Laureano Márquez, politólogo y comediante, publicó un mensaje a modo de oración en vísperas de este Jueves Santo en el que expone la crisis en el país y realiza su petición a la divinidad cristiana.

Con siete frases al inicio de cada plegaria, Márquez aborda tres temas: el gobierno, la esperanza de los ciudadanos en que se solvente la crisis y la necesidad de democracia y libertad en el país.

A continuación el texto, que fue publicado en la cuenta de Instagram del comediante:

LAS SIETE PALABRAS

«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»… no lo saben, no alcanzan a imaginar las dimensiones de su daño y eso es ignorancia; que nunca el odio nos guíe, ni la venganza.
«Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso»… el paraíso del ciudadano es la libertad, la justicia y la democracia. Sé, Padre, que veremos ese paraíso, construido con cada acción de esperanza que brota de nuestros corazones y con la bondadosa inteligencia de nuestra juventud.

«Mujer ahí tienes a tu hijo»…transitando las calles de Venezuela, recibiendo azotes, crucificado cada día por los centuriones de las lacrimógenas. Siéntete orgullosa, madre, de este tu hijo, porque de las ideas que tú sembraste en él, del amor en que le formaste, de la libertad con que se alimentó en tu vientre, habrá de nacer la nueva Venezuela.

«Dios mío, Dios mío, «¿por qué me has abandonado?» …. Señor: a veces me invade la angustia de que esta pesadilla no tiene final, de que el malvado se sale con la suya, pero recibimos de ti maravillosos dones, entiendo que no nos has abandonado nunca. El trabajo tuyo ya lo hiciste -y maravillosamente bien-: ayúdame a ser tu aliado para amasarme a mi mismo como un hombre nuevo, creador también, a tu imagen, de la patria que sueño.

«Tengo sed»… y tanta, Padre. Tengo sed de democracia y libertad. Tengo sed de inteligencia, trabajo y honestidad como valores. Tengo sed de vida, de seguridad, de justicia social. Tengo sed de esperanza y de futuro.

«Todo esta consumado»…la maldad en nuestra tierra se consumó más allá de los límites que podíamos imaginar, nos han pretendido destruir moralmente, pero sé que las reservas de bondad e inteligencia son nuestra verdadera riqueza. Hemos descendido a los infiernos, pero estoy convencido de que resucitaremos.

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»… cada día en Venezuela, Padre, es una apuesta a la vida. Encomiendo en tus manos mi espíritu, para que sea de libertad y justicia. En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu, para que aprenda bien esta dura lección y me conduzca por llanos bondadosos, playas de transparencia, montañas de abundancia y caudalosos ríos de justicia y libertad.
 


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