José Gregorio Hernández
Foto: EFE

La ceremonia solemne de exhumación de los restos mortales del doctor José Gregorio Hernández, conocido como médico de los pobres y apóstol de la paz, se llevó a cabo en la mañana de este lunes 26 de octubre, en el Santuario Nuestra Señora de la Candelaria, en Caracas.

Se trata de un paso previo a la ceremonia de beatificación, que se espera sea llevada a cabo en abril de 2021, posiblemente el sábado antes del próximo Domingo de Resurrección.

“Se ha podido cumplir un requisito que exige la Congregación para las Causas de los Santos (…) Para mí fue un motivo de inmensa alegría. Es que la causa ha durado 71 años”, dijo a El Tiempo el monseñor Tulio Ramírez, obispo auxiliar de Caracas y quien, como vicepostulador de la causa de beatificación de José Gregorio Hernández, acompañó en la ceremonia al cardenal Baltazar Porras y a otras diez autoridades de la Arquidiócesis de Caracas.

Durante el acto, que calificó como “jurídico, religioso y litúrgico”, se juramentó a los médicos, antropólogos, forenses y patólogos que participarían en la exhumación, así como al tribunal, conformado por un sacerdote y dos notarios, que tiene la misión de narrar los acontecimientos posteriores a este evento.

Durante 45 años, los restos permanecieron en la mencionada iglesia caraqueña dentro de una pequeña urna de cemento, llamada “moisés”. Ahora se busca constatar que sea la misma osamenta que fue trasladada en 1975 hasta este lugar, desde el Cementerio General del Sur, de Caracas.

Deben coincidir con la misma osamenta que se sepultó allí hace 45 años”, explicó monseñor Ramírez.

Para ello, inmediatamente después del acto solemne, los restos fueron trasladados a un lugar en la misma parroquia que fue preparado por los mismos médicos para estudiar la osamenta.

“Tienen estimadas 72 horas para el estudio pormenorizado de cada una de las partículas de la osamenta de José Gregorio Hernández. (…) Presentarán un informe al tribunal y el tribunal hará una sesión de cierre de los actos de exhumación del Venerable”, informó el monseñor Ramírez.

Dicha sesión fue convocada para este sábado 31 de octubre, a las 10:00 am. En una próxima fase, el informe sería enviado a El Vaticano junto con una reliquia.

Después solo queda esperar la fecha precisa para la beatificación, la cual no se ha definido por la pandemia.

“Sería la ceremonia más solemne, pues se hace con el legado pontificio que envía el Papa Francisco para que presida actos de envergadura mayor, como es dar a conocer que se ha declarado definitivamente beato a José Gregorio Hernández”, detalló el monseñor Ramírez.

Este visto bueno de la Iglesia permitiría el culto público en Venezuela, mas no en el resto del mundo. Para ello, hace falta la canonización, algo que los impulsores de su causa también esperan.

El monseñor Ramírez explicó que la primera vía de conseguirla es que los venezolanos alrededor del mundo pidan a las conferencias episcopales de sus países de acogida que puedan celebrar el día que se proponga por la Santa Sede como Día de José Gregorio Hernández. La otra vía es con un nuevo milagro.

“Yo tengo confianza plena en Dios, nuestro señor, que se realizará un milagro. Se van a realizar varios milagros el mismo día de la beatificación, cosa que ocurrió también cuando se beatificó al papa Juan Pablo II”, dijo el monseñor Ramírez a este diario, al tiempo que aseguró que el Venerable acompaña a los peregrinos venezolanos que pasan por Colombia.

¿Quién fue José Gregorio Hernández?

La ceremonia de exhumación se llevó a cabo en el aniversario 156 de su nacimiento. De acuerdo con una breve biografía compartida por la Arquidiócesis de Caracas, José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en el seno de la familia de Benigno Hernández y Josefa Cisneros, en la localidad de Isnotú, en el estado occidental de Trujillo. Tuvo cinco hermanos.

Aunque quería ser abogado, su padre lo motivó a estudiar medicina. Se graduó en Caracas a los 23 años “con las mejores notas y los mayores honores”.

Luego fue enviado por el gobierno venezolano a estudiar en Francia y Alemania, de donde llevó a su país los mayores adelantos científicos y modernizó la medicina local. De hecho, a su retorno, se convirtió en profesor universitario, “incluso de sus propios profesores”, por ser el único que conocía el manejo de los nuevos instrumentos médicos.

Como médico, atendía a todos, con una caridad que la Arquidiócesis de Caracas describe como “inagotable”: “A los que no podían pagar los recibía, atendía gratis y hasta les daba dinero para que compraran la medicina. A todos los pacientes les aconsejaba y les hablaba de Dios. Eso lo hizo muy cercano a los enfermos”.

Ofreció a Dios su vida a cambio de la paz y el fin de la guerra. Un día después de la firma del tratado de paz en Versalles, el 29 de junio de 1919, aproximadamente a las 2:00 pm, fue atropellado por un carro en la zona de La Pastora, en Caracas. Poco después, murió a causa de un impacto que sufrió en la cabeza con el borde de una acera, tras trastabillar por el impacto y caer.

Fue declarado Venerable en 1986, por el entonces papa Juan Pablo II.

El primer milagro

En la ceremonia de exhumación celebrada este lunes en Caracas estuvo presente Yaxuri Solórzano, conocida como “la niña del milagro” que impulsó su beatificación.

“Fue un motivo también de alegría ver la inocencia de esa niña, el cariño de la niña dándole gracias al Señor con su mamá Carmencita, que se les aguaban los ojos al estar al lado de los restos de nuestro querido venerable”, relató el monseñor Tulio Ramírez.

El 10 de marzo de 2017, Solórzano, entonces de 10 años, recibió un disparo de escopeta con múltiples perdigones detrás de la oreja derecha. Viajaba en moto con su padre y unos delincuentes pretendieron robarlos. El hecho ocurrió cerca de donde vivían, en el estado Guárico, en los llanos venezolanos.

Desde el comienzo llamó la atención que, pese a que, según el parte médico, había tenido una “marcada pérdida de masa encefálica, de sangre y huesos”, la niña ingresara al primer centro de salud en el que estuvo –de varios que tuvo que visitar para ser operada, por falta de neurocirujanos–con una escala de conciencia estable.

Mientras era sometida a una operación de cráneo, un día después del accidente, su madre imploró a José Gregorio Hernández su intercesión ante Dios por la salud de su hija. Ella dice que sintió una mano sobre su hombro y una voz que le decía: “¡Todo saldrá bien!”.

Su recuperación fue satisfactoria. Transcurridos 20 días después de la intervención, le dieron de alta. A juicio del neurocirujano que la operó, el milagro comenzó a evidenciarse cuando a la semana de su egreso, la niña caminaba “sonriente y sin preocupaciones”. Se esperaba que, de sobrevivir, quedara con discapacidad motriz, lingüística, pérdida de memoria y visión. Nada de eso sucedió.

El monseñor Ramírez confirmó el 9 de enero de este año que el presunto milagro atribuido a la intercesión del Venerable había superado la prueba médica vaticana. Unos meses después, el 27 de abril, la consulta teológica en la Congregación para la Causa de los Santos ratificó lo extraordinario del hecho y la recta invocación por parte de la madre de Yaxury Solorzano. Finalmente, el 19 de junio, el papa Francisco hizo pública la decisión de aprobar y decretar la elevación del venerable a beato de la Iglesia.


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