Hace 38 años los nombres del argentino Eduardo Agustín de Dios Nicosia –gurú de yoga y líder de la secta religiosa india Jukteswar– y un grupo de paisanos y seguidores fueron muy mencionados en páginas de sucesos y noticieros de radio y televisión. Estuvieron implicados en el homicidio en Caracas de la secretaria Zoraida Josefina Fernández, de 28 años de edad, estudiante de Economía cuyos restos descuartizados fueron hallados en junio de 1980 en la hacienda Los Báez, en Altos de Pipe, que comunica con  Macarao.

Nicosia, ahora de 71 años de edad, volvió a ser noticia, pero esta vez en su país, Argentina, donde lo detuvieron a principios de julio, según reportaje del periodista Fernando del Río en el diario La Capital.

Junto con Nicosia están presos su esposa, Silvia Capossiello; un hijo de ambos, identificado como Xavier Augusto Yañez Capossiello; el venezolano Sinecio de Jesús Coronado Acurero, y Luis Antonio Fanesi. El arresto ocurrió durante el allanamiento de una cooperativa que el grupo dirigía y que funcionaba en el hotel City. La visita domiciliaria se hizo  luego de pesquisas del juez Santiago Inchausti y el fiscal Nicolás Czizik.

La averiguación determinó que los trabajadores del hotel eran seguidores de la misma secta que estuvo vinculada con el homicidio cometido en Caracas en 1980.

Versiones de víctimas que lograron escapar de la vigilancia de la secta, entre ellas hijos de Nicosia, indican que se cometían abusos sexuales, esclavitud, estafa, torturas y crímenes como los perpetrados en Venezuela.

Entre quienes declararon ante la justicia argentina figura una mujer que reveló que fue víctima de abuso sexual a los 6 años de edad y luego a los 13 años, y que esa situación continuó. Cuando contaba 28 años de edad salió embarazada de Nicosia. Ella es hija de su violador.

“Cuando tenía 6 años me tocaba. Otra vez, cuando tenía 7 años, ya en Venezuela, me hizo creer que yo quería eso. Mi mamá decía que para estar con papá había que hacer lo que él dijera”, indicó.

Afirman que el gurú de yoga es padre de 15 hijos, pero solo uno de ellos lleva su apellido. Los demás tienen los de miembros de la secta, pues Nicosia cree que así no piensan que es el único que puede procrear.

El crimen en Caracas

A Zoraida Josefina Fernández la mató su pareja, Juan José Yáñez González, en el apartamento 17C, piso 17 del edificio Catuche de Parque Central, en Caracas, en medio de una discusión en la que ella le manifestó que se separarían. El hombre le pegó con un sartén en la cabeza y le fracturó el cráneo el 8 de junio de 1980. La mujer murió dos días después. Yáñez González y su hermano Ricardo la descuartizaron con una segueta para llevarla en una maleta al estacionamiento y de allí a una quinta en Club de Campo, en La Rosaleda, carretera Panamericana. En ese lugar terminaron de desmembrarla para poner los restos en seis bolsas y abandonarlos en la hacienda Los Báez, en Altos de Pipe.

Nicosia y otros miembros de la secta sabían de lo ocurrido a Fernández, que era fundadora de Inversiones Río de la Plata y luego figuró como administradora y secretaria. Fueron cómplices y encubrieron el hecho, y por eso los detuvieron.

El proceso

Tres años después del crimen, Nicosia, Horacio Carroza y María del Pilar Peñalver, amiga de Fernández, fueron absueltos. Habían  sido sentenciados por homicidio calificado en grado de complicidad, profanación de cadáver y encubrimiento. 

En principio, como sospechosos de la muerte de Fernández, fueron detenidos los directivos de la empresa Inversiones Río de la Plata. A los investigadores de la extinta PTJ les llamó la atención que los restos de la víctima fueron localizados a dos kilómetros de la vivienda alquilada por Nicosia en Club de Campo. Al allanar esa casa y el apartamento del piso 17 en el edificio Catuche los policías localizaron evidencias que permitieron ratificar la participación de los implicados.

La entonces juez XIX superior penal, Blanca Rosa Mármol de León, sentenció a Juan José Yáñez González, a 13 años de prisión por homicidio preterintencional y profanación de cadáver. Absolvió a Horacio Zaballa y a Ricardo Yáñez por el delito de homicidio voluntario como cómplices, pero no del delito de profanación de cadáver, que significaba 3 años de prisión. La entonces juez VIII de Instrucción, Ingrid Sifontes de Nieves, había dejado la averiguación abierta  a Nora Bernardez, concubina de Nicosia, y a Javier Chiodi, ambos argentinos, y al venezolano Sinesio de Jesús Coronado, ahora preso en Argentina.

El día del incidente en el apartamento de Parque Central, Nicosia y Peñalver habían viajado a Maracaibo para asistir a un sepelio y regresaron al día siguiente.

Recientemente la Interpol Argentina solicitó información sobre el caso a las autoridades venezolanas.


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