Desde hace unos meses, Karen Brewer no termina de deshacer una maleta cuando debe prepararla de nuevo. “Mi mamá dice que es como un mantel, la extiendo y está lista”, bromea. El tan ajetreado como apasionante oficio no le resulta ajeno a la joven conductora del programa Río Verde, transmitido cada domingo por Globovisión, pues desde muy pequeña acompaña a su padre, el conocido explorador Charles Brewer-Carías, a cuanto viaje realiza, y de quien no solo ha aprendido un particular amarre de las trenzas de los zapatos, sino a aplicar una máxima de vida: “Nunca dejen de ser niños, de descubrir cosas nuevas, porque en el momento en que te crees grande y dejas de hacerte preguntas con respecto a lo que te rodea, todo se acabó”.

Ha sido precisamente cada viaje exploratorio una revelación no solo de la riqueza en biodiversidad del país sino de la falta de conocimiento sobre la misma, por lo que ha asumido como una cruzada el comunicar y hacer entender la importancia y el papel que cumplen en la naturaleza los animales, muchos de ellos amenazados. “Por ejemplo, tenemos un problema con las tortugas marinas porque la gente las está matando. Recientemente en Margarita me encontré con una que los pescadores abrieron para sacarle los huevos. No solamente acabaron con la generación de crías que tenía adentro sino con todas las que ella pudo haber puesto durante todos los años de su vida; era una tortuga de al menos 300 kilos, que a diario puede llegar a consumir su peso en aguamala, una peste que al reproducirse sin control se come a los peces, afectando a su vez a quienes viven de la pesca”.

Río Verde se ha convertido en una vitrina para derribar los mitos que Brewer ha encontrado en cada poblado visitado y que ya forman parte de la creencia popular,  entre ellos que el caimán del Orinoco es un monstruo, las anacondas persiguen y devoran a la gente, o que el águila arpía se lleva a los niños. También se ha encargado de dar a conocer el trabajo entusiasta de muchos exploradores y científicos, que desde el anonimato hacen esfuerzos para conservar la fauna, flora y los espacios naturales, proyectos muy interesantes que se realizan bajo telón porque los expertos están muy enfocados en lo que hacen, más que en la publicidad de su labor. “Se podría aprovechar lo que hacen aún más. En el Canal del Orinoco se han hecho cosas pero no a gran escala. Por ejemplo, se podría motivar a la gente para que ayude a liberar a los caimanes, tal como se hace con las tortugas, ¿a quién no le gusta una foto con un caimán? Ese tipo de iniciativas hace que se aprecie mucho más al animal y cuando lo vean lo admiren en lugar de pensar en matarlo”.

Desde su trinchera aboga por incentivar el conocimiento y el interés por aprender más sobre la biodiversidad. “La selva es tal cual un mercado chino, llegas y hay de todo lo que puedas imaginar, hasta remedio para el mal de amores, pero si no sabes leerlo, no vas a poder encontrar lo que necesitas. La selva tiene su lenguaje y uno tiene que aprenderlo a través del estudio”. También iza la bandera del ecoturismo como una manera tanto de conservar y proteger la flora y la fauna, como de beneficiar a las poblaciones cercanas a los hábitats de muchos animales. “Creo que la gente lo recibiría muy bien porque hay mucho material para explotar en ese sentido. Somos un país tan biodiverso, la Amazonía es la selva más grande del mundo, más que todas las demás selvas juntas, la más biodiversa e increíble, y no la estamos aprovechando. No solo se trata de ir a ver el animalito sino de fomentar iniciativas como la del hato Las Caretas, en el estado Guárico, una invitación a conocer el llano venezolano, ver cómo ordeñan las vacas, las tradiciones de ese lugar, cómo se come, involucrarse, rescatar y entender más de la cultura nacional”.


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