Encovi
Foto EFE

Venezuela ha dejado de ser un país de tipo suramericano para convertirse en uno similar a los más pobres de África o comparable a situaciones socioeconómicas como las de Haití o Guatemala.

De ese modo el sociólogo Luis Pedro España ilustró la gravedad en la que se encuentra el país durante la presentación de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) junto a la geógrafa Anitza Freites, directora general del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, la cual se llevó a cabo de noviembre de 2019 a marzo de 2020 con una muestra de 9.932 hogares.

Dos datos graves resumen la magnitud de la crisis del país: la esperanza de vida de los nacidos en el período 2015-2020 es de 3,7 años menos, mientras que la tasa de mortalidad infantil es de 26 por cada 1.000 habitantes, un retroceso de 30 años.

«Venezuela nunca había tenido estos niveles de pobreza. Por eso nos salimos del contexto latinoamericano, así que en cuanto a indicadores Venezuela se compara con África», dijo España, quien puso como ejemplo que el gobierno entrega las cajas del CLAP a todos los estratos sociales, ricos o pobres, lo que demuestra cómo ha caído el poder adquisitivo de los ciudadanos. «Es un reparto cuasi universal», agregó.

En total, de acuerdo con la Encovi, 96% de los hogares venezolanos está en la pobreza si se toman en cuenta los ingresos y 79,3% se encuentran en pobreza extrema.

Por otra parte, según el método multidimensional (que incluye variables como el empleo, la educación, las condiciones de vivienda y los servicios públicos), se calcula que 65% de los hogares del país están en situación de pobreza.

En la tabla de pobreza del estudio Venezuela aparece en el segundo lugar con 76 puntos, solo superada por Nigeria, que registra 78. Por debajo del país aparecen Chad (67), Congo (61), Zimbabue (61), Yemen (52) o Haití (50).

«Todos somos pobres pero no con las mismas características. Hay hogares con problemas estructurales desde el punto de vista de la vida o poco acervo educativo, así como en cuanto a la incersión laboral. 41% de los hogares tienen pobreza crónica, y ahí hablamos de las imágenes que aparecen en los medios de comunicación: viviendas de lata, pisos de tierra, niños comiendo del piso», explicó España.

En el estudio sobre la pobreza destacan cifras que han impulsado esta situación como que 79,3% de los venezolanos no puede cubrir la canasta de alimentos, la caída del PIB entre 2013 y 2019 fue de 70%, la inflación de marzo de 2019 a marzo de 2020 se ubicó en 3.365% y que el ingreso promedio diario de los ciudadanos es de 0,72 centavos de dólar.

Los programas sociales para paliar estos problemas han cambiado radicalmente desde 2017.

Ya para ese momento, dice el estudio de la Encovi, las misiones no representaban una cobertura importante.

La bandera del Estado desde entonces han sido los CLAP y más recientemente los bonos que se otorgan en fechas especiales como el del Día de la Madre o por celebraciones nacionales como el del 24 de junio.

También han crecido los pagos no laborales por parte de privados.

«Desde 2018 las transferencias no laborales empezaron a tener un ingreso importante en los hogares. Son transferencias modestas que tienen un promedio de 1, 3 o 5 dólares», indicó el sociólogo.

La investigación señala, no obstante, que esas transferencias tienen poco impacto en cuanto a reducción de pobreza. Si se deseara generar una ayuda significativa tendrían que entregarse 2 dólares diarios a cada persona, es decir, 5 millardos de dólares al año, siempre y cuando esto esté enfocado en reducir la pobreza.

Una población que envejece

Venezuela también se compara con África respecto a sus niveles de nutrición, advierte la Encovi.

La desnutrición crónica en cuanto a talla-edad de niños menores de 5 años se ubica en 30%,3 (639.000 niños), la cual se aproxima a países como Nigeria (33% en 2014) o Camerún (31,7% en 2014). En América Latina solo se está por debajo de Guatemala, que registró un porcentaje de 46,7% en 2015.

Esto se debe a que solo 3% de los hogares venezolanos no tiene ningún tipo de inseguridad alimentaria, el consumo nacional promedio de proteínas es de apenas 34,3% del necesario y que los pobres tienen una alimentación basada solo en carbohidratos.

La Encovi advierte que las secuelas a largo plazo de los actuales estados nutricionales podrían ser irreversibles.

La crisis además ha modificado la demografía del país, expuso la profesora Anitza Freites.

En la actualidad, indica la OIM, hay 5 millones de venezolanos en el mundo, lo que ha provocado que la proyección de la población para 2020 haya caído de 32,6 millones de personas (de acuerdo con el INE) a 28,4 millones (según datos de la ONU).

En los hogares se ha visto una feminización de la jefatura, así como una aceleración del envejecimiento de la población, que pasó de 10% a 12% de 2015 a 2020.

Tampoco hay mejoría en la educación: se estima que hay 1,7 millones de personas de 3 a 24 años menos estudiando. En su mayoría porque prefieren trabajar en lugar de ir a una institución a formarse porque no lo consideran importante o porque la crisis de servicios como el transporte se los impide.

Además, se calcula que 13% de los niños y adolescentes no asisten a clase y 40% falta algunas veces por problemas con el agua, los apagones, la falta de comida en casa, el transporte o la ausencia de profesores.


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