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Foto: Nota de prensa

Universidades venezolanas experimentan con nuevos modelos de sostenibilidad económica ante la privación de los recursos para su financiamiento por parte del Estado.

El talento profesional venezolano será una vía para desarrollar fuentes propias para sufragar las necesidades que actualmente no se pueden atender.

Representantes de la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Simón Bolívar, la Universidad Monteávila y la Universidad Católica Andrés Bello participaron en el foro Financiamiento de la Universidad en Tiempos de Crisis. El evento se realizó este martes en la sede de la institución de educación superior jesuita, con motivo de su 66 aniversario.

En el encuentro, los participantes coincidieron en que las instituciones de educación superior no pueden morir. Por tal motivo, están procurando su supervivencia con el concurso de toda su comunidad.

Como anfitrión, Francisco José Virtuoso, rector de la UCAB, aseguró que la intervención de las universidades es un problema de todos, por lo que instó a la ciudadanía a defenderlas.

“El reto de la sostenibilidad es realmente el reto de todas las universidades. Si logramos ser sostenibles podemos salir adelante”, precisó el rector de la UCAB.

La introducción del foro estuvo a cargo de la economista Tamara Herrera, quien presentó un panorama de la economía venezolana en las últimas dos décadas.

Herrera señaló la importancia de entender que el petróleo ya no es suficiente para soportar el crecimiento. Por esto, consideró que es necesario que tanto los venezolanos como las universidades se reinventen para sobrevivir.

Rediseñar el vínculo con la comunidad ucevista

Amalio Belmonte, secretario de la Universidad Central de Venezuela, cuestionó la política del gobierno que desprecia el conocimiento.

“Lo que le interesa al gobierno es transformar al sistema universitario en un inmenso aparato ideológico. Uno donde no importa la calidad sino la adscripción, para construir un mundo poblado de silencio frente a lo que está pasando. En ese sentido ha sido muy eficiente”, manifestó.

Afirmó que es mentira que existan 2.200.000 estudiantes en las universidades públicas. Agregó que un alto porcentaje de los alumnos no está prosiguiendo sus estudios porque tiene dificultades para alimentarse y desplazarse.

Belmonte admitió que la UCV se quedó rezagada respecto a los esfuerzos de algunas universidades privadas, como la UCAB y la Unimet, de agenciarse recursos por vías extraordinarias para enfrentar la crisis económica, entre ellas, apelando a sus egresados.

“Ahora estamos rediseñando una vinculación con toda la población ucevista que está afuera. También estamos en conversaciones muy serias con organismos internacionales, con el fin de poder tener nosotros fortalecimiento del presupuesto universitario”, explicó.

El vocero de la UCV aseguró que la más antigua universidad del país, próxima a cumplir 300 años, seguirá de pie.

“La universidad del país rentista se acabó”

Mariella Azzato, vicerrectora administrativa de la Universidad Simón Bolívar, afirmó que el gobierno sometió a esta institución a una desinversión programada. 98% de su presupuesto depende de las asignaciones del Estado, y de eso, 87% es para pago de personal y solo 1% corresponde a inversión académica.

“Nos dejaron sin trasporte, sin comedores, sin becas, sin preparadurías, sin inversiones universitarias”, destacó.

Sin embargo, lo que hicieron las autoridades de la USB fue apelar a sus egresados.

“Teníamos 105 unidades de transporte y reactivamos 26. Ha sido un logro”, expresó. Pero es un gasto recurrente que no puede ser costeado por aportes y donaciones, razonó Azzato.

“Hemos empezado a pensar en la universidad que tenemos que tener. Esto del gratis se acabó. Esto de que a todo el mundo, a juro, tienen que darle todo. Esto del país rentista donde la universidad tiene que depender de alguien para subsistir, se acabó. Tenemos que pensar en la universidad sostenible en el corto, mediano y largo plazo”, indicó.

Relató que la USB reabrió sus comedores, con un modelo de gestión propia, pero ya no son gratis. La falta de agua la solventaron perforando pozos.

“La Universidad Simón Bolívar ha debido estar cerrada desde octubre (2018) por falta de agua y electricidad, pero está abierta. Estamos dándole un mensaje a la sociedad”, dijo.

Reflexionó sobre el desaprovechamiento que la universidad venezolana ha hecho de todo el conocimiento que produce, mientras otros países aplican y concursan por recursos internacionales.

Dijo qe es optimista sobre el futuro de las instituciones venezolanas.

Universidad privada no escapa de la crisis

Carolina Arcay, vicerrectora administrativa de la Universidad Monteávila, denunció en su exposición las amenazas constantes de los organismos del Estado contra las universidades privadas. Al igual que las restricciones parecidas a las de las universidades públicas, porque les niegan abrir nuevas carreras.

Señaló que en el caso de la Monteávila  también se reinventaron para conseguir los fondos necesarios.


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