Compañía danza Ubuntu
| Foto Ezequiel Carías @ezevisual

“Silla de ruedas y danza no caben en una misma oración”. Fue lo primero que pensó Fabiola Zérega desde su silla de ruedas cuando una exintegrante de la AM Compañía de Danza de Habilidades Mixta, dirigida por el coreógrafo Alexander Madriz, la animó a asistir a un ensayo del grupo. En su cabeza estaba esa barrera mental que muchas personas con movilidad reducida deben enfrentar: si no se mueven las piernas, no se puede bailar. ¿Cómo podría ella ser parte de una agrupación de danza? La curiosidad pudo más que esos pensamientos limitantes. Aprovechó que la compañía ensayaba cerca de su casa. Y fue. Han pasado 23 años. Desde ese día, Zérega se convirtió en una de las bailarinas del grupo que, hace cinco años, pasó a ser la Compañía de Danza de Habilidades Mixtas Ubuntu Teatro Teresa Carreño (TTC).

Andaderas, muletas o sillas de ruedas, todo es parte de la coreografía para este grupo de 18 bailarines  que se presentó el pasado 15 y 16 de abril en el TTC con Después de cada caída. Zérega, de 47 años de edad, egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en la carrera de Artes, mención Artes Escénicas, reconoce que su pensamiento cambió drásticamente tras llegar a la compañía. Con una discapacidad motora provocada por un accidente que tuvo hace 28 años, ser parte del grupo de danza le ha permitido crecer. “Ilimitada”, así se siente ahora cada vez que baila.

Compañía danza Ubuntu
Fabiola Zérega drigiendo el calentamiento | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

“Al principio no fue nada fácil. Uno como persona con movilidad reducida tiene la barrera de cosas que se pueden o no hacer. Pero me di cuenta de que era posible y que solo tienes que buscar la manera de explorar tu cuerpo para moverte. Tienes que emplear el elemento que usas para tu movilidad y ver cómo lo engranas a la coreografía. Todo forma parte porque son una extensión de nuestros cuerpos y tienen movimiento propio”, explica.

Independientemente del cuerpo que se tenga, todas las personas tienen habilidades y capacidades para expresarse por medio de la danza. Esa es la filosofía del grupo que se centra en buscar los caminos que les permitan a sus miembros, con o sin movilidad reducida, complementarse en una secuencia de movimientos y expresar lo que sienten. Sí, es posible hacer muchas cosas, asegura Zérega. Para algunos será un poco más complicado, pero sí se puede. Siempre se puede. “Todo radica en que si te gusta algo, lo haces buscando la ruta que sea necesaria”.

Compañía danza Ubuntu
Calentamiento de la compañía | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

Planteándose metas cortas, poco a poco Zérega fue construyendo una memoria corporal que ahora le permite danzar, girar, moverse y ser una bailarina desde la silla de ruedas. Lo mejor que le ha pasado en la compañía ha sido lograr que personas con una movilidad mínima pudieran moverse. No tiene comparación, dice.

Bailar desde adentro

Formar parte de la Compañía de Danza De Habilidades Mixtas Ubuntu transforma la vida de sus miembros tengan o no movilidad reducida o alguna discapacidad. Eso es lo que distingue al grupo: hay espacio para todos. Sobre el escenario, las habilidades diversas se engranan y, de acuerdo con la bailarina Penélope Herrera, miembro de la compañía, se deja de lado la majestuosidad para darle paso a la interpretación.

Como licenciada en Artes con tesis en Gestión Cultural, la artista de 45 años de edad ha pasado por compañías como Caracas Danza Laboratorio, Piso Rojo, Estéreo Danza, entre otras. Sin embargo, ninguna como Ubuntu. “Es totalmente la mejor compañía en la que he estado. Se trata de sentir, el movimiento va a partir de la interpretación, no parte de lo majestuoso o del decir: yo soy más que tú porque llevo la pierna más arriba. No. Uno interpreta y siente lo que está en escena y lo que esas personas están sintiendo”.

Compañía danza Ubuntu
Penélope Herrera en escena | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

Ver este tipo de presentaciones donde las sillas de ruedas, las muletas y las andaderas se integran a la danza resulta impresionante. Sobre el escenario estos artistas, asegura Herrera, muestran las posibilidades de explorar otro tipo de movimiento. “Uno pasa a ser un intérprete que baila desde adentro. Ver que ellos se expresan a través de eso es algo completamente distinto, tiene un valor agregado”.

No hay palabras para describir lo que siente sobre el escenario siendo parte del grupo. Fue un reto, también, poder acoplarse. “Poder movilizarme a la par de ellos fue difícil al principio. Yo puedo hacer movimientos que se deben acoplar a los suyos, quien me marca la pauta del movimiento de expresión es la persona en la silla de ruedas”, explica. Una vez se logra, la conexión y la experiencia se vuelven irremplazables.

Compañía danza Ubuntu
En la compañía todos son bienvenidos | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

Algo similar le ocurrió al coreógrafo, bailarín y director Alexander Madriz la primera vez que estuvo en un escenario para bailar con personas con movilidad reducida hace 25 años. Lo habían invitado al ensayo de un grupo con bailarines en silla de ruedas y, por causa del destino, terminó suplantando a uno de los bailarines. Al principio sintió mucho miedo de lo que suponía bailar en un grupo así, aunque solo ahora es consciente del gran temor que sentía en ese momento.

Alexander Madriz con el grupo | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

“Tenía mucho miedo de los cuerpos diversos de las personas con discapacidad, a veces no tienes herramientas para poder bailar con ellos. Gracias a Dios vencí el temor y afronté  que todos somos muy diversos y con diferentes habilidades”, comenta. Cada persona, continúa, tiene habilidades diferentes y en eso se enfoca como coreógrafo desde la primera agrupación de habilidades mixtas que conformó, Tránsito. Las personas que están en la compañía quieren estar, lo que queda es encajar para hacer los montajes.

En cada temporada no se enfrenta con dificultades, todo lo contrario. Aprovecha el aprendizaje que le da trabajar con participantes diferentes que se suman a los 3 bailarines fijos: Sinaí Van Dijs, Fabiola Zérega  e Iraly Yañez. Se enfoca, sobre todo, en buscar las herramientas que tiene cada uno para ver de qué manera puede colaborar. Algo que también hace con los bailarines regulares de danza contemporánea o  personas de teatro a las que invita. “Este es un sitio para encontrarnos todos y perder el miedo. Algunos tienen características diferentes, todos las tenemos. Nuestro enfoque no son las personas con discapacidad sino resaltar las habilidades que tenemos cada uno, que son extraordinarias”.

Compañía danza Ubuntu
los bailarines calentando | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

Un sueño hecho realidad

Para José Ricardo Méndez Campos, bailarín de 33 años de edad,  es un sueño hecho realidad poder, desde hace cinco años, bailar con la Compañía de Danza de Habilidades Mixtas Ubuntu TTC. Desde su andadera se mueve con completa independencia por el espacio y muestra habilidad para danzar, acoplarse, expresarse y ser parte de la coreografía a pesar de tener una discapacidad motora causada por la falta de oxígeno al momento de su nacimiento. Su mamá, Celideth Campos, asegura que fue una labor de años llegar hasta donde está ahora.

A los 11 meses de vida, Campos notó que su hijo no se movía con la misma desenvoltura que otros bebés de esa edad. Cuando lo llevó al médico recibió el diagnóstico. Así comenzó, cuenta, su ruta por el mundo de las terapias del lenguaje, ocupacional, fisioterapia… “Me decían que no me hiciera falsas ilusiones porque mi hijo jamás iba a aprender a leer o escribir. Me cerraron las puertas. Yo no me rendí. Ahora lee, escribe, suma, resta, multiplica y baila. A su ritmo, pero lo hace porque yo no me conformé con el diagnóstico”.

José Ricardo Méndez en uno de sus solos | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

Antes, detalla, su hijo se arrastraba por el piso, ahora se desenvuelve con su andadera y tiene 4 años en la compañía de danza. Ha estado en 5 obras. Se muestra satisfecha y orgullosa de lo que ha logrado hasta ahora pero también reconoce que no es fácil ser mamá de una persona con una discapacidad motora. Al principio fue muy difícil. “Todas las madres o familias con un miembro que tiene estas necesidades nos preguntamos por qué a nosotros nos tocó esta responsabilidad. Tras pasar el tiempo, para mí mi hijo es una bendición, no lo veo como un problema. Mi hijo me enseña”.

Es complicado, comenta, porque no solo tiene que aprender a lidiar con su discapacidad sino también con el resto del mundo que piensa que es un ser anormal. “No hay educación para eso, nosotros como padres deberíamos enseñarles a nuestros hijos que cuando ven a una persona con discapacidad, se le puede hablar y decirles a nuestros hijos que ellos existen en el mundo”.

Méndez es completamente independiente | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

Abogada de profesión, Celideth Campos colgó su título para dedicarse a tiempo completo a ser mamá. “Fue una tarea que Dios me encomendó y creo que la estoy realizando con éxito. Para mí esa es la mejor profesión”, señala. Como familia ya es una realidad cotidiana su andadera, lo difícil está en las características de la ciudad: no están dadas las condiciones para que él pueda desplazarse.

“Llegas a un sitio y los puestos de estacionamiento seleccionados para personas con discapacidad están ocupados por personas que tendrán una discapacidad será mental porque los ocupan sin tener una”, relata. Un reto al que también se enfrenta Zérega cada vez que va a bailar; es importante la zona en la que se van a presentar.

Parte de la coreografía Después de cada caída | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

Una vez, cuenta la bailarina, le tocó bailar en La Pastora, una zona con subidas y bajadas. “Mi compañero de danza, Alexander Madriz, tuvo que aplastar su pie bajo mi rueda para que yo pudiese hacer los movimientos sin que la silla se desplazara. Esas son cosas con las que hay que lidiar o cuando el terreno es muy irregular y la silla se frena. Cuando nos invitan se tiene que saber que el terreno debe ser liso para que la silla se deslice con la facilidad que se necesita”.

Zérega con el resto del grupo | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

Además de preparar el terreno es importante que los bailarines se preparen para cada montaje. Bajo la metodología de la improvisación, el grupo calienta el cuerpo antes de cada ensayo o presentación.  “No importa si estás en una silla de ruedas, igualmente tienes que calentar las piernas porque a veces hay una parte en la que bailas en el piso. Lo importante es tener el cuerpo bien acondicionado porque al momento de hacer un movimiento o pirueta es importante que no haya ningún tipo de lesión”, comenta Zérega.

Adicionalmente, aparte de todos estos movimientos se logra mantener el  cuerpo en forma, acondicionado para la fuerza y la destreza que se necesita para participar en una coreografía.

Compañía danza Ubuntu
Como parte del entrenamiento hicieron abdominales asistidos | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

Todos nos hemos caído

“Después de cada caída limpio la rabia. Siento cómo paso mis barreras físicas y me siento en plenitud aunque el cuerpo nunca deje de ser el cuerpo. Respiro. Estoy vivo y lo celebro. Bailo la danza cósmica, después de cada caída me visto de experiencia y continúo”. Ese es uno de los mensajes que buscan transmitir los bailarines de la Compañía de Danza de Habilidades Mixtas Ubuntu con la presentación Después de cada caía que se presentará en la Universidad Experimental de las Artes (Unearte) este viernes 28 de abril como parte de las celebraciones por el Día Internacional de la Danza, el día 29.

El proyecto, recuerda Madriz, surgió como una investigación donde cada uno tenía que escribir cuáles eran las herramientas que usaban para superar cualquier obstáculo. “Fue muy interesante porque con la experiencia de cada uno aprendimos todos. Ahora cada uno tiene más herramientas para seguir superándose y seguir trabajando porque caídas hemos tenido todos, pero la idea es seguir adelante y superarse”, comenta el director.

Se presentarán con Después de cada caída | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

La puesta en escena forma parte de los cinco montajes que ha tenido el grupo en el TTC, teatro al que llegaron después de 20 años de bailar en teatros de Caracas, Europa y de ir a festivales, y donde Madriz inició un taller montaje. Ese taller se llamó Ubuntu y a partir de ahí se abrieron las puertas del TTC para ellos como grupo residente. “Fue una gran ventaja tener una sala de ensayo, una sala para presentarnos, un espacio que nos apoya en la producción de los espectáculos. Somos afortunados porque estamos en los espacios de este teatro”.

El TTC hizo las adecuaciones necesarias para que pudieran ensayar y presentarse en el teatro, aunque no hay rampas sí cuentan con ascensores. También les facilitaron las llaves de las puertas del estacionamiento para poder entrar a la sala de ensayo sin usar las escaleras. Se fue adecuando para que pudiera funcionar y así, se resolvió uno de los principales retos de estos bailarines: la infraestructura no está adecuada para ellos.

Después de cada caída | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

Como grupo residente tienen 3 temporadas oficiales que son planificadas por el teatro. Tras culminar Después de cada caída comenzará la temporada de estrenos en agosto con dos coreógrafos invitados, Fabiola Zérega y Antonella Mijares. Para el mes de diciembre preparan un taller montaje abierto al público. Durante el año reciben invitaciones para bailar y toman decisiones  dependiendo de la infraestructura.

Cada montaje, continúa, es diferente. Lo que más aprende y agradece de estar al frente de una compañía como esta es la experiencia, algo que lo fortalece. “De cada experiencia salgo más fuerte, con muchas ganas de trabajar porque siento que disparo la chispa para que existan reuniones de habilidades mixtas e involucrar a otros artistas. Así como yo al principio, ellos también tienen miedo. Es una relación que se puede multiplicar, no sólo en la danza”.


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