Briella, caso de presunto plagio

No es la primera ni será la última vez que pasa. En la música, el plagio, o supuesto plagio, no es algo nuevo. Ha estado presente a lo largo de la historia con casos que datan de hace 50 años sin importar el género. Desde George Harrison y Led Zeppelin, pasando por Coldplay y Taylor Swift, hasta Bad Bunny y la siempre señalada Shakira. La estrella colombiana fue acusada de supuesto plagio en su BZRP Music Sessions por el parecido de algunos fragmentos de la canción que hizo en colaboración con el productor argentino Bizarrap con el tema «Solo tú», de la cantante venezolana Briella.

Hace una semana, tras el lanzamiento de Shakira, María Gabriela Otaiza, conocida como Briella, venezolana de 23 años de edad, se sorprendió del parecido del hit dedicado a Gerard Piqué y su nueva pareja con la canción que había publicado hace seis meses y que, dijo, se hizo viral en TikTok. Sorprendida, acudió a sus redes sociales para consultar con sus seguidores si notaban la similitud. Inmediatamente, su publicación le dio la vuelta al mundo. Todos hablaban de supuesto plagio. Y, en el camino, aparecieron otras canciones con la misma melodía que la canción de Briella, que el éxito la estrella de “Antología”: «Dangerous in Love», de Secret Number ; «Married to Your Melody”, de Imanbek y Salem Ilese.

Entonces, ¿Realmente se puede hablar de plagio? Para Manuel Mirabal, abogado especialista en propiedad intelectual, sí existen los elementos para plantear un caso posible y avanzar hasta que se negocie o demuestre lo contrario. Aunque demostrar que Shakira usó la canción de Briella como inspiración es un proceso complicado, no es imposible. «Lo primero que hay que hacer es revisar cuáles pruebas tendrían cabida en este caso. Habría que evaluar cada elemento posible y que haya incidido en la creación del tema, no solo se trata de la fecha de publicación, sino de cuándo comenzó el proceso de producción. Esa sería la prueba inicial. Allí es donde la cuestión se puede tornar complicada porque, de repente, se descubre que la producción del tema de Shakira y Bizarrap se hizo haces dos años, porque el tiempo en que uno publica no necesariamente es en el que se realizó la canción y ese es el posible jaque mate», explica.

Y agrega: «Es importante tener en cuenta que el derecho no nace con el registro, según la ley, tanto en Venezuela como Estados Unidos y en Armonía con el Convenio de Berna, se comprende que este nace con la creación de la obra y la propia publicación en redes sociales por parte de Briella es un medio que da prueba ello, por lo cual, en principio no es necesario haber registrado la pieza.

Aunque el plagio varía dependiendo de la legislación, en Venezuela no es un delito autónomo sino un agravante. «En materia de derechos de autor, los delitos autónomos son principalmente dos: la reproducción no autorizada y la comunicación pública no autorizada de una obra protegida por derechos de autor. Estos son los delitos básicos porque tienen que ver con un aprovechamiento que lesiona la esfera económica del titular de los derechos. Una vez que tienes una reproducción no autorizada, en la que se hace una atribución de lo que llaman derecho de paternidad, cuando no das los créditos o te apropias de algo, allí comienza el plagio», continúa Mirabal.

En algunos países como Estados Unidos, existe algo llamado licencias compulsorias, afirma. ¿Qué son? Es un tipo de licencia que permite a los artistas hacer versiones de canciones previas bajo ciertas condiciones sin necesidad de pedir una autorización expresa del titular de los derechos; sin embargo, las regalías por derechos de autor van para el creador de la canción original. «Esto fue lo que hizo Jonathan Molly con ‘Pepas’. Él hizo un arreglo en merengue y a través las licencias compulsorias las regalías por derechos de autor van completamente para el equipo de Farruko, nada para Jonathan Molly; él solo cobra lo que se genere de la grabación o fonograma, también conocido como los derechos del máster», detalla el abogado.

En el caso de Briella, el especialista en propiedad intelectual considera que lo ideal hubiese sido que en la BZRP Music Session Nº 53 se hubiese agregado a Briella o sus productores en los créditos para atribuir un porcentaje para la cantante venezolana, ya que se hizo una interpolación de dos fragmentos de «Solo tú» a través de una licencia compulsoria. «Hay algo delicado con el tema de las licencias compulsorias, que es todo o nada. O sea, tú no puedes decir ‘mira a ella le toca 10 o 20% porque solo utilicé un pedacito’. Si colocas en tu canción que se hizo a través de una licencia compulsoria sin pedir autorizaciones, el 100% de los derechos de autor van para ella (Briella) y, evidentemente, lo que se utilizó fue un pedazo porque la letra es de Shakira».

Mirabal también señala que podría tratarse de un caso de plagio inconsciente, como le ocurrió a George Harrison con «My Sweet Lord«. «Aunque normalmente es muy difícil de probar en tribunales, tenemos el precedente de George Harrison, que tuvo que pagar 587 mil dólares y demostrar que no quiso copiar ‘He’s so Fine’ de The Chiffons. La sentencia determinó que, al parecer, él había escuchado la canción en algún momento y tenía la referencia en su cabeza, pero no se dio cuenta y recreó el patrón», cuenta.

Sin embargo, al haber otras canciones similares a las de Shakira y Briella, si la venezolana demanda o llega a un acuerdo con el equipo de la colombiana se podría producir una reacción en cadena.

“Aunque sí puede darse una situación igual a la de la demanda del reguetón, yo creo que el uso que hizo Briella es un poco casual, porque usó una escala común y nadie es dueño de las escalas. No creo que haya sido una copia de las canciones previas. Pero cuando escuchas la de Shakira es distinto, parece causal porque hay detalles relacionados con la forma en la que se produjo musicalmente el tema y el tiempo en el que se hizo que coinciden. Es decir, Shakira no hizo esto hace unas semanas, se hizo hace meses y existe la posibilidad de que hayan tenido acceso específicamente a lo que hizo Briella. Allí es donde se abre la posibilidad de un caso de plagio», explica el abogado.

Un molde que se repite eternamente

El plagio es un fenómeno que ha estado presente en la historia de la música, explica Félix Allueva, promotor cultural y presidente de la Fundación Nuevas Bandas. Sin embargo, a partir de la década de los años 50 hubo un aumento luego de la aparición del rock and roll y su consumo masivo, que lo convirtió en un factor del capitalismo como palanca de desarrollo de la economía. «En ese entonces, se empiezan a grabar más discos, comienzan los singles, que eran ese formato de 45 rpm, los viniles pequeños. Aquí surgen los primeros problemas porque los primeros rockanroleros, me atrevería a decir que casi todos, toman viejos temas de lo que era el R&B norteamericano y comienza a versionarlos, a veces con permiso pero casi siempre sin él. Es decir, sencillamente tomaban el tema, lo versionaban y lo vendían. Poco a poco, eso se regularizó, aparecieron los derechos de autor y hubo un poco más de control sobre las grabaciones», detalla.

Pero, añade Allueva, lo que ocurrió en la década de los 50 con el rock and roll se ha repetido hasta ahora, con la única diferencia de que, a finales de siglo, con la aparición del Internet, la música digital y las redes sociales las posibilidades de detectar con más rapidez un posible plagio aumentaron. «Ya era más fácil tener acceso a la música y, a partir de allí, podías copiar, consciente o inconscientemente; sin embargo, también existía la posibilidad de detectar más rápidamente el fenómeno del plagio o el posible plagio. Entonces, cuando llegamos ya a este momento, 2022-2023, esa autopista de doble vía en la que se tiene muchísima información, la posibilidad de detectar más rápidamente cualquier factor de plagio se convierte en algo normal», explica.

Para Félix Allueva, si se hace una escucha simple, sin analizar la música, la canción de Shakira y Briella suenan muy similares; sin embargo, son diferentes. «Si prestas atención vas a detectar que hay líneas que no se llegan a cruzar. Por ejemplo, el beat y el ritmo en una canción y en la otra son distintos. En el tema de Briella es un beat muy lanzado hacia la onda urbana, incluso con complementos casi de reguetón, pero cuando escuchas el de Shakira es un beat muy retro, muy de la música para bailar en los años 80. Entonces a nivel de ritmo dices ‘mira no, son cosas distintas’. En la escala, si revisas la progresión melódica notarás que son muy parecidas, pero no iguales. Donde se afinca la gente que dice que es plagio es en la sílaba «U»; musicalmente es una maravilla porque pega con muchas cosas, es casi como una especie de silbido. Es algo que puedes utilizar muchísimo. De hecho, ese corito o ese fraseo de la U es un modelo que se viene repitiendo desde los años 60. Por eso va ser difícil catalogarlo de plagio. Yo creo que quedará como una anécdota», considera.

Aunque hay géneros que por su estructura limitada tienden a repetir patrones musicales, esto es algo que puede ocurrir en cualquier estilo. «Desde la salsa hasta el hip hop tienden a repetir cosas y en algunos casos puede que parezca plagio. Hay géneros o subgéneros en los que, por su limitada estructura rítmica y melódica, es posible que el sonido se parezca tanto que se pueda, sin querer, realizar un tema o una composición que esté muy cargada de cosas parecidas. Por ejemplo, cuando escuchas mucho house o techno es posible que tiendas a la repetición de ciertas cosas. Esto también puede ocurrir en la música urbana porque tiene una estructura repetitiva ¿Puede variar? Sí, indudablemente varía, pero se corre el riesgo de repetir y a veces hasta de copiar ciertas cosas», dice

¿Quiénes son los responsables de evitar el plagio?

Aunque muchas veces los artistas están involucrados en todo el proceso creativo, en ocasiones –por desconocimiento– no detectan que sus canciones podrían caer en un posible plagio. Entonces, en este sentido, el rol de productor es muy importante para evitar este tipo de situaciones, considera José Luis «Cheo» Pardo, productor y exguitarrista de Los Amigos Invisibles. «Es el que debe estar más pilas porque es el que da el ‘sí’. Uno termina siendo el culpable si pasa algo indebido. A veces el artista es más inexperto, por eso el productor debe estar pendiente de que no se esté copiando nada y si algo se parece mucho a otra cosa. El productor tiene mucha responsabilidad porque es el que tiene la última palabra», afirma.

Pardo explica que siempre existe el temor de que cuando se está trabajando en un tema se parezca mucho a otro. Por eso, asegura que es muy importante investigar mucho y, si es posible, consultar con otros. «Hay una historia muy divertida de Paul McCartney cuando escribió ‘Yesterday’. Él pasó toda una semana preguntándole a la gente si esa canción existía porque no podía creer que se le había ocurrido a él. Ese es un temor común cuando se hace música, en parte porque cuando haces música todavía estás escuchando otra música. A veces el inconsciente te traiciona con una melodía que crees que es tuya y de repente no es así. Muchas veces a se me ocurren cosas y se las pongo a amigos para que me digan si las habían escuchado en otro lado y pasa que te dicen que se parece a tal canción», cuenta.

Una forma para los artistas de protegerse es a través de contratos, explica Manuel Mirabal. «Por ejemplo, si en el caso de Shakira se demuestra que efectivamente se tomó como referencia la canción de Briella, pero Shakira hizo que sus productores, Bizarrap y Keityn, firmaran un contrato en el que se comprometen y aseguren que la música es original y que ante cualquier demanda o reclamo de terceros ellos son quienes se responsabilicen (…) Así es como tienen que hacerse estas cosas, porque lo que estamos poniendo en tela de juicio es el papel de la creatividad y la originalidad», asegura.

Aunque si es posible usar referencias de otras canciones, es importante hacerlo de la manera correcta: comprando la licencia o dando los créditos. «Por ejemplo, en el caso de ‘Do you Think I’m Sexy’, de Rod Stewart, que toma una frase de Jorge Ben Jor y lo incluye en el crédito. En el caso de Shakira, si de verdad tomó inspiración del tema de Briella, lo correcto es incluirla en el crédito para que gane cada vez que la canción suene y eso es lo que mucha gente hace», dice Pardo, quien asegura que –si se desea– lo que hay que tratar de replicar es el sentimiento de la música que se tiene como referencia, no el sonido exacto.

Con respecto a la música, Felix Allueva dice que desde finales de la década de los 90 no hay nada nuevo. Lo último que apareció fue el hip hop y la música electrónica. Entonces, todo lo que ha surgido luego son mezclas de lo que ya existe, por lo que es aún  más complicado no caer en repeticiones. «Lo que estamos haciendo es reciclar infinitamente, y en ese proceso de reciclar por supuesto que te vas a conseguir con que hay composiciones o arreglos que se van a parecer mucho a alguna cosa que escuchaste en algún momento. Entonces, creo que estamos destinados en los próximos años a repetir mucho. En el camino vamos a encontrarnos también muchas veces con que esto es o no es plagio, es consciente o es inconsciente, es casual o no es casual. El terreno que tenemos al frente es muy movedizo», asegura.

Pardo coincide en que, inevitablemente, la música se va a repetir porque para los seres humanos hay sonidos que resultan familiares y con los que las personas se sienten más cómodas. «Así como en Turquía o Israel se escucha otro tipo de melodías que son familiares al oído, el oído humano siempre busca confort, algo que se relacione con situaciones que te hagan sentir alegre o triste. Es una condición neurológica en la que el cerebro busca ciertas melodías para sentirse bien o sentirse mal y el músico siempre va a tratar de acercarse a esas melodías para lograr esa conexión», afirma el productor.

Para Allueva el futuro de la música está en explorar los sonidos populares, el folklore. «Nos vamos a empezar a nutrir de elementos folklóricos de todas partes del mundo. Por ejemplo, en el caso venezolano, si revisas las listas, yo me di la tarea de hacerlo, ves que los mejores discos del año pasado en diversos espacios el 50%, si no más, son de proyectos que se nutren del folklore venezolano y del folklore latino en general. Ya las bandas pop, incluso las bandas rock, están teniendo algunos subgéneros de raíz y de ahí se están aprovechando, incorporando incluso instrumentos como el cuatro, que ahora está en todos lados y que hace 20 años no era así. Entonces creo que el futuro de la música está en una retromirada al folklore».


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