Quizás sea por la influencia del cine por la que muchos sueñan con la llegada de una Navidad de bajas temperaturas, escenarios de nieve, pistas de patinaje sobre hielo y románticas nevadas. La realidad supera la ficción y por eso hay algunos destinos fríos o gélidos reconocidos por la magia que despiertan entre los viajeros de esta temporada.

Moscú, Rusia. En este extenso país, tierra de los zares, la Navidad tiene una peculiaridad porque se rige por el calendario ortodoxo. Así que tiene una “ventaja”: la Navidad se puede celebrar dos veces (el 25 de diciembre y el 7 de enero), ya que según este calendario, la pascua ocurre días después que en el resto de mundo cristiano. Para la celebración, la Plaza Roja o del Kremlin, se luce con un enorme árbol navideño que colinda con la emblemática Catedral de San Basilio, lo que permite que los visitantes obtengan unas fotos inolvidables. Otro aliciente es que los moscovitas disfrutan de la pista de hielo más grande del planeta. De los últimos 120 años, 2017 registró, según el centro meteorológico ruso, Fobos, la temperatura más gélida en la capital rusa (-29,9ºC). Incluso, en ciudades aledañas, se reportó hasta -33,4ºC. En este destino San Nicolás se llama Ded Moroz o abuelo frío, quien viaja junto a su nieta repartiendo regalos.

Nueva York, Estados Unidos. La Gran Manzana es una de las ciudades más visitadas en el mundo y uno de los momentos estelares que prefieren los viajeros es la temporada decembrina. La llamada ciudad del shopping inicia la temporada con el encendido del árbol de Navidad en el Centro Rockefeller. El Central Park se une a la celebración con su enorme pista de hielo y cada una de las tiendas decora sus vitrinas de manera muy especial, al tiempo que lanzan promociones por estos días. La cena de Acción de Gracias se incluye en las festividades y el comercio no desaprovecha esas oportunidades para hacer de las suyas con el llamado Black Friday, que antecede por pocos días la llegada de diciembre. Para el Año Nuevo, el lugar para festejar es Time Square, mientras se espera la medianoche del día 31.

Laponia, Finlandia. Es la tierra de Santa Claus. Si desconfía del correo (bien sea postal o electrónico) y desea tener certeza de que sus peticiones para la nochebuena sean recibidas por Santa Claus o San Nicolás, puedes visitar su domicilio en Rovaniemi, en la fría Finlandia. Esto es una aventura más que extrema ya que se trata de descubrir el Círculo Polar Ártico, escenario en el que los días soleados están descartados, pero un paseo en trineo tirado por renos está garantizado, así como las espectaculares vistas del cielo estrellado e iluminado con auroras boreales.

Ámsterdam, Países Bajos. La capital holandesa es otra alfombra de nieve con alumbrados de admirar durante las fiestas decembrinas. Desde el 12 de diciembre hasta el 24 de enero se celebra el Festival de Esculturas de Hielo. Un mundo fascinante a -10ºC que se dedica a un minucioso trabajo para distraer a turistas y visitantes en esta temporada. Aquí también reina la magia de los mercados navideños al igual que sucede en el resto de Europa. Patinar sobre hielo es otro de sus atractivos, pero la actividad que más sorprende a finales de año es el chapuzón en las gélidas aguas del mar del Norte a -5ºC, el cual ahora se repite, a favor de causas benéficas, por toda la ciudad en diferentes zonas acuáticas.

San Petersburgo, Rusia. Es la segunda urbe más importante de Rusia en la que, a pesar de las bajas temperaturas, el frío es más llevadero. La nieve es la protagonista al cubrir todo el paisaje decorado con palacios, museos y teatros. La temperatura media es de -5ºC (puede llegar a -20ºC), un registro capaz de congelar extensos ríos como el Neva y los canales de la ciudad durante esta estación invernal. La considerada capital cultural del lado este del globo terráqueo organiza conciertos de música clásica para el 25, 30 y 31 de diciembre. Son comunes los brindis con vino caliente o glüwein alemán y las visitas a los mercados navideños son casi obligatorios.


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