Ya es 2022 en Kiribari, Nueva Zelanda, Australia, China, Japón y otros territorios. Los ciudadanos de la nación insular de Kiribati, en el Pacífico Sur, fueron los primeros en recibir el Año Nuevo, seguidos de los habitantes de Tokelau, perteneciente a Nueva Zelanda, y Samoa.

Los más de 110.000 habitantes de Kiribati entraron en el 1 de enero a las 10.00 GMT del 31 de diciembre y las doce campanadas del Nuevo Año prosiguen en Tokelao, Samoa y otras naciones del Pacifico.

Estas naciones insulares llegan al 2022 menos afectadas por la pandemia de coronavirus que otros países gracias a su situación geográfica, aunque la crisis climática y al subida del nivel del mar son peligros que amenazan su supervivencia. Auckland fue la primera gran ciudad del mundo en recibir el Año Nuevo, a las 11.00 GMT del 31 de diciembre, aunque este año se han cancelado las celebraciones masivas y los fuegos artificiales debido a la pandemia.

Año Nuevo entre restricciones

Entre fiestas anuladas, toques de queda y otras restricciones, el mundo entra en el Año Nuevo tras un 2021 de pandemia de coronavirus en el que, pese al despliegue de vacunas, la variante ómicron provocó un auge de contagios nunca visto. Los últimos doce meses dejaron un cambio de presidente en Estados Unidos, unos Juegos Olímpicos sin espectadores, sueños de democracia rotos desde Afganistán a Myanmar o Nicaragua y la chocante imagen de Leo Messi sin la camiseta del Barcelona. Pero fue la pandemia, que entra en su tercer año, la que ha dominado nuevamente la vida de gran parte de la humanidad. Más de 5,4 millones de personas han muerto desde la detección del virus en el centro de China en diciembre de 2019.

Más de 280 millones contrajeron el virus según un balance de AFP en base a datos oficiales, aunque la cifra real puede ser muy superior.

Y casi toda la humanidad se ha visto arrastrada por un vaivén de confinamientos y restricciones en función de la evolución de la pandemia.

Las vacunas brindaron esperanza, con más de 60% de la población mundial inmunizada. Pero su distribución ha sido desigual, especialmente en países pobres, lo que ha facilitado la emergencia de nuevas variantes.

La última de ellas, ómicron, ha provocado por primera vez más de un millón de contagios en una semana, según un recuento de AFP.


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