El Cementerio
Jóvenes y adultos en El Cementerio no pierden la esperanza. Foto: Ángelo Rangel en una jornada de atención al adulto mayor. Foto: @angeloranfer

Ángelo Rangel lidera un grupo de jóvenes en El Cementerio. Su labor la hacen en esta zona, aledaña a la Cota 905, que sufre los embates de la violencia y la desidia gubernamental.

Su trabajo es variopinto. Los ocho muchachos, entre los 17 años de edad y los 30 años, que asegura Rangel son los más consecuentes, han pintado canchas, repartido almuerzos, preparado arepas, han hecho murales y acompañado a personas de la tercera edad, e incluso reparar las goteras de sus casas. Una muestra de lo que es la Venezuela solidaria.

“Antes de la pandemia éramos como 40, pero muchos se han ido, y otros están trabajando”, explicó.

“Entendemos la solidaridad como dar algo, pero también acompañar a los ancianos o ayudarlos a mejor vivir. No solo es dar sino también estar”, agregó.

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El Cementerio
Almuerzos en la iglesia San Miguel Arcángel de El Cementerio. Foto: @angeloranfer

Todo comenzó en la iglesia de El Cementerio

Rangel, que tiene 28 años de edad, durante nueve años fue asistente de Fernando Albán, concejal asesinado en El Helicoide en circunstancias todavía no aclaradas. Dijo que la pandemia les obligó a reinventarse. Antes trabajaban con mayor seguridad y comodidad en la iglesia San Miguel Arcángel, donde colaboraban con un comedor, pero eso cambió.

“En la búsqueda de alternativas, que incluso permitan la generación de ingresos, conseguimos que se impartieran unos cursos de panadería en diciembre. Eso ha ayudado mucho. Pudieron hacer pan de jamón y los vendieron. Siempre con el apoyo de la comunidad que, en muchos casos, prestaron los hornos para poder cocinarlos”, manifestó.

Eso ha ido creciendo. Rangel detalla que han hecho contactos con panaderías para incorporar a algunos de los muchachos. Recibieron asimismo la donación de un horno. Esperan habilitar pronto un espacio en la avenida principal de El Cementerio, lo que les permitirá dar un paso más e incluso ampliar a otros oficios.

Con Rangel trabajan unos cuantos jóvenes deseosos de generar un cambio. Foto: @angeloranfer

Una careta dio el impulso

Rangel se dio a conocer el año pasado gracias a una careta de protección que diseñó para un proyecto de estudio y que promocionó por las redes sociales. La máscara, de manufactura sencilla, contó con financiamiento, lo que ha permitido que la hayan recibido aproximadamente 1.200 trabajadores de la salud.

“Las hemos distribuido en Caracas, principalmente. Las hemos llevado al Pérez Carreño, al Hospital Periférico de Coche e incluso al hospital de campaña que se instaló en El Poliedro”, señaló.

Advirtió que no tiene una fundación ni personas que los financien en grande, sobre todo por las complicaciones legales que implica en Venezuela, pero que poco a poco han podido acometer algunos proyectos: “Son muchos los jóvenes que quieren hacer algo, que se les tome en cuenta”.

Señaló que dar comida responde a una situación específica, pero que entiende que hay que ir más allá hasta generar condiciones para que la gente viva bien y de manera digna.

“El venezolano no se ha resignado. Lleva una vida de sobrevivencia. Estamos en una guerra donde el que no corre no se salva. Eso no quiere decir que no aspire y no quiera un cambio”, indicó.

“Yo siento que los venezolanos todavía estamos esperanzados, aunque sea difícil”, manifestó.

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Ángelo Rangel en una jornada de atención al adulto mayor. Foto: @angeloranfer

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