Nicolas Sarkozy
Foto: Cortesía

El juicio que se inició este lunes 23 de noviembre contra el expresidente francés Nicolas Sarkozy, acusado de corrupción y tráfico de influencia, fue suspendido hasta el jueves para dar tiempo a que se realice un examen médico a uno de los coacusados.

El tribunal correccional de París decidió ordenar un examen médico del exjuez Gilbert Azibert, de 73 años de edad, que no compareció a la audiencia por razones médicas.

Dependiendo de los resultados, el tribunal tendrá que decidir el jueves si mantiene la audiencia a través de una videoconferencia -a la que la defensa se opone tajantemente- o si pospone la audiencia.

Casi siete años después de que saliera a la luz este caso conocido en Francia como el de las «escuchas», Sarkozy compareció ante un tribunal de París, por presuntamente haber intentado corromper al juez Azibert, a través de su amigo y abogado de siempre, Thierry Herzog.

Sarkozy es el primer expresidente de Francia en sentarse en el banquillo de los acusados.

Antes de él, solo un expresidente francés, el mentor político de Sarkozy, Jacques Chirac, tuvo que afrontar la justicia después de dejar el cargo, pero debido a su mala salud Chirac nunca compareció ante la corte.

Sarkozy, presidente de 2007 a 2012, niega los cargos de los que se le acusa y prometió que se mostrará combativo en este juicio.

Línea secreta

El exmandatario, de 65 años de edad, llegó al tribunal de París en medio de una nube de periodistas que lo esperaban en la entrada, pero no hizo declaración alguna.

En la sala de audiencias, Sarkozy saludó a los abogados y a los fiscales, antes de sentarse junto a Herzog, que compareció junto con él por los mismos cargos.

De ser declarado culpable, Sarkozy, que se retiró de la política tras su derrota en la carrera al Elíseo en 2016, podría ser condenado a pena de prisión de hasta 10 años y multa máxima de 1,2 millones de dólares.

Este caso tiene su origen en otro sumario que amenaza a Sarkozy, el de las sospechas de que recibió financiación del régimen libio de Muamar Gadafi durante la campaña presidencial de 2007 que le llevó al Elíseo.

Los jueces habían decidido pinchar el teléfono del expresidente y fue así que descubrieron que tenía una línea secreta para hablar con su abogado, en la que utilizaba el seudónimo Paul Bismuth.

Los investigadores indicaron que algunas de las conversaciones que tenía allí revelaron la existencia de un pacto de corrupción. A través de su abogado Herzog, Sarkozy habría tratado de obtener información secreta de otro sumario por medio del juez Azibert.

Azibert habría tratado también de influir sobre sus colegas a favor de Sarkozy. A cambio, este habría prometido al magistrado ayudarlo a obtener un puesto muy codiciado en el Consejo de Estado de Mónaco. Un puesto que nunca obtuvo.

«Lo haré ascender»

«Ha estado trabajando en eso», le dice Herzog a Sarkozy en una llamada de principios de 2014.

Azibert ya era considerado como uno de los principales candidatos para el puesto en Mónaco, pero «si le das un empujón, siempre es mejor», dice Herzog en otra conversación.

«Lo haré ascender», le dice Sarkozy a Herzog, indica la acusación. Pero unos días más tarde, Sarkozy le comunica a su abogado que no hará esa «gestión» con las autoridades monegascas.

Una señal, indican los fiscales, de que los dos hombres se habían enterado de que la línea estaba pinchada.

«Todos estos son pequeños trozos de frases sacados de su contexto», dijo el abogado de Herzog, Paul-Albert Iweins, a la radio France Info el lunes, refiriéndose solo a «conversaciones entre amigos de muy larga data».

Pero en octubre de 2017, la Fiscalía Nacional Financiera francesa comparó los métodos de Sarkozy con los de un criminal experimentado.

Los tres acusados niegan cualquier pacto corrupto.

«Me explicaré ante el tribunal porque siempre he cumplido con mis obligaciones», reiteró recientemente en la cadena francesa BFMTV Sarkozy, y juró: «No soy un corrupto».

El delito de corrupción puede consistir en simples ofertas o promesas.

Sarkozy afirma ser víctima de una instrumentalización política de la justicia en su contra.

La validación de las escuchas telefónicas en marzo de 2016 por el más alto tribunal judicial francés fue una gran derrota para el expresidente, que considera que la transcripción de las conversaciones entre un abogado y su cliente es ilegal.

Este asunto se debatirá de nuevo en el juicio.

Otra demanda espera a Sarkozy en la primavera: el caso Bygmalion sobre sus gastos de campaña para las elecciones presidenciales de 2012, que perdió frente al socialista François Hollande.


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