Las Tejerías
Foto: Yuri CORTEZ / AFP

José Santiago pasó 40 minutos abrazado a una antena mientras una descomunal crecida arrastró casas a su paso, incluida la suya: es un sobreviviente del deslave que dejó al menos 37 muertos y más de 50 desaparecidos en el pueblo de Las Tejerías, en el estado Aragua.

«Me atrapó el río y no hallé más recurso que montarme en la placa (techo) y me abracé a la antena», relató José, de 65 años de edad, agradecido de haber sobrevivido. «¡Volví a nacer!»

Copiosas lluvias han castigado a Venezuela este año, que también han dejado 13 fallecidos en otras rntidades.

La población quedó sin electricidad y sin comunicaciones: las antenas de las operadoras telefónicas también fueron arrastradas por la corriente. Montones de troncos estaban apilados tras ser arrastrados por la furia del agua.

Las Tejerías
Foto: Yuri CORTEZ / AFP

José, que ha vivido en Las Tejerías por años, se percató de que el agua se metía con fuerza en su casa tras la crecida simultánea de cinco quebradas. Pensó que estaría a salvo en el techo, pero el caudal desbordado subió tanto que lo atrapó en cuestión de minutos.

Abrazado a la antena de telecomunicaciones sintió cómo troncos y otros objetos le pasaban cerca y vio que el agua elevaba autos y fragmentos de viviendas.

«Me llegó el agua aquí (al cuello), ya estaba listo (para morir), si llueve cinco minutos más me ahogo», relató a la AFP.

Apenas descendió el agua unos 10 vecinos corrieron a rescatarlo.

«Como el ave Fénix»

María Gracia Carvalhais, una comerciante de 60 años de edad que llegó a Venezuela de Portugal cuando tenía 2 años de edad, trataba de contener las lágrimas al ver la ferretería que su familia fundó hace más de seis décadas devastada.

El violento caudal subió metros hasta entrar al negocio que gerencia junto con su esposo. Las puertas metálicas del local fueron derribadas por la corriente.

«El agua tumbó las dos puertas de la ferretería», contó mientras señalaba una huella de barro en la pared.

Trabajadores y vecinos la ayudaban a sacar montones de escombros con palas.

Foto: Yuri CORTEZ / AFP

María calcula que el 80% de su local está destruido: las paredes colapsaron y los productos quedaron cubiertos por el lodo.

«Todo se dañó, pero lo importante es que estamos vivos», se consoló María.

«La lluvia de ayer (sábado) era extraña, venía manejando desde La Victoria, tenía el sol detrás y adelante la nube más negra que he visto en mi vida con dos arcoíris formados dentro», describió María, quien aseguró fue la lluvia más fuerte que recuerda en los últimos 30 años.

Al lado, su hermana Karina de Faría, de 53 años de edad, también contemplaba la destrucción de su panadería. Con la crecida logró sacar a sus seis trabajadores y refugiarlos en la parte más alta del pueblo.

«Toca darle gracias a Dios que estoy viva, porque hay muchos muertos, y todos mis empleados están vivos», relató Karina entre sollozos.

«Como el ave Fénix vamos a surgir», añadió su hermana María Gracia.

Unos 1.000 funcionarios participan en las labores de rescate, dijo a la AFP el almirante Remigio Ceballos Ichaso, ministro de Interior y Justicia, en el sitio.

«Tuvimos un gran deslave producto de los cambios climáticos, anoche con el paso del huracán Julia se produjo un vacío que generó rápidamente una vaguada», indicó el ministro.

Foto: Yuri CORTEZ / AFP

El gobierno decretó tres días de luto nacional por la tragedia.

Equipos de rescate retiraban con maquinaria árboles gigantescos arrastrados desde la parte alta de la montaña, además del sedimento que cubrió las calles.

«Se vino demasiado rápido, no dio tiempo a nada», afirmó Carlos Camejo, de 60 años de edad.


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