Alfabeto del mundo
Durante la grabación del programa | Foto Ramsés Romero @rrbfotos

En la fría cabina de grabación del programa Alfabeto del mundo, transmitido por el circuito Unión Radio, la familiaridad de sus conductores rompe el hielo. El librero y escritor Ricardo Ramírez Requena y la editora y escritora Sashenka García conversan entre ellos mientras Juan Juárez, productor, y Jean Carlos Caravallo, en la consola del sonido, finiquitan los últimos detalles para la grabación de un nuevo episodio. Es lunes. El programa está dedicado a 70 años de historias migrantes, un libro de crónicas que reúne historias de migración desde diferentes ángulos. El invitado es el periodista y editor Sergio Dahbar, quien realizó el trabajo compilatorio en alianza con la editorial Singular.

“Vamos a ponernos en sintonía”, comenta García cuando todos los detalles técnicos están resueltos. Se pone los audífonos, se acerca al micrófono y repasa, una última vez, el guion del programa. A su lado, Ramírez Requena hace lo mismo. A una señal de Caravallo, ambos introducen el tema del episodio y quién será el invitado. No hay ni rastros de ese temor e inexperiencia que sentían hace más de un año cuando María Alejandra López, vicepresidenta de Producción de Unión Radio, se comunicó con Ramírez para proponerle realizar un programa cultural “lo más abierto posible”. Mientras hablan frente al micrófono, los dos egresados de la escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV) muestran confiados lo que han aprendido durante este año de programa. Ha sido un reto para ambos que aceptaron gustosos.

El programa de Alfabeto del mundo | Foto Ramsés Romero

Alfabeto del mundo, nombre homónimo del poemario de Eugenio Montejo, salió al aire por el 18 de agosto de 2021, luego de varias conversaciones entre los miembros del equipo. “Hablamos con Lenin Pérez Pérez para que nos apoyara en desarrollar el guion y otras cosas que eran indispensables. Pensamos en una persona que ayudara definir el programa, tenía que ser una mujer con unas cualidades particulares. Yo pensé de inmediato en Sashenka, me comuniqué con ella y dijo de entrada que sí. Comenzamos a armar el programa, nunca pensamos que fuera tan difícil. Grabamos el primer piloto y otros más. Después es como aprender a bailar: es algo que se asume y se va dando. Hemos ido rastreando un poco las inquietudes de los venezolanos con respecto a la cultura en el país y también en el extranjero”, explica Ramírez.

Fue una experiencia retadora, revela Sashenka García. Todavía siente un pequeño susto cada vez que está frente al micrófono. “La idea de Unión Radio es que fuera un programa de cultura lo más amplio posible. Nosotros nos hicimos muchas preguntas cuando empezamos a pensar los pilotos, pero la misma respuesta de los oyentes, nuestros amigos, el feedback del circuito nos ha ido llevando de la mano”, asegura la editora.

Ramírez y García se sumergieron en una profunda reflexión sobre lo que querían: entender qué es la venezolanidad actualmente. No era un propósito sencillo, con la fuerte crisis migratoria, los venezolanos están regados por el mundo, cada uno de ellos afrontando retos distintos. Sabían que no deseaban que el espacio creara una dicotomía. Querían entablar un diálogo en el que todos se pudieran encontrar, un espacio para el debate y la reflexión. Así lo hicieron.

“Hay proyectos increíbles de gente convencida trabajando por la cultura. Hablamos de Cumaná, Puerto Ordaz, hablé con unos libreros en Margarita que escuchan el programa. Allí es cuando te das cuenta de que estamos permitiendo que se conozcan otras voces. Damos a conocer el trabajo de las organizaciones culturales del interior del país y hacemos una construcción en gerundio de qué es ser venezolano en 2022”, afirma García.

Ramírez sigue apostando por la reflexión y la rigurosidad. “Hemos iniciado el camino. Nos interesa dejar las puertas abiertas, dejar la reflexión abierta con respecto a estos temas. Un elemento que yo considero valiosísimo es que los programas queden almacenados en el canal de YouTube. La gente puede buscar diferentes elementos temáticos y explorarlos. A mí me escribe gente que nos escucha en la Colonia Tovar y Nueva York. Es como una botella al mar, uno no se imagina lograr eso”.

Alfabeto del mundo se transmite por la señal de Unión Radio 90.3 FM todos los sábados a las 7:00 pm y domingos a las 5:00 pm y a través de su canal de YouTube.

El último escalón

En Alfabeto del mundo hay un equilibrio entre la rigurosidad de los conductores para preparar los temas y la frescura al transmitirlos. El secreto está, confiesa Ramírez, en el balance que mantienen para el programa, el único dedicado a un sector tan vasto como la cultura en Venezuela. “En otros países son semejantes los espacios radiales dedicados a la cultura. Quizás hay un público más amplio en términos de población, hay más recursos, pero es igual. En el caso de Venezuela, pienso que este espacio para la cultura tiene que ver con la división en sectores que se hizo. Se habló del sector cultural aparte de la economía, los militares, los abogados, los médicos, cuando la cultura, en realidad, tiene que ver con todo”.

En la actualidad existe un concepto más amplio, descrito por la Unesco, de lo que es la cultura, explica el cofundador de La Poeteca. “La cultura es la compilación de todo saber, acción o experiencia humana que genera memoria y a partir de esa memoria permite la transmisión en el tiempo. Ese es el concepto más amplio, que es diferente al de sector cultural”, define Ramírez. Mientras que para García la cultura es algo orgánico, inherente a su vida diaria, un “algo que aglutina pensamientos, memoria, que puede construir eso que llaman identidad muchas veces. Es un corpus orgánico, algo que está en movimiento y se nutre de la humanidad”.

No es tan sencillo, afirman, hacerle entender a las personas que la cultura está presente en todo. “Cuando tú le intentas explicar eso a la gente te dicen: ah, sí, estás hablando de folklore. Lo que a uno le enseñaron en el colegio que era folklore, las tradiciones del país. Se debe pasar por un cambio de paradigma, dejar de despreciar lo cultural y dejar de verlo como esa gente que escucha ópera o que hace el baile del Tamunangue”, completa Ramírez. Esa concepción de cultura que existe actualmente, continúa, está íntimamente relacionada con la formación que se recibe desde el colegio.

Sin embargo, más allá de ese prejuicio que existe hacia lo cultural, también influye mucho el lugar que ocupa la cultura para el patrocinante. A juicio de Sashenka García, la cultura siempre ha sido para el masmedia un género menor. “Uno está acostumbrado a esto, no me genera mayor conflicto siempre y cuando haya presencia”, señala. Es una cuestión de interés, del esfuerzo que quiera hacer el público para enterarse y entender de cultura porque, según García, sí exige esfuerzo. “Pensar requiere esfuerzo, crear exige esfuerzo, interpretar también. Eso implica una disposición mayor que otras cosas y eso no te hace mejor o peor persona, pero tiene que existir la disposición. La cultura es un género menor casi que en el mundo entero, incluso en países desarrollados”, asevera.

Alfabeto del mundo
Sashenka García | Foto Ramsés Romero

¿Quién es, entonces, el responsable de que en Venezuela no haya más espacios dedicados a la promoción y divulgación de la cultura? Es un tema complejo, a juicio de Ramírez. Hay que pensar en factores como la rentabilidad o el interés del público que tiene una concepción despreciativa por el hecho cultural. En contraste García explica que más que buscar culpables, se trata de dar una responsabilidad: “El Estado tiene que invertir en la cultura. Venezuela invirtió en la cultura con aciertos y desaciertos, aciertos importantes y medibles. España, por ejemplo, no existirían los programas de crítica musical si no estuvieran en los canales del Estado. No existirían, porque no se sostienen con sponsor, porque mucha gente no va a patrocinar un programa así pero el Estado puede hacerlo porque hay un compromiso de divulgación”, reflexiona.

Pensar en los espacios y en el lugar que tiene la cultura en el país y en el mundo es, para García,  una reflexión que no se agota. Se trata de un tema de debate que incluso, señala Ramírez, se ha tocado en varias oportunidades en el programa que, luego de un año al aire, aún no cuenta con patrocinantes.

Ricardo Ramírez Requena | Foto Ramsés Romero

“Este año contamos con un apoyo de Banesco, un sponsor loable, por lo menos vinculado con el mundo editorial y del libro durante años. Aparte de esto cuesta conseguir otro tipo de sponsors. Siempre hemos esperado una entrada mínima, muy pequeñita que permita justificar, no sé, comprar el café, la gasolina, cosas por el estilo, más que grandes ingresos. A nosotros nos mueve que disfrutamos mucho hacer este programa. Ahí vamos”, señala Ramírez.

Con él coincide su compañera: mientras el programa les genere alguna clase de retribución profesional y hasta espiritual seguirán al aire. “A gran o menor escala, no esperamos vivir de esto, pero si el programa es sostenible, ganamos todos. También hay que reconocer que Unión Radio Cultural ha apostado por nosotros este tiempo, tenemos nuestro horario, aquí estamos. Nos han hecho sentir parte de la familia”.

¿Cómo atraer el interés?

Ramírez reconoce que al captar nuevos radioyentes en Alfabeto del mundo hay un elemento sorpresa: los escuchas no se esperan que en un programa cultural se hable, por ejemplo, de beisbol. “La gente siempre está esperando que ofrezcas un programa sobre Bethoveen porque es la experiencia que se tenía en ciertas radios culturales. Para mí hay un programa que ha sido guía: Librería sónica, ese es un norte para mí en cuanto al entusiasmo, los temas y en el hecho de apoyar diferentes proyectos. Ellos tenían una manera de llegar fresca, rica y tenían algo que esperamos también tener: se les notaba que les importaba lo que hablaban”.

Para ellos, reconoce, es un honor poder trabajar temas que les interesan. Al principio grabaron episodios sobre lo que les generaba curiosidad. Ramírez define esos primeros programas como muy formales y, sobre todo, rigurosos. “En el caso de las audiencias más jóvenes hemos hecho programas, por ejemplo, sobre Wattpad y manejamos otros similares. Nos interesa llegar a un espectro amplio de público y hemos apuntado hacia allá”.

Entrevistar a jóvenes ha sido interesante, señala por su parte García. Con esas entrevistas han logrado conocer la visión de la nueva generación, qué piensan, qué les interesa. Sobre todo, se han propuesto entablar un diálogo con ellos. “Así fue el programa con Brevelectic, por ejemplo.

También hablamos con los jóvenes poetas que ganaron el Premio Joven Rafael Cadenas. Ese es probablemente el terreno al que debemos apuntar en el futuro cercano con más terquedad para acceder a estas otras voces”, asevera.

Las veces que han logrado amplificar estas voces, ambas partes han experimentado un crecimiento e intercambio de ideas: todos salen beneficiados. “También deberíamos meternos por ciertos caminos que nos llevó un poco el azar, como la filosofía, hemos tenido dos programas sobre el tema. Hemos pensado traer a jóvenes que están trabajando sobre ella. Ver en esa pluralidad saber qué hace falta aprender de cultura”, reflexiona García.

Alfabeto del mundo
Los locutores del programa | Foto Ramsés Romero

Deletrear el mundo

Tanto Ricardo Ramírez como Sashenka García han aprendido mucho en este primer año de programa. En cada episodio se han esforzado por mantener sus premisas y han tomado consciencia del momento cultural que vive Venezuela. Han asumido con compromiso la responsabilidad de comunicar las iniciativas culturales que hay en la actualidad.

“Te vas dando cuenta de que este programa llega a una gran cantidad de personas que echa en falta programas como este que existían y eran frecuentes en la radio en Venezuela. Quizás nosotros estamos introduciendo un elemento renovador. Hemos ido adquiriendo un aprendizaje y, ante todo, hemos ido rastreando muchísimos proyectos en Venezuela”, comenta el escritor.

En el episodio del programa aniversario, tanto García como Ramírez hicieron una reflexión sobre lo mucho que aprendieron del hecho cultural en Venezuela. García comenta: “Cuando empezamos dimos una entrevista que era como el espacio de lo posible, creo que las posibilidades no se cierran tampoco. El país cambia tanto, te transforma y cambian las necesidades también.  Creo que podemos seguir creciendo, es posible que podamos tener encuentros que favorezcan diálogos con otros dinamismos, creo que eso podría ser el próximo paso en este segundo año que iniciamos”.

Poco a poco, Ramírez y García buscan dar con aquello que defina lo que significa ser venezolano hoy, con sus luces y sus sombras. En el Alfabeto del mundo alzan y permiten que otros alcen la voz.


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