», recordó a Efe el presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano, Michael Shifter.

Una medida posible sería devolver a Cuba a la lista de estados patrocinadores del terrorismo, aunque Cutz cree que habrá más retórica que nuevas acciones de verdadero calado.

Si Trump perdiera las elecciones, su sucesor podría anular fácilmente sus medidas, pero lo tendría más complicado para reconstruir la confianza perdida. «No sé si podríamos tener una segunda oportunidad desde el punto de vista de Cuba. ¿Confiarán de nuevo en nosotros?», dudó Cutz.


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