Edgardo Alfonzo es uno de los peloteros que brilló ocho años consecutivos en la ciudad de Nueva York, con la novena de los Mets y pasó cuatros años divididos entre los Gigantes de San Francisco y Angelinos de Anahaim. El tercera base debutó en la gran carpa el 26 de abril de 1995, a los 21 años de edad.
“Yo hice el equipo en el entrenamiento. Tenía la opción de jugar en Triple A todos los días o de quedarme en Grandes Ligas como utility. Bobby Valentine, manager de los Mets, quería que yo me quedara en el equipo, pero la organización quería que jugara todos los días”, expresó a El Nacional.
“Valentine me preguntó ‘Tú crees que estás listo para jugar en Nueva York’, yo le dije he jugado en Venezuela y la competitividad es buena. Me dijo bienvenido al equipo te vas conmigo. Yo estaba practicando e iba a batear, pero quería correr y llamar a mi familia”.
Alfonzo se estrenó en la MLB como emergente en la décima entrada del juego de aquel miércoles, en el que los Mets se enfrentaron contra los Rockies de Colorado y terminaron cayendo en 14 innings por 11-9.
“Cuando entré al juego como emergente y vi a toda esa gente me emocioné, estaba cumpliendo el sueño de niño”.
Para 1999 el camarero tuvo uno de los años más explosivos de su carrera. Bateó para .304, con 27 cuadrangulares, 108 carreras impulsadas y 123 anotadas.
Esos números le dieron para cargar con el premio Bate de Plata. “Ese año yo sabía que estaba teniendo una buena temporada. Incluso, uno de los récords que puse para la organización fue anotar 123 veces en una campaña”.
“Cuando me di abogado me dice que puedo ganar el premio fue un privilegio”.
Los éxitos siguieron con la novena neoyorquina, en 2000 tuvo una mitad de campaña de ensueño, tanto fue así que le valió para ir al Juego de Estrellas en el Turner Field, antiguo estadio de los Bravos de Atlanta.
“El año 99 yo pensé que podía ir al ASG por el momento, no se dio pero bueno. En el 2000 fui al Juego de Estrellas y fui a la Serie Mundial, las dos cosas con la que uno sueña de pequeño”.
“El manager de Atlanta, Bobby Cox, me dijo que iba al Juego de Estrellas y era increíble. Nosotros teníamos una rivalidad ese año con los Bravos y que el timonel de ellos me dijera eso fue una experiencia bonita”.
Alfonzo compartió equipo con Andrés Galarraga en ese ASG que terminó ganando la Liga Americana por 6-3.
El antesalista dejó registros con el equipo de la Gran Manzana de .292, con 120 cuadrangulares, 538 carreras impulsadas, 614 anotadas y 1.136 indiscutibles.
Cuando el mirandino dejó el equipo de los Mets pagó una publicidad en 30 taxis amarillos de la ciudad para que tuvieran mensajes de agradecimiento.
“Yo quería agradecerle a los aficionados de Nueva York. Intenté en el periódico, pero era demasiado cara, así que busqué 30 taxis amarillos y les coloqué el agradecimiento”.
Los taxis tenían frases como: “Fonzie ama a Nueva York” y “Edgardo les agradece”.
Luego de unos años, la organización de los Mets retribuirá el esmero y la pasión con la que jugó Alfonzo: será exaltado al Salón de la Fama del equipo.
Además, el tuyero debutó como manager en la filial de Ligas Menores de la escuadra neoyorquina y quedó campeón en 2019 en Clase A.
“No era una transición grande, cuando uno cuelga los spikes uno sabe que no hay manera de volver. Lo que si no quería era dejar de ser pelotero y ser manager, quise primero aprender como coach y luego fui timonel”, aseveró el jugador.
“Es una experiencia tremenda, te acuerdas de cuándo empezaste a jugar, y le enseñas a los prospectos lo que aprendiste”.
El oriundo de Los Valles del Tuy, estado Miranda, defendió también las camisetas de los Gigantes de San Francisco, Angelinos de Anaheim y los Azulejos de Toronto.
Durante las 12 campañas que jugó en las ligas mayores dejó guarismos de .284, 146 bambinazos, 744 empujadas, 777 anotadas y 1.532 indiscutibles.