Pensar en un viaje a China puede ser intimidante debido a la distancia, el idioma y el sinfín de posibilidades en un país de más de 9 millones de kilómetros cuadrados. Pero una vez que decida la región que quiere visitar, una planeación cuidadosa lo hará todo más fácil.

Una ruta puede circunscribirse al occidente y comenzar por Pekín, capital y sede del gobierno central. Con más de 20 millones de habitantes, la ciudad es una mezcla de tradición y modernidad.

Una bruma permanente, resultado de la combinación de las altas temperaturas de verano y la contaminación, no es impedimento para disfrutar de muchos lugares simbólicos como la Plaza de Tiananmén, el Museo Nacional de China y la Ciudad Prohibida, en el anillo central metropolitano, a donde se puede llegar usando el eficaz servicio del metro de la ciudad o en Didi, la versión china de Uber.

Ingresar a la Ciudad Prohibida es como volver en el tiempo. Tras cruzar el primer portal, los visitantes llegan a la primera plaza de un complejo de más de 900 edificaciones antiguas que fueron la sede de dos dinastías. Para no quedar abrumado y aprender sobre la fascinante historia de la China imperial es recomendable contratar un guía o alquilar algunas de las audioguías cerca a la taquilla. La visita se puede concluir en el Parque Jingshan al costado norte, donde una torre sobre una colina le permitirá disfrutar una vista espectacular de la Ciudad Prohibida y de Pekín.

La Gran Muralla. Una parada obligada durante la visita a China es la Gran Muralla. Una de las mejores opciones para verla y evitar las hordas de turistas es seleccionar una sección lejos del centro de Pekín, como Mutianyu. Claro, se requiere tomar un bus público que bien puede demorarse más de una hora, o puede contratar un carro privado para parte o todo el trayecto. ¿Cómo puede hacerse esto sin hablar mandarín? Google Translate al rescate.

En Mutianyu encontrará varias opciones para ascender y descender, como teleférico, telesillas y tobogán. Esta sección de la Muralla tiene varias partes que han sido restauradas y aunque las diferentes torres a lo largo del trayecto le permitirán descansar periódicamente, se requiere un estado físico moderado para recorrerla.

No se puede dejar la capital sin pasar por el Mercado de la Seda, donde encontrará las famosas imitaciones chinas a precios de ganga. Son 6 pisos en donde se ofrecen desde electrónicos hasta productos de cuero, y en donde convenientemente los vendedores hablan español. Si le piden 100 yuanes por algo, ofrezca la mitad o menos, ya que el rango de negociación es bastante amplio.

En tren bala. Para pasar al siguiente destino, Shanghai, tome el tren bala que apenas se demora 4 horas en recorrer los más de 1.000 kilómetros de distancia. Partida en dos por el río Huangpu, la ciudad ofrece dos contornos arquitectónicos en los que se destaca el rascacielos más alto de China y segundo del mundo: la Torre de Shanghai. Allí, en el piso 118 se encuentra una plataforma de observación con vista de 360° de toda la ciudad.

The Bund, como se conoce una sección del puerto de Shanghai, es ideal para caminar. Desde allí se pueden ver barcos iluminados que navegan el río y la Torre de la Perla Oriental, otro de los símbolos de Shanghai.

Más tradición. La siguiente parada es Xian, a casi 1.400 kilómetros de distancia. La opción más rápida y económica para llegar allí desde Shanghai es por aire en una de las varias aerolíneas locales como Juneyao Air.

El contraste es inmediato: Xian es una ciudad que transpira tradición, pero al mismo tiempo está sufriendo una transformación a gran escala con la construcción de varios centros comerciales. Fue sede de cuatro dinastías imperiales y es donde se encuentra el Ejército de Terracota, compuesto por casi 9.000 figuras de arcilla elaboradas hace más de 2.200 años y enterradas junto a la tumba del primer emperador chino, Qin Shi Huang.

El mausoleo queda aproximadamente a una hora de distancia de la ciudad y se puede llegar en bus público, que se toma en la estación del tren. El sitio está compuesto por tres fosas principales más una exhibición de carruajes y caballos en diferentes estados de restauración.

A unos 15 minutos del mausoleo está el monte Li, con varios templos budistas, jardines imperiales y palacios, entre ellos el conocido informalmente como el de Las Concubinas, porque era allí donde residían las amantes del emperador. Se puede llegar a la cima por teleférico o auto privado.


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