Gràcia es una antigua vila, originalmente independiente, alberga hoy a más de 50.000 habitantes en 5 barrios contenidos en tan solo 1,3 km2 de trama irregular. Con calles estrechas, más de una docena de plazas con mucha actividad social y cultural, y gracias a gran cantidad de bares y vermuterías, en los que a diario se reúnen vecinos, sobre todo jóvenes, a tapear y tomar una caña.

Tiene el encanto de la Barcelona antigua, “un pueblo dentro de la ciudad”. Cruzando la avenida Diagonal, hacia el norte, la movida está a la derecha de Gran de Gràcia. Una zona bien comunicada por las líneas verde y amarilla del metro, que en 15 minutos lo llevan a las playas de Barcelona; o por autobuses que recorren el Paseo de Gracia y llevan al centro de la ciudad en 10 minutos.

Bohemio, tranquilo, tradicional, pero con gente que prefiere los buenos precios y divertirse, congrega a muchos diseñadores, joyeros contemporáneos y artistas, que se instalan en las inmediaciones de la calle Verdi.

El corazón de la vila está alrededor de la plaza de la Vila de Gràcia, que se destaca por su antigua Torre del Reloj con gran campanario. En diagonal está Amaranto Joies, Sant Domènec 23, al que vale la pena entrar para ver originales piezas de diseño, representativas de la joyería contemporánea local e internacional.

Otra de las emblemáticas de Gràcia es Plaza del Sol. Como en las 15 restantes que tiene el barrio, los bares extienden sus mesas bajo sombrillas, al amparo de tapas y tragos que ponen en valor el buen paladar barcelonés.

En sus cercanías, calle del Planeta 17, está la Tuuulibreri, una librería imperdible donde se consiguen interesantes libros de 1 a 3 euros. A pasos está la sede de la asociación Moda Sostenible de Barcelona, calle del Torrent de l’Olla 95, que promueve la producción de ropa y accesorios que respetan el medio ambiente, la salud de los trabajadores y potencia el uso de materiales sostenibles y la reutilización de los existentes. Su tienda es Greenlifestyle.

En sintonía, Velvet BCN, Rabassa 37, es un local multimarca de comercio justo de ropa eco. Lo mismo que Colmillo de Morsa, una tienda taller que sostiene la bandera del slow fashion, en la calle de Vic 25.

Vermut y tapas. A pasos de la Plaza de En Joanic se destaca una de las vermuterías más características del barrio, La Vermutería del Tano. Un bodegón catalán, Joan Blanques 17, con buen trato y de ambiente familiar que ofrece berberechos, anchoas, boquerones y otras opciones acompañadas de aperitivos servidos junto a viejos sifones, especial para dejar correr el tiempo.

Más pintoresco es sentarse en los bancos frente a los mercados de l’Abaceria y de la Llibertat, y saborear frutas, frutos secos, algunas verduras, pescados o mariscos que se venden en bandeja, cubiertos incluidos, acompañados de vasos de jugo y más, mientras un músico callejero hace sonar su guitarra.

RECUADRO

Ópera prima

Si bien el principal atractivo de Gràcia siempre fue el Parc Güell, el destacado parque naturalista y ornamental de Antoni Gaudí, últimamente otra de sus obras se convirtió en una visita obligada en la ruta del modernismo. Es que hace a fines de 2017 abrió sus puertas al público, tras 130 años de estar en manos privadas, la Casa Vicens, la primera hecha por este gran artista ubicada en Les Carolines 20, hacia el este de la avenida Gran Gràcia, a dos cuadras de la estación Fontana de la línea verde del metro.

De clara influencia mozárabe, exhibe un comedor con mobiliario original y una colección de pinturas de escenas mediterráneas del barcelonés Francesc Torrescassana, con cúpulas con trencadís, esa técnica de cerámica quebrada con la que el maestro de arquitectos se lucía al revestir cuanta pared estaba a su alcance. Se destaca la sala fumador, en la que como en el resto supo integrar elementos naturales para convertirlo en un espacio funcional; reservado para los fumadores de entonces. Si hasta dicen que el humo lograba esfumarse y no se sentía.

Otro de sus logrados espacios es la tribuna, una especie de jardín de invierno de estética japonesa con sus originales azulejos clavel del moro dispuestos en forma de ajedrez, abierto a la vegetación mediterránea que rodea la casa, enmarcada por una reja de hierro con forma de hojas de palma.


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