Doctora Herrera
Foto: @doctora_herrera

Hace cuatro años saliendo de una notaría, me paró una señora tomándome por el brazo y me dijo: “¡Doctora Herrera, usted me salvó la vida! Una madrugada yo estaba decidida a suicidarme. Y vi su programa. La escuché, me arrepentí y lloré hasta caer rendida”.

Este relato contextualiza la labor social de Candy Herrera, como árbitro que presta ayuda psicológica y jurídica. Mejor conocida como la Doctora Herrera.

Abogado especialista en Derecho Civil y Mercantil, psicopedagoga con amplia experiencia en solución y mediación en conflictos de familia, experta en comunicación efectiva y estratégica, instructora de CRP (Círculo de Realización Personal) internacional.

Con estas herramientas, Candy Herrera se presentó a un casting en Venevisión Plus (televisión para toda Iberoamérica) para el talk show, Palabra final.

“Un viernes, recuerdo. Al llegar allí veo que varias mujeres incluso con experiencia reconocida en la televisión venezolana también esperan su turno para entrar al estudio. Me siento en una especie de escritorio o estrado y me abordan la productora principal y varias personas planteándome casos y cómo los resolvería, hice lo que siempre hago, dar lo mejor de mí, con naturalidad, decisión, firmeza y entrega. A las 48 horas me avisan que debo asistir a una entrevista en la que me expresan que consideran que debo ser el talento del nuevo programa, me preguntan si estoy dispuesta a liderizar el proyecto ya que tenían pensado contratar a un abogado y a un psicólogo, pero, como me desenvolví tan bien en ambos roles, la nueva conductora sería yo”, dijo.

El primer día de la Doctora Herrera

‒¿Recuerda ese primer día?

‒Sí, lo recuerdo con una enorme emoción, tanto las grabaciones que son prácticamente en vivo como la puesta al aire del primer programa. En las promociones se creó una campaña de expectativa hacia mi persona en la que se le preguntaba al público o audiencia: ¿Quién es ella? Ella se está preparando. Pronto estará con ustedes para hacer justicia… y eso fue genial.

De padres españoles, Candy Herrera nació en su “amada Venezuela” en Caracas, en el Instituto Clínico de la Alta Florida. Recuerda que sus abuelos y padres han sido la mejor y mayor motivación, recuerda la Navidad de aquella Venezuela, las parrandas navideñas, los momentos en los que su padre llegaba del trabajo y le contaba muchas historias, y a su madre que se abrió camino como diseñadora de modas, “era la encargada de vestir a mujeres famosas, entre ellas Mirla Castellanos, es una de las que recuerdo”.

Candy Herrera subraya que sus abuelos y sus padres han sido su gran inspiración. “Como inmigrantes aprendí de ellos la lucha y entereza, el espíritu de superación y el amor por la patria en la que naces… En el caso de España, la que dejaron atrás por huir buscando un mejor futuro, pero a la que siempre hemos amado por ser ese “de dónde venimos” incluyendo a mi generación e incluso a mis hijas que saben que llevan parte de esa cultura y de esa tierra en su sangre. Y en el caso de Venezuela, por ser aquella que a mis padres y abuelos los recibió con los brazos abiertos y les brindó un nuevo comenzar o cambio de ciclo”.

Sensibilidad social

‒¿Tiene vivencias que le sensibilizaron con la justicia social?

‒Mis padres me cuentan que en primer grado del colegio una de mis amiguitas tenía discapacidad, era ciega y yo la ayudaba en todo. Tengo vagos recuerdos sobre esa experiencia. Perdí a mi segundo hijo cuando tenía 25 años. Esa herida aún duele. Pasar por esta experiencia de una pérdida en el embarazo me ayudó a entender por lo que pasamos muchas mujeres y cómo lo viví, me ha permitido darles apoyo desde mi experiencia.

‒En el año 2000 fundé una Escuela para Padres con la esperanza de contribuir a sanar de raíz a la familia como base de la sociedad. Y, en esa tónica, creé una fundación y me uní a la casa hogar Rincón Infantil San Edmundo y al ancianato de Los Ruices; durante esos años Dios obró de manera sobrenatural y llegaban los donativos de todas partes para 250 niños en extrema necesidad y 70 ancianos en su mayoría sin afecto y abandonados por sus familiares.

‒En diciembre le llevábamos a los privados de libertad a la cárcel de La Planta grupos de música y hallacas, allí pude ver cara a cara el dolor y el sufrimiento, además pude ser testigo de la precaria posibilidad de rehabilitación en los centros penitenciarios. Esta experiencia de casi 10 años marcó mi vida y fue el trampolín que me lanzó a la ayuda social y defensa de los que más necesitan.

Aporte social

‒Volvamos a su programa.

‒El programa nace con el objetivo de dar solución con un veredicto a un caso expuesto o planteado por las partes que acuden a buscar ayuda. Y con el nombre de Palabra final salimos al aire. La Doctora Herrera, nombre que construimos antes de que el programa saliera al aire y le dio a mi vida un giro profesional, porque lejos de ser un papel o rol de árbitro en la conducción del programa, es una marca reconocida y así me llaman en los Live de Instagram. Ese es el nombre en todas mis redes sociales.

‒El primer programa se llamó El Pichirre. Un hombre machista cuya esposa acude como demandante al programa para pedirme que la divorcie o proponga otra solución porque su vida y autoestima están muy golpeados y disminuidos por un hombre que la limita en lo económico y pretende dominarle la vida a su antojo.

‒¿Cuáles programas se han quedado marcados en su memoria?

‒Muchos. En este momento recuerdo dos: cuando recibí a un muchacho con sida que había sido despedido de su trabajo por discriminación, me sensibilizó tanto que bajé del escritorio… lo abracé; otro, cuando recibí como demandante a una madre y demandado el padre, de una menor de edad (16 años) transgénero a quien por las implicaciones legales tuve que entrevistar y escuchar su opinión ya que pedía con urgencia cambiarse el sexo, era hombre biológicamente, pero se sentía mujer. Me impresionó que conversé y tenía frente a mí en todo momento a una niña en cuyas redes se hacía llamar Kimberli y desde niña cargaba un peso muy fuerte tratando de simular ser hombre. La decisión que tomé como palabra final luego de asesorarme y escuchar al médico fue darle todo el apoyo y guiarla al igual que a sus padres en ese proceso personal, pero a la vez familiar y esperar a que cumpliera su mayoría de edad para decidir algo tan trascendental.

‒¿Qué le aporta este tipo de programas a la sociedad?

‒La concientización de que como sociedad debemos evolucionar. Hay un conglomerado que vive distintos tipos de situaciones que llaman problemas y al ver en una pantalla la diversidad, permite la ubicación del televidente de manera tal que, si son mayores a los nuestros sirven de referencia y modelo; si son iguales, nos identificamos y, si son menores nos conectan con la esperanza y el agradecimiento. Además, la voz de un profesional que imparta valores, igualdad y justicia le da seguridad al ser humano y les dice que no están solos. Y les llega el mensaje de no hacer justicia por cuenta propia, disminuye la sed de venganza al ver que una civilización pasa por las mismas dificultades. Estamos en un mundo en crisis en el que la transmisión de un control emocional y el no dejarnos llevar por los impulsos primitivos se hace inminente y urgente. El árbitro presta ayuda psicológica y jurídica, esto insta a reforzar y motivar la conducta de denuncia y rompe con la desidia, la desesperanza y hasta el temor por parte de la población y da un espaldarazo a la necesidad de que haya una norma y una ley a seguir para ordenar a la sociedad. Disminuye la impunidad y enseña que cada acto tiene una consecuencia, en este caso la Palabra final.

Casos de mayor audiencia

-¿Qué le ha dejado Palabra final a Candy Herrera?

‒Difícil de medir e incalculable el aprendizaje que me ha dejado. Pude sentir la solidaridad del ser humano y también su miseria y egoísmo a la hora de dar incondicionalmente y de quitar sin ningún tipo de misericordia. Cada historia está llena de matices que muestran lo mejor y lo peor de nuestra humanidad. Tuve que activar la confianza en mi yo interior como jamás imaginé ya que mi palabra definía la sentencia o los hechos que debían ocurrir como resultado al caso planteado, y eso es una gigantesca y enorme responsabilidad.

‒¿Cuáles fueron los casos con mayor audiencia?

‒Constantemente me informaban el rating elevado expresado en porcentaje de audiencia o share y en varias reuniones que la pantalla de gráficos y cifras era muy elevada con respecto a la transmisión de otros programas en otros canales. Hubo algunos casos de extrema audiencia, recuerdo uno de ellos en los que me llevaron a tres sujetos desnudos, Los Nudistas, y pedí taparles las partes con una toalla y al terminar la grabación en el set los mandé a vestir. Eran los demandados por una vecina, señora de avanzada edad, que alegaba que estos sujetos entorpecían con sus conductas a diario la educación de sus nietas. En la sentencia o palabra final les prohibí salir de la puerta de su casa, ni a botar la basura ni asomarse a la ventana, so pena de privarlos de libertad y someterlos a exámenes psicológicos si persistía la tóxica conducta. ¡Todavía hay personas que me piden que retransmitan ese episodio!

‒Otro caso muy solicitado y visto fue el de la muchacha con cáncer terminal, que había sufrido muchísimo y pedía a gritos su derecho a elegir una muerte digna. Caso que conmocionó a muchos por la crudeza del planteamiento y la ley en Venezuela que no acepta la eutanasia ni la muerte asistida.

‒¿A cuál público llega el programa?

‒Según las mediciones del canal a todos los estratos sociales. En una de las reuniones de medición me quedó grabada una frase que me dijo uno de los dueños del programa: “¡Lo ven prácticamente todos!”.

Volver a la televisión

‒La mayoría de las personas no tienen medios económicos para pagar los servicios de abogados ni psicólogos, ¿piensa que el programa ha ayudado a orientar o a solucionar casos?

‒¡Totalmente! Los casos que grabamos en los cuales apoyamos a las partes, más de 230 episodios, son resueltos sin ningún costo económico. Además, todo este año de pandemia en mis redes sociales he realizado para la disposición de todo público 32 entrevistas de diferentes temas sociales de actualización. Y en este momento tengo un espacio que se publica los domingos en mi cuenta de Instagram que se llama Pregúntale a la Doctora Herrera en el que le doy solución y guía a todos los que me envían mensajes diariamente, son muchísimas las personas que me consultan y a nadie le cobro nada.

‒Y llegó el último día. La última grabación.

‒Fue el 29 de junio de 2018, era un viernes, estaba vestida con una chaqueta de color lila y un vestido de encaje que mi vestuarista me propuso en el camerino…

‒Y las cámaras se apagaron. ¿Hacia dónde va la Doctora Herrera?

‒Volveré a estar en televisión. El programa se sigue transmitiendo en casi 20 países a nivel mundial y de Hispanoamérica y me escriben desde todas partes mensajes de cariño y gratificación, es algo que me llena el alma y hace que sigamos conectados.

Por María Angélica Correa.


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