Un nuevo proceso de negociación entre el régimen de Nicolás Maduro y el gobierno interino de Juan Guaidó pudiera dar resultados favorables si cuenta con la mediación de la Unión Europea, Estados Unidos, Rusia y China, aseguran analistas.

El 16 de mayo se hicieron públicos los acercamientos que se llevaban a cabo entre ambas partes del conflicto venezolano en Oslo, Noruega. El Ministerios de Asuntos Exteriores del país europeo confirmó que ha mantenido contactos preliminares con representantes políticos de Maduro y Guaidó, “en una fase exploratoria, con el objetivo de apoyar la búsqueda de una solución” a la situación de Venezuela.

El portal Infobae afirma que por el oficialismo estuvieron presentes el ministro Jorge Rodríguez y el gobernador de Miranda, Héctor Rodríguez, mientras que por la oposición acudieron Fernando Martínez Mottola, ex ministro de Carlos Andrés Pérez; el ex alcalde Gerardo Blyde y el segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional, Stalin González.

Williams Dávila, miembro de la Comisión de Política Exterior del Parlamento, dijo el jueves, en entrevista con Unión Radio, que próximamente representantes de ambas partes viajarían de nuevo a Oslo para reunirse con autoridades de esa nación. 

El consultor político Jesús Seguías, presidente de la encuestadora Datincorp, asegura que la determinación de la comunidad internacional de exigir un cambio democrático inmediato “pone en jaque cualquier intento de Maduro de utilizar las negociaciones para seguir ganando tiempo en su terca decisión de imponer un proyecto que ha arruinado el país”.

A su juicio, si las grandes potencias actuaran como garantes de los acuerdos que allí se puedan alcanzar, los resultados serían favorables. De lo contrario, “el fracaso está a la vista”.

“Sin la vigilancia de los cuatro grandes, Maduro seguirá intentando ‘comprar tiempo’, mientras que los opositores insistirán en el todo o nada, por lo que el juego estaría trancado”, señala.

El politólogo Daniel Arias afirma que solo se llegará a un acuerdo si China y Rusia obligan a las Fuerzas Armadas venezolanas a pedir la renuncia del gobernante chavista y a salvaguardar sus intereses comerciales. De no darse esta situación, no vislumbra una posible salida a la crisis debido a la incompatibilidad de las posiciones políticas y al temor a morir en la cárcel, que considera es “la principal preocupación de la dirigencia del Partido Socialista Unido de Venezuela”.

“Nadie en el PSUV cree que no va a ser objetivo de persecución nacional e internacional, habiendo perdido el poder político y sin protección de pasaporte diplomático. Es muy difícil que se acuerde por escrito un perdón o amnistía para crímenes de lesa humanidad o narcotráfico, por donde se afincarían los enemigos políticos del chavismo”, explica.

¿Qué queda ahora?

Seguías indica que la negociación es el único camino que le queda a Maduro, pese al gran poder de coacción interno que aún conserva, en vista de que su régimen “no tiene futuro tal como está concebido, ni tiene salvavidas internacionales confiables”.

Considera que las  presiones dentro de la FANB, el aislamiento internacional, la crisis económica, política, emocional de seguridad y servicio público, el desmoronamiento del aparato del poder y el desamparo de millones de chavistas “son poderosas razones para negociar urgente”.

Arias sostiene que al presidente interino le queda esperar que las sanciones que ha impuesto Estados Unidos y la crisis económica “hagan reflexionar a la FANB y a los alcaldes, gobernadores y ministros del PSUV del coste político de una implosión personal y del coste personal de una intervención militar estadounidense”.


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