Aunque nada se ha comparado con el Holocausto, han ocurrido genocidios posteriores a los hechos registrados durante la Segunda Guerra Mundial | AFP / Yad Vashem Archivo

Este lunes se conmemoran los 75 años de la liberación de Auschwitz, el mayor campo de concentración y exterminio de la Alemania nazi. Hoy, los sobrevivientes lloran y recuerdan con tristeza a 1.100.000 personas que fallecieron en ese lugar entre mayo de 1940 y enero de 1945. Mientras, recrudece el antisemitismo.

Todo parece indicar que la humanidad no ha logrado aprender de uno de los momentos más oscuros de su historia.

Así lo afirma la doctora en Ciencias Políticas Nora Fischbach, miembro del Comité Venezolano de Yad Vashem, una representación de los sobrevivientes del Holocausto. El pueblo judío lo define como la Shoá, cuya traducción del hebreo al castellano significa la catástrofe.

«Ahorita vemos signos en el mundo que vuelven a recordarnos los días del pasado. Están creciendo los populismos y el primer grupo que consideran un chivo expiatorio es a los judíos», alertó Fischbach.

Antisemitismo en el siglo XXI

La experta en los sucesos ocurridos en el campo de concentración y exterminio Auschwitz aseguró que en los últimos años se ha visto un aumento importante del antisemitismo, no solo en Estados Unidos, sino en países europeos. Resaltó a Inglaterra, Francia, Hungría y Alemania.

Recordó el ataque más reciente registrado en Estados Unidos contra los judíos. El pasado 28 de diciembre, un hombre irrumpió en la residencia de un rabino de Monsey, Nueva York, durante la celebración de la festividad religiosa de la Janucá. Después de herir a cinco personas con un arma blanca, pretendió ingresar en una sinagoga vecina, pero sus habitantes cerraron las puertas al ser alertados por los gritos en la vivienda del rabino.

Solo unos días antes, dos personas armadas entraron disparando de manera indiscriminada en un pequeño supermercado judío en Nueva Jersey. En ese ataque fallecieron seis personas, incluidas un policía y los dos atacantes.

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La experta en el campo de concentración y exterminio de Auschwitz aseguró que en los últimos años se ha visto un aumento importante del antisemitismo, no solo en Estados Unidos, sino en países europeos | AFP

Indicó que la canciller de Alemania, Angela Merkel, ha tenido que pedir que instituciones judías como los kindergärtner, las escuelas, los cementerios y los museos sean resguardadas por fuerzas especiales ante el creciente antisemitismo.

«Ningunas otras instituciones tienen que tener vigilancia. Eso no es normal«, dijo sobre el antisemitismo en el país donde al mando de Adolf Hitler se persiguió a los judíos al punto de asesinar a millones de ellos.

Fischbach señaló que el rechazo hacia los judíos ha originado que se les pida abstenerse de usar el kipá y que los ortodoxos y practicantes usen cachuchas por seguridad.

«¿Por qué tienes que esconder tu identidad? Inclusive se ha hablado de cambios de los nombres que son israelíes porque cuando oyen hablar en hebreo, los agreden», expresó.

Destacó que el nuevo antisemitismo va contra el Estado de Israel, ya que, incluso, existe un movimiento de boicot a la inversión que afecta a los productos israelíes, que resultan marcados para que no los compren.

«Entonces hay que empezar a ver las señales y no dejar que llegue a mayores proporciones. Creo que la humanidad no aprendió, no soy optimista sobre el futuro», expresó.

El nazismo, una amenaza latente

«Incluso el propio nazismo amenaza con volver a emerger, a veces abiertamente, a veces disfrazado«, advirtió el secretario general de la ONU, António Guterres, el pasado miércoles.

La experta en el tema coincide con las palabras de Guterres, ya que frecuentemente viaja a Alemania, donde ha visto de cerca el renacer del nazismo.

«Desacran los cementerios judíos con esvásticas y pinturas en las paredes con frases “Fuera los judíos”; “Hitler tenía razón”; “¿Por qué no fueron llevados todos al horno?”. ¿Por qué está pasando esto? Porque somos una minoría, el mundo tiene miles de millones de personas y los judíos hay nada más 18 millones», detalló.

Afirmó que por ello es esencial conmemorar el 27 de enero, para que no se olvide el Holocausto y para que no vuelva a repetirse.

«Hay que hacer una educación constante sobre este tema porque, sobre todo en los últimos tiempos, ha habido brotes importantes de antisemitismo», mantuvo.

Industrialización de la muerte

El campo de concentración y extermino Auschwitz-Birkenau, en Polonia, se convirtió en una máquina de matanza industrializada, enfatiza la experta. En ese lugar, los soldados nazis podían asesinar a 5.000 judíos cada día en los grandes baños con puertas herméticas y duchas en los que salían gas cianuro.

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Los que sobrevivían a las cámaras de gas eran obligados a vivir en barracas y a trabajar 14 horas al día, sin importar las condiciones climáticas | Foto BELGAIMAGE/AFP

«Auschwitz es el resultado de la modernidad e industrialización de la muerte, donde, supuestamente, uno de los países más intelectuales, con la gran música y grandes filósofos, se dedicó a matar a la gente en ese lugar», manifestó Fischbach.

Los que sobrevivían a las cámaras de gas eran obligados a vivir en barracas y a trabajar 14 horas al día, sin importar las condiciones climáticas. Lo que recibían para comer, si tenían suerte, consistía en algo líquido parecido al color del café.

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Lo que recibían para comer, si tenían suerte, consistía en algo líquido parecido al color del café | Foto AFP/Eric Schwab

Víctimas de políticas

Fischbach aclaró que, aunque nada se ha comparado con el Holocausto, han ocurrido genocidios posteriores a los hechos registrados durante la Segunda Guerra Mundial.

En ese sentido, se refirió al genocidio de Ruanda, un intento de exterminio de la población tutsi por parte del gobierno hegemónico hutu de ese país entre el 7 de abril y el 15 de julio. Se calcula que entre 500.000 y 1.000.000 de personas fueron asesinadas.

El genocidio de Ruanda fue un intento de exterminio de la población tutsi por parte del gobierno hegemónico hutu de ese país | Foto Archivo

También hizo alusión a la Noche de los Lápices en Argentina, que consistió en una serie de secuestros y asesinatos de estudiantes de secundaria durante la noche del 16 de septiembre de 1976 y días posteriores, en la ciudad de Plata, Buenos Aires. Ese hecho es conocido entre los eventos de represión cometidos por la última dictadura cívico-militar argentina.

Además, habló sobre el genocidio camboyano, llevado a cabo por el régimen maoísta de los Jemeres Rojos, un partido que gobernó entre 1975 y 1979. Con una política que se centró en torturas, ejecuciones masivas, trabajos forzados generalizados y malnutrición, ocasionaron la muerte de entre 1.500.000 y 3 millones de ciudadanos. Esa cifra se traduce en alrededor un tercio de la población de ese país.

Se trasladó al siglo XXI para mencionar al conflicto bélico que inició en Siria luego de las manifestaciones antigubernamentales de 2011. Esas protestas desencadenaron en enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas de ese país y la oposición siria. A lo largo de los años, entre 300.000 y 470.000 personas han fallecido y se ha desatado una crisis humanitaria, pues más de la mitad de la población ha tenido que huir de la guerra.

«Entonces no se ha aprendido nada. Muchas declaraciones de la ONU, muchos pronunciamientos, pero al final, los civiles se siguen viendo afectados por razones que no tienen nada que ver con ellos, sino con políticas de los Estados», recalcó.

El judío polaco que se hizo venezolano

Fischbach no solo tiene amplios conocimientos académicos sobre el Holocausto, sino que sus abuelos son sobrevivientes de la Shoá.

Relató que los nazis acabaron con la vida de los padres y hermanos de su abuelo, incluso con un sobrino de 3 años edad en Auschwitz.

Un tiempo después de terminada la guerra, su abuelo decidió no vivir más en Europa luego de escuchar a su hija hablar alemán. Decía que recordaba a los SS, una fuerza paramilitar e instrumento de terror del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán durante la Alemania nazi. 

Venezuela fue el país en el que terminó viviendo el resto de su vida. «Soy más venezolano que la arepa«, decía con un marcado acento polaco.

Como su abuelo, muchos judíos llegaron a la nación y a otros lugares del continente americano después de la Segunda Guerra Mundial.

Los que se quedaron en Venezuela lo hicieron porque se enamoraron del país, de su gente y del clima, distingue Fischbach.

«Siempre estaremos agradecidos por el recibimiento que nos dio el país en un determinado momento. Los que todavía quedamos acá, porque la comunidad ha sufrido un descrecimiento en la última época, seguimos contribuyendo con la sociedad venezolana». concluyó.

@esgabysaavedra


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