El incremento de las muertes violentas en Caracas muestra con claridad que el ciudadano está a merced de grupos organizados, unos para delinquir, las bandas criminales, y otros por el Estado, para combatirlas. Ya no son dos o tres muchachos los que tienen armas y roban; se trata de algo mucho más institucionalizado.

“Nos enfrentamos a una violencia distinta a la que acontecía hace 10 o 15 años en la capital”, indicó José Luis Fernández, sociólogo e investigador de la Red de Activismo e Investigación por la Convivencia.

El más reciente informe del Monitor de Víctimas detalla que 60% de las muertes violentas ocurridas en la capital –1.038 casos– entre 2017 y 2018 fue atribuido a organizaciones, o bien a las fuerzas del orden o a grupos civiles armados, y que el mayor responsable sigue siendo el Estado.

“La violencia policial y criminal se ha considerado un problema de antigua data en el país; sin embargo, instancias oficiales, como el Ministerio Público, organizaciones sociales y expertos, han alertado sobre el incremento de la violencia estatal y el número de víctimas que son responsabilidad de las fuerzas del Estado, por los operativos militarizados en los últimos tres años”, se lee en el informe.

Agrega: “Operaciones como la OLP y en la actualidad los operativos del comando especial de la policía conocidos como la Fuerza de Acciones Especiales, constituyen un típico ejemplo de políticas de mano dura. Esas políticas plantean como objetivo enfrentar fuego con fuego a la violencia civil”.

Fernández explicó que estas políticas no han disminuido la cantidad de muertes violentas: “Hemos vuelto a los niveles de violencia que teníamos en 2015, antes de que comenzaran las OLP”.

“Fallecen muchachos muy jóvenes de los sectores populares, por lo que ellos son las grandes víctimas de esta crisis. Se sienten amenazados por las personas que deberían protegerlos”, alertó.

Santiago García, coordinador de Proyectos de Caracas Mi Convive, recalcó que las políticas de mano dura no sirven para frenar la delincuencia. Indicó que las cifras recabadas por el Monitor de Víctimas colocan a los cuerpos policiales de Caracas a la altura de los más violentos del continente. “Se terminan alterando las relaciones entre las personas y su propia comunidad. Al final no confías en las fuerzas de seguridad para establecer el orden y llegado el momento prefieres establecer vínculos con aquellos que tienen poder o capital social, que muchas veces son bandas criminales”, indicó.

Destacó que en las comunidades que han sufrido la acción de los cuerpos del Estado, el malandro se convierte en alguien que puede ayudar, si lo necesitas. “Terminas fortaleciendo los lazos que tiene la comunidad con los propios criminales”.


Libertador es el más violento

El reporte del Monitor de Víctimas revela que 64,1% de las muertes reportadas sucedió en el municipio Libertador.

Las cinco parroquias más violentas de Caracas se encuentran en Libertador y Sucre: Coche, El Junquito, Fila de Mariches, Macarao y Antímano, lo cual es consistente con datos históricos de registros oficiales: “Estas parroquias presentan tasas superiores a 80 muertes violentas por cada 100.000 habitantes”.

El informe advierte que al analizar la tasa de muertes violentas atribuidas a cuerpos de seguridad dentro de cada parroquia, encuentran que las tasas más altas están en Coche, Santa Rosalía, San Juan, San Agustín y El Valle.


Familias quieren que las escuchen

Cuando suben los de negro es un libro publicado como resultado de una investigación que se nutre de entrevistas con las víctimas de violencia policial.

“Pudimos constatar en los familiares el interés y la necesidad de ser escuchados, lo que nos condujo a entender la pertinencia de darles un espacio a estas historias”, detallan los autores de la obra.

Recalcan que el gobierno fracasó en sus políticas de seguridad, “no solo al implementar la violencia ilegítima como una de ellas, sino al permitir que la violencia social y urbana se volviera normal en la vida de los venezolanos y alcanzara niveles tan preocupantes”.

Frima Udelman, psicólogo de Caracas Mi Convive, explicó que conversaron con personas a las que les han sucedido cosas atroces. “A cualquiera de nosotros le llega a pasar algo de esto y reaccionaríamos de la misma manera, o peor, porque se trata de situaciones extremas”, afirmó. Indicó que la idea es que reconozcan que no son los únicos en esa situación: “En esa medida van a romper con una de las principales consecuencias de la violencia que es el aislamiento”.

Udelman agregó que las familias tienen problemas para lidiar con las pérdidas, sobre todo porque el discurso oficial califica a las víctimas de malandros.

La especialista explicó que hay comunidades que se han desarticulado, azotadas sobre todo por la violencia policial aunque siempre hay historias que muestran que se resiste en la cotidianidad.


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