Consejo Noruego para Refugiados
Milagros Lira, de 28 años de edad, regresó a Venezuela desde Perú. Foto: Nadège Mazars / NRC

La pandemia de covid-19 tiene un impacto económico devastador en las poblaciones más vulnerables del mundo, que han tenido que huir o que viven en zonas de conflicto, abocándolas al hambre o a la falta de escolarización, según un informe del Consejo Noruego para Refugiados (NRC), donde incluye datos de la crisis que vive Venezuela.

En el estudio Espiral descendente, realizado en 14 países, Venezuela y Colombia entre ellos, el Consejo Noruego para Refugiados indica que cerca de tres cuartas partes de las 1.400 personas interrogadas señalan una clara degradación de su situación a causa de la crisis sanitaria.

Según este informe, 77% de ellas habían perdido el empleo o su salario se había reducido desde marzo, 70% tuvieron que disminuir el número de comidas en casa y 73% afirman estar menos preparadas a llevar a sus hijos a la escuela debido a los problemas financieros.

«Las comunidades más vulnerables del mundo se encuentran en una peligrosa espiral descendente», indicó el secretario general del Consejo Noruego para Refugiados, Jan Egeland, en un comunicado.

Estas poblaciones, «ya forzadas a huir de su domicilio debido a la violencia, con a menudo derechos limitados en el trabajo o en el acceso a los servicios gubernamentales, el impacto económico de la pandemia los lleva a la catástrofe», dijo.

Consejo Noruego para Refugiados

Consejo Noruego para Refugiados sobre Venezuela

Los datos sobre Venezuela recogidos en el informe presentado por el Consejo Noruego para Refugiados son especialmente iluminadores de la crisis que se vive en el país.

  • 66% de los encuestados respondieron que habían perdido el trabajo o que habían disminuido sus ingresos desde marzo.
  • 40% de encuestados tuvieron que pedir prestado dinero para cubrir comida, educación o alquiler.
  • 79% de encuestados que recibieron remesas anteriormente respondió que esto era menos que antes de la pandemia.
  • 76% respondieron que habían recortado el número de comidas en el hogar desde el inicio de la pandemia.
  • 42% de los encuestados respondieron que tenían menos probabilidades enviar a sus hijos a la escuela por su situación económica.

Uno de los testimonios presentados en el documento evidencia con claridad lo vivido por millones de migrantes venezolanos. Javier David Méndez Salcedo, de 28 años, huyó a Colombia desde Venezuela, donde era técnico de redes. En Bogotá vende dulces en buses, y alquila una habitación para él, su esposa y sus dos hijos. Le dijo al Consejo Noruego para Refugiados que su caída en los ingresos lo había llevado a ser amenazado con el desalojo de varios veces: «Antes del covid-19 no estaba contento, pero tenía suficiente para pagar un habitación, al menos para tener un plato de comida para mis hijos todos los días. En este momento, la verdad, si desayuno no almorzaré. Si almuerzo, no desayunaré».

Hambruna en el mundo

Antes de la pandemia, la ONU ya advirtió el empeoramiento de la hambruna en el mundo.

Según un informe anual publicado en julio, cerca de una persona de cada diez sufría desnutrición crónica en 2019, una proporción que iba en aumento debido al covid-19.

El estudio fue realizado en 1.413 personas de 14 países durante el mes de agosto: Afganistán, Colombia, Irak, Kenia, Libia, Malí, Uganda, Venezuela, Somalia, República Democrática del Congo, Líbano, Jordania, Burkina Faso y Yemen.


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