Mayi Eloísa Martínez
Foto Diana Carmona

Mayi Eloísa Martínez tiene varias historias en desarrollo, todavía borradores. Algunas llegan rápido, como su primera novela Apartamento 11, y otras le toman más tiempo, como fue el caso de Abuela Ave, el libro más reciente de la escritora venezolana publicado por el prestigioso grupo editorial Penguin Random House en Chile.

A diferencia de su primera novela –reconocida con galardones como Premio Barco de Vapor en Chile (2019), Los mejores libros para niños y jóvenes por el Banco del Libro (2020) y el Premio Fundación Cuatrogatos (2021)–, Abuela Ave le tomó más tiempo desarrollar. La historia, inspirada en su relación con su abuela, surgió hace tres años, durante la pandemia. En ese entonces, la venezolana trabajó en algunas páginas hasta que, al poco tiempo, decidió pausar la historia mientras regresaba la inspiración.

Un año más tarde, Martínez postuló su novela, aún por terminar en ese momento, al Fondo de Cultura de Creación que otorga el Ministerio de las Culturas de Chile a distintos proyectos. Ganó. El premio la motivó a darle un cierre a la historia. Y lo logró. Al poco tiempo, Penguin Random House, que ya conocía de la venezolana por Apartamento 11, la contactó para preguntarle si tenía alguna historia. Ella mostró Abuela Ave. Les gustó y comenzó el proceso editorial hasta que el pasado 1° de abril la novela llegó a las librerías chilenas.

Mayi Eloísa Martínez
Foto Diana Carmona

«Para mí fue super emocionante, no me lo creía, todavía no me lo creo. Este ha sido un abril muy raro y rápido. Todo empezó el día 1 cuando salió la novela. Ha sido bastante impactante y emocionante. Espero que le vaya bien al igual que a mi otra novela», dice Mayi Eloísa Martínez desde Chile, donde reside desde 2014.

Abuela Ave narra la historia de Eli, una niña de 9 años que tiene una relación muy especial con su abuela, quien la cuida todas las tardes. Un día, cuando no la encuentra en casa, se enfrenta a un miedo que hasta el momento creía muy lejano.

Aunque Abuela Ave está inspirada en la relación de la venezolana con su abuela, la historia incluye elementos de ficción, lo que hizo el relato más sencillo y le dio más libertad a la escritora. «Uso cosas de mi propia historia pero también le pongo ficción, por suerte no es una novela de no ficción en la que me tengo que apegar a un diálogo de algo que realmente pasó. Tomo como personajes a mi abuela y a mí, pero todo lo que ocurre en la novela no sucedió», cuenta la escritora de 29 años de edad.

Aunque sus historias son sobre niños o están narradas desde la perspectiva de niños, a Mayi le gusta incluir temas complejos como el bullying, en el caso de Abuela Ave, y conflictos sociales, en el caso de Apartamento 11. «Por muchos años la literatura infantil, o una parte de ella, ha tenido a los niños y niñas en una suerte de cajita de cristal, sin tocar temas difíciles. Creo que los temas difíciles, que son los que me gustan, pueden tratarse con humor, sensibilidad e imaginación», afirma.

Abuela Ave

Cuando Martínez escribió las historias, tanto de Abuela Ave como de Apartamento 11, no lo hizo pensando en que estarían dirigidas solo a niños. Para ella sus novelas están dirigidas a todo público. «Mis libros son en realidad para todas las edades: los puede leer un niño o niña, su hermano adolescente, su padre o madre, sus abuelos. Mis libros tratan temas que pueden interesar a todas las edades. Además de narrativa, yo escribo poesía; mucha de ella podría considerarse de adultos, porque tratan de otras temáticas y con otro lenguaje, pero a mí me cuesta mucho hacer esa diferenciación niño-adulto, como si fueran públicos contrarios. No creo en esas barreras en la literatura por edad», dice.

Al escribir para niños o desde la perspectiva de un niño lo más difícil es encontrar una voz que conecte con el lector. Por eso, la escritora asegura que es importante tener una buena conexión con el niño interior. «Si uno no tiene relación con la infancia, y con su propia infancia, no se puede ‘forzar’ a escribir literatura infantil, porque saldrá algo falso», considera Mayi, quien explica que la literatura infantil suele ser vista como un género menor, cuando no lo es. «Es verdad que hay muchos libros para niños comerciales y sin ningún valor literario, pero hay grandes autores que han escrito y siguen escribiendo literatura infantil. Es como si juzgáramos a toda la literatura porque se venden libros de autoayuda. Estos no nos representan y no tienen nada que ver con literatura, como esos libros que resumen películas de Disney tampoco tienen relación alguna con la literatura infantil».

De los autores de literatura infantil, a la venezolana le gustan los libros de Roal Dahl, Christine Nostlinger, Shaun Tan, entre otros. «También me gustan muchos de los libros de editoriales como Ekaré, libros del Zorro Rojo, Amanuta, Camelia, Alfaguara Infantil, así como esas antiguas colecciones de Monte Ávila Editores donde se publicaron muchos autores nacionales de literatura infantil», dice.

Mayi Eloísa Martínez

La escritura y el arte siempre estuvieron presentes en la vida de la venezolana. Hija de la periodista y escritora Mireya Tabuas y del dramaturgo Néstor Caballero, creció en un ambiente muy rico culturalmente, que influenció su manera de escribir y sus intereses. «En mi casa se leía y escribía. Mi apartamento estaba lleno de libros, íbamos a las obras de mi papá, a los bautizos de libros de mi mamá, yo pasé además muchas tardes en El Nacional, donde estaba rodeada de periodistas. Por supuesto, he leído a mis padres y estoy segura de que han influenciado en mi narrativa, sobre todo mi mamá, que también escribe literatura infantil y que también toca temas profundos en ella», cuenta la joven autora, quien considera que escribe de forma similar a su mamá. «Cuando reviso mis textos, a veces siento que la estoy leyendo», confiesa.

Otro aspecto que considera que influenció su narrativa fue emigrar, lo que le permitió tener más oportunidades. En 2014, Mayi Martínez se mudó con su familia a Chile, donde realizó una licenciatura en Traducción y un diplomado en Literatura Infantil en la Universidad Diego Portales de Santiago de Chile. «En primer lugar, vi mi propio país a la distancia y eso ayuda a entenderlo más. En segundo lugar, tuve oportunidad de formar parte de varios talleres literarios con escritores chilenos importantes de distintas generaciones, como Raúl Zurita, Héctor Hernández y Juan Carreño. Zurita, por ejemplo, escribió unas palabras en la contratapa de mi poemario Sujetos, lo que me enorgullece».

De no haber emigrado, Martínez cree que igual se hubiera dedicado a la escritura. «De niña, a los 13 años, gané el primer lugar del Concurso de Poesía Liceísta de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello. Eran poemas que había hecho a los 11 años en el colegio. Luego, en la UCV, cuando estudiaba Psicología, creamos un círculo de lectura poética», recuerda la autora que de niña jamás se hubiese imaginado viviendo fuera de Venezuela. «La Mayi niña no se hubiese querido ir de Venezuela. La Mayi adolescente tampoco. La Mayi universitaria también estaba negada a irse. Pero me tocó hacerlo y creo que ha sido un aprendizaje y una oportunidad. Si le hubiese preguntado a la Mayi niña si se imaginaba en otro país, creo que hubiese respondido ‘¿De paseo?, sí, pero después volvemos'».

Mayi Eloísa Martínez
Foto Diana Carmona

Aunque en sus libros no menciona a Venezuela, el país siempre está presente en sus historias a través del lenguaje y las palabras que usa. «La venezolanidad está ahí en la forma de escribir».

Mayi Eloísa Martínez trabaja como editora en la editorial chilena Contrapunto, lo que le ha permitido valorar otros temas. «Aprendo mucho de la lectura de textos de otros, porque me ha tocado editar desde libros médicos, científicos y de divulgación hasta libros para niños chiquitos. Además, traduzco, que es la carrera que estudié en Chile», dice. Trabaja también en varias historias que tiene en pausa y espera publicar su segundo poemario. «Tengo varias historias guardadas en mi computadora, y un libro álbum de un tema muy difícil que hice con la ilustradora Camila Curiel y que espero le interese a alguna editorial».

En el futuro, no se ve haciendo otra cosa que no sea escribir. Para la joven escritora los reconocimientos y los logros alcanzados con sus dos novelas no suponen presión para las próximas. «Yo escribo porque me gusta y porque necesito hacerlo. Más que presión, lo que espero es que esto sea una forma de visibilización de mi trabajo y que me ayude a poder publicar más».


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