Foto LVBP

Incontables son los momentos memorables de Miguel Cabrera en Venezuela. Uno de ellos ocurrió en el Estadio Universitario durante el round robin de la campaña 2004 – 2005, cuando los Tigres de Aragua, dirigidos por Buddy Bailey y el peligroso bate de Cabrera, enfrentaban a los Leones del Caracas. El hoy retirado pelotero le conectó un grand slam en el octavo inning a Francisco «Kid» Rodríguez para poner la pizarra a favor de los bengalíes.

Ese video, como el del jonrón contra Roger Clemens o Mariano Rivera, es compartido cada cierto tiempo en redes sociales para recordar el poderío de Miggy. El de 2005 tiene connotaciones especiales: el toletero le dio el batazo al mejor cerrador de la liga, hoy día récord de más juegos salvados en una temporada de la MLB, tuvo como escenario el Estadio Universitario, la antigua casa de los Leones, y sirvió como preámbulo de la final de aquella zafra, que ganaron los Tigres, precisamente al Caracas, en siete encuentros.

Por eso es histórico volver a ver a Miguel Cabrera batear en Venezuela. Ahora tiene 40 años de edad, una carrera brillante en las Grandes Ligas y el ojo puesto en el Salón de la Fama. A pesar de sus logros, el exjugador todavía piensa en su retiro en la LVBP, el torneo que le vio nacer y al que regresó por poco tiempo anoche, durante el Festival del Jonrón Pepsi.

La singularidad de los batazos que dio anoche es que se trata ahora de una leyenda del beisbol. Es el tercer jugador de la historia con un promedio de bateo superior a 300, 500 jonrones y 3.000 hits, al lado de Hank Aaron y Willie Mays, el segundo latino con más imparables en la MLB y tiene entre sus logros la obtención de la Triple Corona en 2012, premio que no alcanzaba ningún jugador desde 1967. El mejor bateador derecho en la actualidad, según palabras de Albert Pujols.

Cuando apareció en la caja de bateo del Estadio Monumental Simón Bolívar, todos se levantaron para aplaudirle. El muchacho de la película, uno de sus tantos apodos, había vuelto a casa. Durante su turno, en el que le dieron tres minutos para que intentara sacar la bola, conectó tres cuadrangulares, un par de ellos hacia el jardín izquierdo. «Tú no sabes cuándo vas a volver a ver batear a Miguel Cabrera», le decía una fanática a su acompañante mientras grababa la historia con su celular.

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A Miggy le tocó enfrentarse al cubano Yasiel Puig en la primera ronda. El jugador de los Tiburones de La Guaira, que llegó a la final contra Ronald Acuña, que ganó el derby por segundo año seguido, conectó 13 jonrones en total en su primer turno, 10 antes del descanso.

Pero el protagonista anoche fue siempre Cabrera, aunque suela decantarse por ser bajo perfil. El número 24, el mismo que usó el toletero en sus más de 20 años de carrera, lo llevaban todos los peloteros en sus camisetas para homenajearlo, y entre los asientos se repartieron afiches con el número para que el público lo mostrara cuando el exjugador apareciera en el terreno. Niños y adultos se acercaban a los bordes del terreno para intentar pedirle un autógrafo o gritarle lo mucho que le quieren.

Antes de la final, Cabrera, como ocurrió este año en varios estadios de las Grandes Ligas, recibió un regalo especial por parte de Pepsi, un trofeo intervenido por el artista Gerardo Campos, quien tomó en cuenta para el trabajo los elementos más relevantes en la trayectoria de Miggy. También creó, explicó en una conversación con El Nacional en la alfombra azul, una corona con impresión 3D que refleja algunos de los logros del pelotero aragüeño.

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Cabrera, en un estadio con las luces apagadas e iluminado con celulares de los asistentes, como si de una constelación de estrellas se tratara, recibió el homenaje rodeado de grandes del beisbol venezolano, hoy día retirados, como David Concepción, Omar Vizquel, Oswaldo Guillén, Álex Cabrera o Magglio Órdoñez. Pero también de las nuevas generaciones, como el MVP Ronald Acuña, Rougned Odor, José Rondón, Eugenio Suárez o la joven promesa Jackson Chourio.

Una noche en la que viejas y nuevas generaciones rindieron honor al beisbolista venezolano más destacado de la historia.

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Miggy, que reconoció que siempre le ha costado hablar en público, tomó el micrófono por un momento para agradecer nuevamente a sus fanáticos: «Siempre me ha gustado hablar por mi juego. Pero quiero agradecer a la fanaticada por el apoyo a mi carrera. Se les quiere. La pelota es lo mejor que me ha pasado en la vida. Ustedes le ponen sabor. Los extraño mucho y ojalá los pueda ver pronto».

En la rueda de prensa previa al derby, Cabrera asomó la idea de tener un retiro el año que viene en la LVBP, lo que dependerá de cómo se encuentre su salud. «Por cuestiones de salud de mi rodilla no podrá ser este año. Me gusta la idea de venir el año que viene y prepararme. No me gusta pasar pena. Si voy a hacer algo, lo haré bien, quiero que mi retiro sea bueno y grande así como lo fue en Estados Unidos», dijo.

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