Hugh Grant
Foto Archivo

La vida puede ser difícil, aunque a veces le suceden cosas extraordinarias hasta al más corriente de los hombres, como encontrarse en cuatro casamientos seguidos con el amor de su vida (Cuatro bodas y un funeral) o que la actriz más bella y famosa de Hollywood entre a curiosear a su modesta librería de Londres y se enamore de él (Un lugar llamado Notting Hill). Hugh Grant supo encarnar como nadie al tipo común con suerte. Un chico algo inseguro como cualquier otro, obligado a tomar envión para lanzarse de lleno al amor más allá de sus limitaciones.

Quienes mejor conocen a Grant -empezando por él mismo- aseguran que el actor británico, quien cumplió 60 el 7 de septiembre, no se parece en casi nada a ese inglés modosito de buen corazón incapaz de lastimar a nadie (al menos a propósito) con el que se forjó una carrera en el cine. Él mismo reconoció en más de una entrevista que su modo de ser está más cerca de Daniel Cleaver, el seductor infiel por el que Bridget Jones solía perder la cabeza y que interpretó dos veces en El diario de Bridget Jones (2001) y Bridget Jones: al borde de la razón (2004), las películas basadas en los bestsellers de Helen Fielding.

Es posible que Grant se viera obligado a hacer este tipo de afirmaciones después de su resonado escándalo mediático de 1995, cuando fue detenido en el Sunset Boulevard de Hollywood recibiendo sexo oral de una prostituta llamada Divine Brown. O que sean producto de su imbatible sentido del humor, el mismo por el que el legendario Jay Leno lo incluyó alguna vez en su lista de los únicos 18 famosos que valía la pena invitar a un programa de televisión.

Lo cierto es que desde que pudo desembarazarse del papel de galán un poco tartamudo que lo lanzó a la fama a mediados de los 90, Grant no sólo demostró tener dotes de comediante más allá del género romántico en el que dejó su marca, sino que se animó a personajes mucho más complejos. Como por ejemplo el del inescrupuloso Jeremy Thorpe de la miniserie A Very English Scandal (2018), de Stephen Frears, un político británico liberal que mandó a matar a su amante Norman Scott a fines de los 70 por temor a que arruinara su carrera. El papel le valió una nominación al Globo de Oro como Mejor Actor y demostró que la carrera de Grant está lejos de haber terminado.

Un éxito inesperado

Grant llevaba más de diez años actuando en cine y televisión cuando, a los 34 años, le llegó su primer gran éxito de taquilla y la película que lo lanzaría a la fama mundial: la comedia romántica Cuatro bodas y un funeral (1994), de Mike Newell. Había debutado en cine en 1982 con Privileged, de Michael Hoffman, en donde interpretó a un joven inglés de clase alta, aunque fue Maurice, de James Ivory, la que le abrió las puertas de la industria. Grant y James Wilby fueron incluso distinguidos con la Copa Volpi al Mejor Actor en el Festival de Venecia de 1987 por esta historia de amor gay en la Inglaterra de principios del siglo XX.

A ese papel le siguieron unos cuantos más en cine y televisión, la mayoría de ellos olvidables, en palabras del propio actor, quien llegó a decir de uno de sus trabajos de aquel entonces, La guarida del gusano blanco (1988), de Ken Russell, que podía llegar a ser buena si se le veía «muy drogado». Con unas pocas excepciones, como la perturbadora Perversa luna de hiel (1992), de Roman Polanski, donde le tocó interpretar a un joven esposo convertido en la marioneta de una pareja obsesionada con los juegos de sexo y poder.

«Después de Maurice estaba tan emocionado con que me ofrecieran papeles que acepté cualquier basura», recordaría Grant años después. Quizá por eso, cuando su agente le envió un guion bueno -el de Cuatro bodas y un funeral, firmado por Richard Curtis-, pensó que se trataba de un error. Si bien el actor de ojos celestes y jopo rebelde no convenció en su primera audición al guionista -quien buscaba a alguien menos lindo y más inseguro, como él mismo-, Newell logró persuadirlo de que Grant era perfecto para el papel. Legiones de mujeres jóvenes y no tan jóvenes en todo el mundo coincidieron con él y quedaron rendidas ante el torpe encanto con el que dotó al personaje de Charles, el chico de anteojos gruesos que se escapaba de su propia boda para confesarle a Carrie (Andie MacDowell) que quería compartir el resto de su vida con ella.

Un nuevo rey para la comedia romántica

La película de Newell le valió a Grant un Bafta y un Globo de Oro. Las ofertas de trabajo no paraban de llegar. De la noche a la mañana se convirtió en el galán que todos querían para sus películas, empezando por Curtis, con el que la estrella británica volvería a trabajar en algunas de sus comedias románticas más recordadas, como Un lugar llamado Notting Hill (1999), junto a Julia Roberts, o Love Actually (2003). En tiempos de Tony Blair y en plena Guerra de Irak, Grant interpretó en esta comedia navideña coral a un primer ministro británico joven y sensible que se enamoraba de su asistente y se plantaba ante el prepotente presidente de los Estados Unidos. De todas formas, lo que probablemente mejor recuerden los fans de la película es la escena en la que Grant improvisaba una de las coreografías más ridículas de la historia del cine meneando las caderas al ritmo de «Jump», de las Pointer Sisters.

Con el tiempo, el actor renegaría en más de una oportunidad por haber aceptado papeles similares en distintas películas después de Cuatro bodas y un funeral. El muchacho inglés que no podía evitar ser amable y educado se fue filtrando en varios de sus personajes. «No sólo me preocupaba que me encorsetaran en el mismo papel, sino que realmente lo alenté de forma vergonzosa. Creo que una parte de mí pensó: ‘la gente ama esto, así que lo seguiré haciendo’. Y fue un grave error», confesaría años después. El joven enamorado y dubitativo reencarnó incluso en personajes de época como el Edward de Sensatez y sentimientos (1995), de Ang Lee, en la que compartió cartel con su amiga Emma Thompson y con Kate Winslet.

Esto no impidió que Grant se convirtiera en una de las últimas grandes estrellas de la comedia romántica, género en el que incursionó en varias oportunidades y en el que fue virando hacia personajes menos inocentes y más jugosos, como el ya citado Daniel Cleaver, el jefe mujeriego que suspiraba por la ropa interior extralarge de Bridget Jones. También le sentaron muy bien los galanes maduros un poco perdedores, como el émulo de Simon LeBon que cantaba «Pop! Goes My Heart» con camisa de volados blancos de Letra y música (2007) o el famoso guionista reconvertido en profesor universitario que elegía a sus alumnas por sus fotos de perfil de Escribiendo de amor (2014), las dos de Marc Lawrence.

Una vida privada reservada

La relación amorosa más conocida y publicitada de Grant fue la que tuvo con la actriz británica Elizabeth Hurley, con quien estuvo en pareja durante trece años (1987-2000) y atravesó el enorme escándalo mediático que se desató cuando fue detenido junto a Divine Brown y fotografiado para la posteridad mirando a cámara en su chomba a rayas. Contra todos los pronósticos, el incidente no sólo no arruinó la carrera del actor -que recién despegaba- sino que tampoco pudo con su pareja. Hurley permaneció a su lado cinco años más. «Somos como hermanos», comentó el actor en una entrevista en 2018. «Pasamos de la nada a ser algo juntos, después de haber vivido años terribles al principio. Solemos llamar esa época ‘el invierno del descontento’. Ninguno de los dos tenía trabajo, vivíamos en un departamento chiquito en Earls Court. Esas cosas te unen mucho. Es una buena persona, quiero que sea feliz», añadió. El vínculo es tan sólido que Grant se convirtió en el padrino del primer y único hijo de Hurley, Damian. Tiempo después, él la eligió como madrina de su primera hija, Tabitha.

Si bien se le conocieron otras mujeres, como Jemima Goldsmith, con quien estuvo en pareja de 2004 a 2007, durante mucho tiempo el matrimonio y la paternidad no parecieron interesarle demasiado. Su vida amorosa era más bien como la de Will, el soltero reacio al compromiso que interpretó en Un gran chico (2002), la adaptación al cine de la novela de Nick Hornby. «¿Que si creo que los seres humanos están destinados a estar en relaciones monógamas y fieles durante 40 años? No, no, no. ¿Quién lo dijo? Sólo la Biblia o algo así. Nadie dijo nunca que esa fuera una buena idea», le comentó al moderador Howard Stern en 2016 mientras promocionaba Florence Foster Jenkins, en la que actuó junto a Meryl Streep.

Grant ya había pasado los 50 cuando en 2011 nació Tabitha, resultado de un affaire con una mujer china llamada Tinglan Hong. Entrevistado al año siguiente por Ellen DeGeneres, reconoció que la niña había sido una sorpresa, pero «una sorpresa muy linda». Poco más de un año después, en 2013, la mujer dio a luz a Felix, sin que ambos estuvieran en pareja. Por la misma época, Grant comenzó a salir con la productora de TV sueca Anna Eberstein, con quien tuvo otros tres hijos. El primero de ellos, John, nació un poco antes que Felix, su segundo hijo con Hong. Finalmente, Grant le dio el sí a Eberstein en 2018. A sus 57 años, era un hombre casado.

El actor es un gran defensor de su privacidad y se enfrentó incluso públicamente al magnate de los medios australianos Rupert Murdoch, acusado de pinchar su teléfono y el de otros famosos para obtener primicias para sus tabloides. Si bien habla poco de su vida íntima, suele referirse con ternura a sus hijos. «Saben que su papá aparece a veces al costado de los autobuses. Pero creo que creen que todos los papás están ahí», comentó entre risas.

Una carrera en permanente evolución

Después de los 50, Grant pudo probar suerte con papeles más oscuros, como los seis villanos que interpretó para Cloud Atlas (2012), de Tom Tykwer y las hermanas Wachowski (entre ellos un temible caníbal posapocalíptico); Phoenix Buchanan, el vanidoso y malvado actor venido a menos que compuso en Paddington 2, o el detective extorsionador de The Gentlemen: los señores de la mafia (2019), de Guy Ritchie.

En 2017, mientras promocionaba la comedia familiar dirigida por Paul King, aseguró que había sido «liberador» interpretar al actor de personalidad múltiple que mandaba a la cárcel al osito peruano. «Ése soy yo realmente. Me pasé años haciéndoles creer que era este inglés simpático y tierno. Pero a los que me conocen siempre le pareció ridículo que la gente pensara que yo era eso».

Tras su celebrada interpretación de Jeremy Thorpe en A Very English Scandal, Grant volverá a incursionar en la televisión con la producción de HBO The Undoing, en la que compondrá junto a Nicole Kidman un matrimonio cuya vida se ve trastocada «tras una serie de terribles revelaciones». Del creador de Big Little Lies, David E. Kelley, la miniserie está dirigida y producida por la cineasta danesa Susanne Bier y su estreno está previsto para octubre próximo.

Al parecer, aún hay Hugh Grant para rato. Aunque a sus 60 años peine canas y ya no sea el indicado para interpretar a ese joven tímido que andaba por ahí declarando su amor bajo la lluvia o en conferencias de prensa.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!