“Nuestra situación es difícil, tenemos que sacar fuerzas todos los días para continuar. Ir a la Fiscalía, ir a tribunales, hablar con los abogados, es duro. No hay un manual para esto. Hay días en los que necesitamos que nos apoyen para seguir”, afirma Kenia Márquez, hermana de José Alejandro Márquez, uno de los asesinados durante las protestas en contra del régimen en 2014.

Junto a Kenia se encuentra la otra hermana de Márquez, Nancy, ambas conversan con el equipo de El Nacional Web.  Muestran serenidad y hablan con claridad. Sin embargo, lloran al recordar la sonrisa de José Alejandro.

“Nuestro núcleo familiar es el que nos ayuda a seguir adelante y tenemos la esperanza de que el país también surgirá”, agrega Nancy Márquez.

José Alejandro Márquez murió el 23 de febrero de 2014, tras haber estado en coma desde que fue golpeado por seis funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) el 19 del mismo mes. Esto ocurrió una semana después de la marcha opositora del Día de la Juventud y de la represión del régimen.

La víctima, de 45 años de edad, grababa la protesta y trancas que ocurrían en la esquina Candilitos de la Candelaria, en plena avenida Urdaneta. Los efectivos se encontraban en el lugar y, al percatarse de que Márquez filmaba, lo persiguieron y lo atacaron.

“Todavía nuestros padres están devastados, nuestra madre todos los días lo llora. Cada vez que cae un joven mi mamá rememora lo ocurrido con nuestro hermano. Ella se acuerda cuando nos llamaron, cuando tuvimos que ir al Hospital Vargas y todo lo que pasó después de eso. Todas esas familias viven el terror que vivimos nosotros”, detalla Kenia Márquez.

Estas hermanas cuentan que ese miércoles un vecino fue a buscar a José Alejandro para que bajara en horas de la noche. Johanna Aguirre, su esposa, le dijo que no fuera. Él aseguró que volvería en un momento. Una hora después, le dijeron que Márquez había sido detenido y luego se enteró que había sido llevado al hospital.

Su salud se descompensó cada vez más, los golpes en la cabeza lo deterioraron mucho. Fue trasladado al Centro Médico San Bernardino, donde permaneció en coma hasta su muerte, cinco días después.

“Gracias al Ministerio Publico fue que se ratificó que mi hermano había sido asesinado. Se hicieron varias exhumaciones donde se determinó las causas de su muerte. Hasta allí el proceso estuvo bien, el problema es cuando el caso llegó a tribunales. Desde entonces, el caso está paralizado, casi olvidado”, denuncia Kenia Márquez.

Luis José Amaya, Luis Lionel Reyes González y Jorby Alexander Peñaloza son tres de los responsables imputados por el Ministerio Público. No obstante, las hermanas explicaron que ellos están en libertad, debido a que la juez del Tribunal 27º de Control de Caracas les otorgó una medida cautelar que los obliga a presentarse a tribunales y ser supervisados por sus superiores.

El cuarto de los GNB agresores es un testigo protegido. Los últimos dos se dieron a la fuga tras lo ocurrido, uno fue capturado luego y está privado de libertad en la cárcel El Rodeo II; el otro no ha sido encontrado.

“La GNB no representa al pueblo, sino a unos dictadores. Obviamente hay un trabajo fuerte que hacer para cambiarla, porque me han demostrado que si esos funcionarios salen de sus cargos son capaces de delinquir”, opina Nancy Márquez.

Un ingeniero encantador

José Alejandro Márquez nació en 1969. El egresado del Instituto Universitario de Tecnología Industrial Rafael Loero Arismendi (Iutirla) decidió que la Ingeniería en Sistema era lo suyo. Se graduó en esta carrera y la ejerció con gusto.

“Mi hermano era un empecinado, un hombre de carácter, jovial y encantador. Se iba para Alemania dos semanas después de ese 19 de febrero. Él iba a hacer su vida allá con su esposa. Había pagado su curso para aprender el idioma junto con un amigo”, recuerda Kenia Márquez.

Nancy Márquez rememora con nostalgia el ánimo de José Alejandro. Destaca que una de sus pasiones era Venezuela y el cambio que esperaba para el país. “No hay cosa que le diera más satisfacción a mi hermano que votar. Ese mismo cariño por la patria lo tenemos todos en la casa”, añade.

A ese hombre moreno de cabeza rapada y mirada vivaz le gustaba sonreír. La energía que tenía la drenaba al jugar Airsoft, un deporte que consiste en la simulación de combate. Los jugadores usan indumentaria militar y réplicas de armas que disparan pequeñas bolas biodegradables.

El entonces presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, usó las fotos de José Alejandro cuando jugaba en esta disciplina para asegurar que fue contratado y entrenado para atentar contra el régimen.

Las acusaciones sin fundamento de Cabello solo quedaron como calumnias hacia José Alejandro y sus familiares, quienes rechazan las acciones del actual miembro de la constituyente fraudulenta.

“¿Cómo vamos a aceptar una elección en estas circunstancias?”

Después de todo lo que les ha pasado, Kenia y Nancy consideran que participar en las elecciones regionales solo contribuirá con el régimen y no ayudará a conseguir un cambio positivo en el país.

“Venezuela no se va a quedar tranquila porque algún dirigente lo quiera. No debemos ir a unas elecciones regionales, debido a que están cuestionadas por su falta de legitimidad. Si hablamos de que todo es ilegal, cómo vamos a aceptar unos comicios en esas circunstancias”, manifiesta Nancy Márquez.

Sectores opositores consideran que es mejor participar en los comicios y no darle la oportunidad al oficialismo de tomar las gobernaciones sin contrincantes en los centros. Sobre esta postura, Nancy replica: “Para ciertos políticos, es una posición válida; pero solo desde el punto de vista de ellos. Para nosotros, las elecciones son un evento para acallar la opinión pública internacional y decirles: ‘Ahí tienen lo que querían”.


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