Violencia
Guaidó recibió una paliza por parte de una muchedumbre de chavistas que lo esperó en el aeropuerto cuando regresaba de una gira internacional de 23 días. EFE/ Rayner Peña

“Basta de violencia, respeten a la prensa”, “el periodismo libre es un derecho humano” y “censura, censura es dictadura” fueron algunas de las consignas que corearon los trabajadores de los medios de comunicación, que denunciaron ante el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo, instituciones en manos del régimen, las agresiones sufridas el 11 de febrero en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar.

La exigencia es clara: investigación oportuna, justicia, cese de la violencia contra el gremio y respeto a la libertad de expresión. Los culpables también están identificados: el coronel Franco Quintero, encargado de la seguridad del aeropuerto, y Náyades Pérez, jefa civil de Catia La Mar. Además de Roiber Sojo, presidente del Consejo Legislativo de Vargas, y el constituyente Juan Iriarte.

Todos fueron participes de los hechos registrados el martes, cuando al menos 14 trabajadores de la prensa fueron agredidos mientras cubrían el regreso del presidente interino, Juan Guaidó. Entre los lesionados figuran Iván Reyes, Maiker Yriarte, Nurelyin Contreras, Michelle Castellano y César Díaz. Los últimos cuatro sufrieron traumatismo y latigazos en el cuello.

Primera parte

Desde que los medios de comunicación llegaron al aeropuerto comenzó el amedrentamiento por grupos de adeptos al chavismo, que sabotearon el trabajo de los periodistas en un intento por impedir las transmisiones.

Gritos, insultos y empujones fueron las primeras muestras de violencia, que se incrementaron con la llegada de los diputados. En ese momento, un grupo persiguió a los parlamentarios y medios que los acompañaban. “Traidores”, “asesinos” y “mercenarios pagados por Trump”, gritaban.

Tras ese primer incidente, los medios lograron entrevistar a un funcionario de la GNB. A su juicio, esos individuos eran “el pueblo enardecido” que rechazaba la “llegada de un traidor que pedía intervenciones y sanciones”. Ante la pregunta de si se iba a garantizar la seguridad de los periodistas y legisladores, indicó que garantizaría “la seguridad del pueblo”.

“¿Cuál actitud agresiva?”, refutaba el constituyente Iriarte cuando El Nacional le consultó sobre el comportamiento del grupo de personas que él dirigía.  “Es pueblo que está en contra del traidor”, dijo, siguiendo el discurso oficial.

Segunda parte

Alrededor de las 4:30 pm se dio la primera alerta de la inminente llegada de Guaidó, por lo que equipos de prensa activaron sus cámaras. Algunas registraron el momento en que un grupo de personas, presuntos simpatizantes del presidente, coreaban “hay un guerrero, vale por dos, es de La Guaira y se llama Juan Guaidó”, ante el desconcierto de diputados, que no convocaron a la sociedad civil.

Por su parte, el grupo chavista, rivalizaba con la consigna “Guaidó, traidor, te sale Tocorón”. El escenario de violencia se generó en segundos, cuando esos dos grupos se cruzaron y los seguidores del régimen corretearon a los supuestos simpatizantes del presidente, a diputados y personal de prensa, que se fueron hacia varias partes del aeropuerto.

La tensión en el lugar creció, el miedo y la angustia fueron emociones persistentes. “¿Qué pasa?”, preguntaba la gente, cuando los violentos salieron a las inmediaciones del aeropuerto.

“Esto es lo que causa el asesino de Guaidó, generar la violencia”, vociferaba Náyades Pérez.

Estado de shock

Era el momento en que Nurelyin Contreras, reportera de Punto de Corte, fue agredida por una de las adeptas al régimen, que sin mediar palabra la atacó cuando transmitía la situación.

“Quedé en shock. Uno no estudió para pelear con otro, sino para reportar, para informar. Ver tanto odio venir sin motivos, me sentí vulnerada”, expresó Contreras al recordar el episodio.

Ella recibió golpes, mordiscos y arañazos. Además, sufrió pérdida de cabello debido a los jalones. “Más allá de los golpes, me dolió ver tanto odio, tanto ensañamiento, tanta maldad de alguien que también es venezolano”, expresó.

En el instante en que fue agredida, un funcionario de la PNB se encontraba en el lugar. “Un hombre me golpeó en la cara y caí al piso; lo primero que veo cuando me levanto es al funcionario riéndose”, manifestó.

“Pero ellos son minoría, la mayoría de los venezolanos somos buenos. La mayoría no estamos aptos para este tipo de violencia, que se incrementa gracias a que los efectivos policiales no garantizan la seguridad. Esto marca un precedente en la historia de la prensa venezolana”, subrayó.

Tercera parte

Después de ese primer incidente, una aparente calma se instaló en el lugar. Equipos periodísticos se resguardaron, y diputados hacían lo propio, cada uno evaluando daños. Diplomáticos llegaron al aeropuerto, entre ellos el encargado de Negocios de la Embajada de Brasil, Rodolfo Braga, y el embajador de Francia,  Romain Nadal. También acudió la primera dama, Fabiana Rosales, que al ser vista por las hordas chavistas se convirtió en otro blanco de violencia.

A las 5:11 pm salió el presidente encargado por la puerta de desembarque, llegó en el vuelo TAP173 Lis-CCS, proveniente de Lisboa, Portugal. Los aplausos, la ovación lo acompañaban, mientras él, con una sonrisa y el puño en alto, saludaba a los ciudadanos que lo aclamaban.

Sin embargo, la arremetida oficialista no se hizo esperar. Con mayor hostilidad, provistos de tubos, palos y conos de seguridad, el grupo de alborotadores centró su ataque en el objeto de su ira: Guaidó. También fue golpeado y empujado junto con su personal, parlamentarios y ciudadanos que trataban de resguardarlo.

Los periodistas, camarógrafos y fotógrafos no fueron olvidados. Mientras cubrían lo que acontecía en ese escenario, también fueron maltratados. Cuando finalmente el mandatario logró abordar su vehículo y emprendió la retirada del aeropuerto, entre abucheos, ofensas y la consigna de “asesino”, la intimidación no cesó.

Los de la prensa son enemigos

El papel de enemigo se le impuso otra vez a los equipos de prensa, que se dirigieron al estacionamiento para abandonar el lugar. En el camino, cada persona con cámara, teléfono y micrófono fue correteada, insultada y empujada, en el menor de los casos.

En otros, fueron jaloneados y golpeados con puños, tubos y palos. Unos de estos casos es el de Iván Reyes, fotógrafo de Efecto Cocuyo, que recibió golpes y jalones de cabello. “Tenía mucho miedo. De hecho, la segunda vez ni levantaba la cara porque tenía mucho miedo de que me golpearan”, narró.

Cuando Reyes era agredido, Maiker Yriarte, reportero de TV Venezuela, intentó apartarlo de la horda que lo sometía, cuando pasó a ser víctima también. “El primero es un escenario de mucha indignación, cuando ves que agreden a tus compañeros es como si agredieran a un familiar. Me ha pasado que veo cómo agreden a mis colegas y yo he dejado la transmisión en vivo por defenderlos”, manifestó.

“En el momento en que te agreden a ti la vulnerabilidad es mayor. Yo sentía que no iba a salir. Fueron 30 o 40 segundos, pero es tanto el golpe que recibes, que en un momento me entregué”, agregó.

«Es darte hasta que te mueras»

En primer lugar, Yriarte fue agredido por Roiber Sojo, de quien intentó defenderse. Sin embargo, en cuestión de microsegundos una manada de hombre se unió a Sojo. Con objetos contundentes y golpes lo arrinconaron en la cerca del estacionamiento. Mientras le pegaban salvajemente, un grupo de mujeres, que al principio presidían los ataques, se burlaban y reían cual hienas con sus víctimas.

“No es darle un golpe para que te calles y te vayas, es darte hasta que te mueras. Ninguno de los agresores decía ‘basta, déjenlo, ya le dimos muchos golpes’ ¡Nadie! Ahí había saña y odio, pero ¿odio por qué?”, expresó.

Durante unos minutos eternos, nadie acudió al rescate de Yriarte, o eso era lo que él pensaba. La verdad es que quien intentaba ayudarlo, también era brutalmente golpeado. “Yo decía, ‘¿dónde está mi equipo que no me saca?’. Resulta que mi equipo también fue agredido por intentar salvarme”, dijo.

Michellet Castellano y César Díaz, camarógrafos de TV Venezuela, fueron asimismo atacados. También estuvieron hospitalizados por traumatismos y latigazos en el cuello, y llevan collarín.

Impunidad

Pese a esos ataques, el compromiso con el periodismo libre continúa intacto en cada uno de los agredidos, en un país donde el año pasado 173 trabajadores de la prensa fueron agredidos durante el ejercicio de sus labores informativas, de acuerdo con cifras del Instituto Prensa y Sociedad Venezuela.

En ninguno de esos casos hubo investigación oportuna ni se aplicó la justicia a los responsables de la violencia. “Hay impunidad en 100% de los casos”, denunció Marco Ruiz, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Prensa, SNTP.

Iván Reyes señaló: “Suena mal decir que uno está acostumbrado, pero ya sabemos a lo que nos exponemos. Lamentablemente, además, es algo normalizado. Cuando nos agreden, nunca los responsables pagan. Hay fotos, hay videos, hay pruebas, y los responsables igual vuelven a hacerlo y están libres”.

Aunque exista esa situación de impunidad, el SNTP y la ONG Espacio Público destacan la importancia de formular la denuncia ante los organismos competentes. “Hay que insistir en la exigencia de justicia, más allá de que las omisiones de instituciones del Estado intenten golpearnos diariamente a la cara, haciéndonos ver que no vale la pena”, dijo Ruíz.

Carlos Correa, director de la ONG defensora de los derechos humanos, enfatizó: “Las experiencias que hemos tenido en otros países con contextos autoritarios y dictatoriales, nos dicen que solo es posible la justicia cuando hay voluntad de demandarla y exigirla”.

Volver a su labor: informar

Cuando culmine el reposo que tiene que cumplir, Nurelyin Contreras y Maiker Yriarte piensan retornar a su labor, a informar.

Sin duda alguna volveré, los golpes pasan. ¿Con miedo? Sí, tengo mucho. ¿Con sentimientos? Sí, tengo muchos sentimientos encontrados, pero yo seguiré en Venezuela y trabajando por mi país”, subrayó Contreras.

Yriarte también regresará al trabajo: “No estoy haciendo nada malo, no soy un delincuente; no tengo por qué esconderme”.

“Nuestro deber es informar, nosotros nos debemos a la gente. Si no les gusta lo que yo digo, que busquen otros medios. Eso es parte de la libertad de expresión”, añadió.


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