A donde va Juan Guaidó se estremece la masa opositora venezolana, claramente mayoritaria, hastiada del régimen de Nicolás Maduro y vapuleada por la crisis de la economía y los servicios públicos.

Como aquel Henrique Capriles contendor de Hugo Chávez en el año 2012, Guaidó desata vítores y loas. Se le espera cuanto sea necesario, se lo abraza, se le grita. Sin duda, encarna la esperanza más grande de cambio político y, por ahora, la única alternativa.

Tres meses después de su juramentación como presidente encargado de Venezuela para empujar el regreso a la democracia, la irrupción del liderazgo de Juan Guaidó y la cohesión a favor del cambio que genera –especialmente en la comunidad internacional– es la más palpable de las ganancias que ha obtenido la oposición venezolana.

No es poca cosa, tomando en cuenta los años de atomización y liderazgo difuso de la dirigencia opositora, pero los venezolanos comienzan a evaluar los resultados de la carrera planteada por Guaidó y la Asamblea Nacional y se dan cuenta de lo obvio: el proceso de deponer el régimen chavista e iniciar la transición no será de un día para otro, a pesar, incluso, de catalizadores inesperados, como los apagones nacionales y la falta de agua potable. 

Ante el empeoramiento de la calidad de vida y lo que parece un atrincheramiento de Maduro en el palacio presidencial, los cuestionamientos afloran: ¿fracasó la presión para lograr el cese de la usurpación?, ¿acaso la oposición apostó todo solo al quiebre dentro de la Fuerza Armada? ¿Hasta dónde puede ayudar la comunidad internacional a empujar la transición? ¿Tiene la oposición un plan B?

Los análisis apuntan a que el proceso ha entrado en una nueva dinámica, más lenta, de reevaluación. “En estos tres meses hemos entrado en un nuevo ciclo de cambio político, un giro incierto, de momento, impredecible, que después de un gran furor está mostrando pérdida de potencia. En este momento, el ciudadano venezolano está comenzando a reajustar sus expectativas de cambio, y Guaidó también”, explica a El Tiempo el profesor y politólogo Luis Salamanca.

La razón principal del ajuste es que, no obstante la presión que se ha puesto sobre el régimen chavista con las sanciones económicas estadounidenses a su administración y la falta de reconocimiento de la comunidad internacional, Nicolás Maduro y la cúpula que lo acompaña en el gobierno han resistido más allá del tiempo que se consideraba “natural”.

«En este momento, el ciudadano venezolano está comenzando a reajustar sus expectativas de cambio, y Juan Guaidó también»

Esto ha convertido el posible desenlace de su partida en un juego de todo o nada que dificulta intensamente cualquier negociación política. “Sin embargo, es prematuro plantear que la estrategia opositora ha fracasado”, indica, por su parte, Guillermo Aveledo, politólogo y profesor de la Universidad Metropolitana de Caracas. 

“Ninguna estrategia fracasa hasta que se pueda comprobar completamente su ejecución, y en este caso no se puede decir que eso haya ocurrido. Hay presiones que no han podido desplegarse del todo, y todavía hay margen para reconfigurar el cese de la usurpación, el gobierno de transición y las elecciones libres, tanto en su orden como en cualidad”, dice Aveledo.

Ni la FAN ni Washington

El elemento que ha mostrado mayor resistencia, considerado además medular para impulsar el cambio, son las Fuerzas Armadas de Venezuela. 

A pesar de que más de 1.500 funcionarios militares escaparon de Venezuela para no servir más al régimen, aún no parece que el daño sea estructural en los mandos medios y altos de la cúpula militar. 

Además de la persecución dentro de la institución, con más de 400 militares detenidos y muchos de ellos torturados –hace menos de un mes, las esposas de los guardias que se «alzaron» el 22 de enero en Cotiza relataron públicamente los tratos crueles a los que han sido sometidos sus familiares–, Aveledo asegura que dentro de la Fuerza Armada “parece que existe un espíritu corporativo más fuerte de lo que se piensa y que parece desestimarse”.

Venezuela atraviesa una seria crisis social, económica y política que se expresa en escasez de comida, medicinas y elementos de aseo. FOTO: EFE

El analista considera que los contactos que la oposición asegura haber tenido con los militares no han sido suficientes. «O quizás no les han planteado el cambio político en términos que les interesen. Aquí, en Venezuela, hay una gran distancia entre el mundo civil y el mundo militar que no hemos zanjado”, afirma. Esto, no obstante la oferta de amnistía, la táctica de aproximación de Guaidó a los militares que decidieran retirar su apoyo al régimen. 

El activo más importante para la oposición luego de estos tres meses sigue siendo el apoyo de la comunidad internacional, traducido en el reconocimiento a la presidencia de Guaidó (en doble vía con la ilegitimidad del gobierno de Maduro) y las sanciones económicas a sus principales funcionarios de gobierno, a Pdvsa, la empresa estatal petrolera, y, ahora, al Banco Central de Venezuela.

Sin embargo, Aveledo advierte que se ha diluido en estas semanas el poder disuasivo de Washington. “En efecto, su apoyo es muy significativo, pero también ha tenido sus vaivenes. Decir que ya está listo, que tiene todas las opciones sobre la mesa y luego retirar algunas de esas opciones no ha sido del todo satisfactorio para la opción del cambio”, agrega. 

Otros actores más cercanos a la estrategia opositora destacan que la salida de Maduro pasa “necesariamente” por discusiones entre Estados Unidos y Europa de un lado, y Rusia y China del otro, los cuales estarían velando por años de inversiones en Venezuela.

Las protestas en Venezuela son «el pan de cada día» en ese país agobiado por una profunda crisis económica y por la falta de medicamentos y comida. FOTO: EFE

«Aquí, en Venezuela, hay una gran distancia entre el mundo civil y el mundo militar que no hemos zanjado»

En ese ajedrez internacional, el apoyo de Cuba al chavismo es esencial. “Cuba no es un actor con intereses, es un actor propio en la dinámica política venezolana”, ratifica Aveledo.

Entendiendo eso, Washington procedió esta semana a reflotar el endurecimiento de su política de embargo hacia la isla, hecho que ha debilitado su ya golpeada economía.

Mientras tanto, Maduro resiste, aunque Aveledo destaca que esa estrategia implica un profundo desgaste: “Porque toda resistencia es entrópica: gastas más recursos de los que tienes apenas para mantenerte, no para mejorar tu situación”. 

En ese tablero, Salamanca destaca que “la oposición no tenía una verdadera estrategia»: «Y esta le llegó por arte de magia con la irrupción sorpresiva de Guaidó, y ahora está en capacidad de aguantar en un conflicto más largo gracias a él. Yo no veo a Guaidó desinflándose ni liquidado. Todavía hay jugadas que se pueden hacer, y creo que el proceso está en pleno desarrollo. El ciclo no se ha cerrado”.


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