China
Foto Rober Solsona - Europa Press

El embajador de China en Australia, Cheng Jingye, amenazó este lunes con boicotear el consumo de productos australianos, entre ellos, el vino, si Australia insiste en investigar el origen de la pandemia del coronavirus.

Cheng, que ha alertado de las consecuencias que podría acarrear para el país el insistir en la apertura de una pesquisa sobre el virus, ha dicho que «la sociedad china está frustrada y se siente decepcionada por lo que está haciendo Australia».

«Si esto va a ir a peor, la gente va a plantearse si vale la pena acudir a un país que no es tan amigable con China como parece», ha manifestado antes de advertir de que «los turistas quizá se lo piensen dos veces».

Así, durante una entrevista con el diario australiano The Australian Financial Review ha señalado que todo depende de la gente. «Quizá se planteen por qué deben beber el vino australiano o comer su carne», ha expresado.

Sus palabras tienen lugar después de que el primer ministro de Australia, Scott Morrison, se posicionara a favor de abrir una investigación independiente a escala internacional sobre el origen del coronavirus en China y la respuesta que el gigante asiático le dio en un principio a la emergencia sanitaria.

Por su parte, la ministra de Exteriores, de Australia, Marise Payne, ha aseverado que no es momento de amenazas, sino de «cooperación» a escala mundial, tal y como ha informado el periódico The Sydney Morning Herald.

Coerción económica con China

En este sentido, ha trasladado que el gobierno rechaza «cualquier sugerencia de coerción económica, la cual considera una respuesta inapropiada, cuando lo que se necesita es una cooperación global».

«Australia ha pedido una investigación independiente sobre el brote de covid-19, una crisis sin precedentes que tiene consecuencias graves sobre la salud, la economía y la sociedad», ha afirmado.

Tanto China como la Organización Mundial de la Salud forman parte de una investigación de la comunidad internacional por su manejo de la pandemia, la cual ha acarreado más de 171.000 muertos y casi 2,5 millones de casos en todo el mundo.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció a mediados de abril la suspensión de los fondos destinados a la organización. La ha acusado de «defender las acciones del gobierno chino» y de ayudar a «ocultar el peligro y la extensión que podía tener el brote».

Países como Francia, Alemania y Reino Unido se han sumado a las dudas sobre la gestión de la crisis por parte de China. Han puesto sobre la mesa la posibilidad de llevar a cabo una pesquisa de tal envergadura. China, por su parte, ha rechazado las críticas.


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