guerrilla
Foto: Archivo

Han sido cuatro en un año. Jesús Santrich, el Paisa, Romaña y ahora Gentil Duarte. Tienen algo en común, además de guerrilleros: todos fueron dados de baja en territorio venezolano, el mismo en el que se sentían protegidos o al menos más seguros que en Colombia.

“Dirimen sus diferencias donde viven y viven en Venezuela”, dice a El Tiempo Ramón Muchacho, exalcalde exiliado. Para él, hace bastante tiempo que las “narcoguerrillas” dejaron de ser colombianas y ahora se podrían hasta llamar binacionales. “Al menos en este aspecto sí avanzó la integración entre ambos países”.

Para el exalcalde estos grupos irregulares operan a sus anchas y ahora ajustan cuentas en territorio venezolano. Los enemigos de los cabecillas realizan los atentados, lo que es un dato revelador, así lo cree Muchacho insistiendo en que esto sucede en medio de un país que les ha permitido producir droga y establecer rutas del contrabando por lo que “se pelean a muerte por controlarlas”.

Hasta ahora el gobierno venezolano sigue sin pronunciarse y es porque no hay mucho que decir. “Maduro, al igual que Chávez, jamás critica a las guerrillas, que son sus amigas, aliadas, protegidas y socias”, puntualizó el exalcalde del municipio Chacao en Caracas, quien en varias oportunidades ha denunciado el riesgo para la seguridad que representan las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

La muerte de Gentil Duarte ocurrió en el municipio Jesús María Semprún, en el estado Zulia, frontera con Colombia. Constantemente ganaderos y comerciantes se quejan de las actuaciones de los irregulares, que con extorsión y amenazas mantienen atemorizados a muchos lugareños, terror que se extiende a los estados Táchira, Apure, Amazonas, Bolívar y Monagas.

¿Qué dice al respecto el Alto Mando Militar? esta pregunta se la hace Luis Barragán, diputado a la Asamblea Nacional electa en 2015. En la Comisión de Defensa de esa instancia lamentan que el Estado no actúe contra esos grupos.

Barragan insiste en que es un deber ineludible que las autoridades se pronuncien.

“Todo indica que no se trató de una reyerta casual, sino de una operación destinada a cazar a un importantísimo jerarca. Acá dirimen sus diferencias y zanjan sus rivalidades”, apuntó.

Además de preguntar si es que el Alto Mando Militar no sabía de la presencia de Gentil Duarte en Zulia, el parlamentario cree que puede ser inevitable un incremento de la violencia por esas rivalidades de las disidencias y que pudiera acelerarse por los resultados de las elecciones del 29 de mayo en Colombia.

“Se trata de la violencia como negocio e industria en expansión por América Latina, incluso así intente corregir el Foro de São Paulo y sus derivados, la estrategia continental que adelanta”, concluyó Barragán.

POR ANA RODRÍGUEZ BRAZÓN

 


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