Las Tejerías

Tomasa Álvarez siente terror de regresar a Las Tejerías. Aunque todavía le queda un largo proceso de recuperación “hasta que esté cien por ciento bien” –como le dicen los médicos–, no puede evitar pensar en volver. Le preocupa. Sin embargo, no tiene otra opción, no tiene otro lugar al que ir, su familia está allí. “¿Para dónde va a agarrar uno?”, dice.

La mujer, de 52 años de edad, es una de las sobrevivientes de la tragedia de Las Tejerías, estado Aragua, y una de los trece pacientes que recibió el Hospital Victorino Santaella, de Los Teques, tras el deslave del sábado 8 de octubre y que ha dejado, hasta el momento, 50 personas fallecidas.

Cuando ocurrió el deslave, Tomasa estaba en la automotriz Chery, donde trabaja como ensambladora de vehículos. Recién se incorporaba a su jornada laboral tras regresar de un viaje a Colombia donde visitó a uno de sus hijos. Tenían cuatro años sin verse. El aguacero comenzó a las 5:00 pm, recuerda. Aunque llovía intensamente con truenos y relámpagos, no se preocupó hasta que el agua comenzó a colarse por las ventanas. De inmediato, le dijo a su compañero, la única persona con la que se encontraba: “Vamos a salir de aquí porque el agua se está metiendo”.

Ambos trataron de correr hacia una de las puertas para ubicarse en una zona más alta; sin embargo, ya era tarde. La ola de barro y escombros que arrastraba el río impactó la estructura de la empresa y se llevó todo a su paso. Como pudo, Tomasa se aferró con todas sus fuerzas a un andamio para que no se la llevara la corriente. Desafortunadamente, su compañero no tuvo la misma suerte: “Vi cuando lo arrastró la ola y todo se me puso negro. Comencé a tragar agua”, cuenta.

Aunque trató de mantenerse agarrada a la estructura, la corriente la arrastró varios metros más abajo. La ensambladora –que quedó totalmente destruida– quedaba cerca de un comando de la policía, hasta donde la arrastró la corriente. Allí Tomasa logró subirse a una pila de escombros. “Como pude me mantuve y le pedí a Dios que me ayudara a subir a lo más alto de los escombros para pedir auxilio”.

“Cuando se calmó la lluvia vi a los policías montados en la platabanda del comando y empecé a gritar para que me ayudaran. Pasaron como dos horas, no estoy segura porque todo estaba oscuro, para que me rescataran”.

Tomasa estuvo aproximadamente tres horas en el comando de la policía porque no se podía salir de Las Tejerías. El barro llegaba casi hasta el techo de las casas; los escombros y los árboles cubrían todo. “Me dijeron que tenían que buscar una camilla para poder llevarme hasta el ambulatorio, pero primero tenían que recoger los cadáveres que estaban en las calles. Me pudieron sacar como a las 11 de la noche”.

El traslado desde el ambulatorio en Las Tejerías hasta el Hospital Victorino Santaella en Los Teques, estado Miranda, también fue una odisea. “Nos movían de ambulancia en ambulancia para poder llegar. A los que estamos más delicados de salud nos trasladaron para acá”, asegura Tomaza en su habitación.

Tomasa Álvarez llegó al Hospital Victorino Santaella durante la madrugada del domingo. Desde entonces, permanece recluida en el piso 8 del centro de salud, donde comparte habitación con Wiliany García, de 22 años de edad. La joven iba en un autobús con sus dos hijos, uno de año y medio y otro de seis meses, cuando ocurrió la tragedia. “Ella perdió a su bebé de meses, lo consiguieron ayer. Ella se fue al entierro”, cuenta mientras señala la cama vacía de su compañera. “También está un señor que se encuentra en el área de terapia intensiva que también estaba en ese autobús”, añade en referencia a Oswaldo Alvarado, de 72 años de edad.

Hospital Victorino Santaella
Entrada de emergencia del Hospital Victorino Santaella

Aunque el pasillo principal del piso 8 está desolado, sin personal visible que brinde información y puertas totalmente selladas, tras un pasillo al lado de los ascensores, que no prestan servicio, el panorama es otro. El pasadizo, casi escondido y sin seguridad, lleva hasta las habitaciones, donde enfermeras, médicos y familiares van de un lado a otro sin fijarse mucho en lo que pasa a su alrededor.

Álvarez tiene puntos en la mano izquierda, cortadas y hematomas en la espalda, las caderas y piernas. “Mi pierna quedó presionada con los hierros, pensé que la iba a perder”, dice. Aunque no presenta fracturas y tiene movilidad de sus articulaciones, los dolores en el cuerpo son más intensos con el paso de los días. “Los médicos me dijeron que a medida que pasen los días van a empezar a aparecer más golpes y creo que es así. A veces siento que puedo caminar bien, pero otros días me duele todo”.

En la entrada de la Emergencia del centro de salud hay una lista con los nombres, ubicación y demás datos de los 13 pacientes de Las Tejerías que ha recibido el hospital. Hasta el jueves, tres de los sobrevivientes fueron dados de alta, los demás permanecerán internados. “Los médicos nos dicen que de aquí no nos vamos hasta que estemos 100% bien”, dice Tomasa.

Hospital Victorino Santaella

Sobre la atención, Álvarez asegura que desde que llegó al hospital  la han tratado muy bien y no ha tenido que comprar medicamentos. “Lo único que me han hecho fuera del hospital han sido exámenes, de resto todo me lo han hecho aquí: placa de cadera, hasta un eco me hicieron cuando ingresé”.

“El ministerio se ha portado bien, han estado pendientes. La esposa del alcalde nos manda comida. Gracias a Dios han estado todos pendientes de nosotros”, agrega. También ha recibido visita de funcionarios del Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVISS).

El personal de Chery se ha mantenido en contacto con Tomasa y han costeado algunos de sus gastos. “No han podido venir porque no hay paso. La licenciada vive también en Tejerías, su zona no fue tan afectada pero igual cómo hace para salir. No sé si irán a mandar a alguien de Caracas o Valencia. La doctora de la empresa vive en Valencia, me imagino que la mandarán para que evalúe cómo estoy”, dice. Le gustaría que la empresa pueda costearle unas muletas para poder caminar.

Tomasa se encuentra con Yonnielys, su hija, que la acompaña desde que la trasladaron al centro de salud de los altos mirandinos. La joven, que prefiere no hablar de la tragedia para no revivir el trauma, no ha podido regresar a Las Tejerías para ver a sus familiares. “La mayoría está bien, solo tenía desaparecidos a unos primitos pero no hemos podido saber nada más porque la comunicación es difícil”, cuenta Álvarez.

La casa de Tomasa, ubicada en el sector Los Cachos, fue muy afectada por la lluvia y está en alto riesgo. “Están evacuando a las personas para San Fernando de Apure, pero mi hijo mayor, que sigue allá, no se quiso ir porque tiene tres niños y mi hija está aquí conmigo”.

Recientemente, Nicolás Maduro prometió construir 440 nuevas casas para las familias afectadas. Sin embargo, Álvarez no cree que la situación de Las Tejerías mejore pronto. Cree que ocurrirá lo mismo que pasó en Vargas. “Ahorita todo el mundo apoya pero cuando pasen los meses y la gente se vaya, vamos a quedar solos, igual sin nada. Nos tocará empezar de cero”, lamenta.


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