Cuando los detectives de la subdelegación del Cicpc de La Vega, que investigaban la desaparición de cuatro hombres, llegaron a la parte alta del sector Los Pinos, en el barrio San Miguel, hallaron los cadáveres de aquellos y la clave del caso, según el director de la policía judicial, Douglas Rico.

Detectaron que los implicados en este crimen se dedicaban a matar individuos, sepultarlos y luego de pasado un tiempo, cuando solo quedaban osamentas, procedían a venderlas a personas que practican ritos.

Rico, acompañado del subdirector Jhonny Salazar; Ildemar Soto, jefe de la Subdelegación de La Vega, y Mercy Bracho, secretaria general del organismo, explicó que funcionarios de La Vega comenzaron a investigar las denuncias sobre la desaparición de cuatro personas el 28 de febrero pasado. Durante la pesquisa detuvieron a un hombre que los condujo al barrio San Miguel y en la zona denominada La Cruz localizaron un cadáver semienterrado que pertenecía a uno de los desaparecidos. Más adelante, en la misma área, ubicaron los otros tres cuerpos.

Funcionarios del Cicpc de La Vega, con patólogos, antropólogos y odontólogos forenses del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses hicieron el trabajo de desenterrar los cuerpos y los odontólogos forenses hicieron la labor científica para la identificación de los cadáveres.

Las víctimas resultaron ser Jorvinson Josué Cisneros Meza, de 21 años de edad; Yorman Jesús Guerra Meza, de 27 años de edad; Luis Carlos Delgado, de 20 años de edad, y Pedro Antonio Barrios, de 25 años de edad. Dos de ellos provenían de Petare, uno de Antímano y el otro de Montalbán, y todos estaban presuntamente implicados en el homicidio de dos funcionarios de Polinacional que fueron ultimados a tiros en un sector de Antímano, unos días antes de que los supuestos autores desaparecieran.

La muerte de los funcionarios tuvo por objeto apoderarse de las dos pistolas que portaban y otras pertenencias, explicó el jefe policial. La averiguación condujo a los investigadores a determinar que la banda que cometió el cuádruple homicidio mataba a personas y las enterraba; transcurrido un tiempo, vendía las osamentas, en su mayoría cráneos, a quienes se dedican a practicar ritos con restos humanos.

Rico afirmó que al dar con la organización criminal se originó un enfrentamiento en el cual murió Juan José Morón Morales, apodado Piolín, y fue detenido Douglas Jesús Chiquito, de 19 años de edad. El jefe de los delincuentes, Eredick Juelvis Reverón, de 25 años de edad, alias el Fresa, otros dos de apellidos Colina Gómez y Edward, el Ovejo, lograron escapar del tiroteo.


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