Las ciudades africanas tienen un plan edilicio en el que no hay un centro definido y Addis Abeba, la capital de Etiopía, no escapa al modelo. No hay demasiada arquitectura interesante, fuera de algunas iglesias de la religión mayoritaria: cristiana copta ortodoxa etíope. También valen la pena el Market – desmesurado en tamaño–y ver el atardecer desde las colinas de Entoto.

En Addis Abeba es agradable sentarse a degustar un buen café etíope y pasar el tiempo viendo a la gente del lugar, de hablar tranquilo y suave, dispuestos a ayudar, manejándose con un inglés más que aceptable.

Son muchos los guías que manejan el español ya que a mediados de la década del setenta hubo varios instructores cubanos que colaboraron con el régimen de Mengistu Mariam de cuya experiencia queda un colosal monumento. Paradojas del destino, este coronel que hizo ahogar a El Negus con una almohada, fue echado 10 años después también a causa de una hambruna, aunque con mejor suerte, ya que en la actualidad vive en Zimbabue.

Norte y sur. Etiopía puede ser dividido en dos partes: la norte y la sur, teniendo como referencia a Addis Abeba. La población negra es de piel más clara en la región norte y más oscura hacia el Ecuador. En el norte, están muy orgullosos de su origen y de sus ciudades: Lalibela con sus iglesias excavadas en la profundidad de la roca y Axum con sus obeliscos y su piedra roseta como testimonio del pasado abisinio. La región sur presenta un despliegue de etnias, dentro de las más de cien que posee Etiopía. Aldeas con sus mercados de animales (bovinos, cebú, ovejas, cabras, aves de corral) y de enseres cotidianos como los cestos tejidos, en un país en que el escaso tránsito vehicular es suplantado por manadas de animales domésticos.

Las rutas del sur son en su mayoría solo caminos de tierra, pero permiten ver el país: la montaña cubierta de flores luego de la temporada de lluvias, mujeres junto a pozos de agua u hombres arando con un buey. La división de la tierra, su relieve accidentado y la estructura económica del país no permiten otra forma de laboreo.

Impactan los grupos de chicos que aparecen de improviso bajando velozmente por las laderas del camino y ofrecen artesanías. Los etíopes son los mejores maratonistas del mundo y verlos en velocidad, sonrientes, son imágenes indelebles.

RECUADRO

La iglesia copta

El poder de la iglesia ortodoxa copta etíope sigue siendo ancestral y económicamente muy poderoso. Sus templos rústicos o grandiosos, y, más aún, los rupestres escondidos en altas grietas y cuevas de montaña, hablan de una fe profunda.

Las ceremonias religiosas coptas duran casi tres horas que la gente, envuelta en su manto de algodón blanco, sigue de pie. Por eso es comprensible el uso habitual de bastones, aparte de lo accidentado de su geografía.


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