“En la coyuntura actual es difícil imaginar una intervención militar”, señaló John Polga-Hecimovich, profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Academia Naval de  Estados Unidos y analista interesado en las instituciones políticas y la gobernabilidad y estabilidad democrática de América Latina.

“Las voces en el gobierno de Donald Trump que apoyan una estrategia intervencionista en Venezuela son pocas. Más bien hay un consenso relativamente amplio entre los políticos y sus asesores de que una intervención militar podría incurrir en costos significativos para Estados Unidos en términos de vidas humanas, dinero y apoyo electoral para el presidente”, indicó.

Afirmó que dada la situación desesperante en Venezuela y la supervivencia de Nicolás Maduro en la presidencia, es entendible que muchos venezolanos esperen una intervención armada para liberar el país al estilo de Panamá en 1989: “Las posibilidades para una maniobra así son mínimas. El Grupo de Lima reiteró la semana pasada que no apoya ninguna intervención militar en Venezuela y los países vecinos se han opuesto a esta estrategia”.

Explicó que una intervención armada podría empeorar la situación ya crítica que viven los venezolanos. “Esto se debe al hecho de que cualquier intervención militar suele ser más costosa en realidad que en teoría y en parte porque la reconstrucción después de una intervención extranjera es un esfuerzo largo y agotador. Mientras tiene la posibilidad de mejorar la situación, también podría resultar en la anarquía”, observó.

Detalló que en una hipotética invasión Estados Unidos podría desplegar sus fuerzas militares en un ataque de precisión o una invasión a gran escala: “Cualquiera de las dos opciones probablemente sacaría exitosamente del poder a Maduro; el problema, sin embargo, es lo que implica para el día después”.

Polga-Hecimovich aseguró que Venezuela es el país de las Américas con peor institucionalidad, Estado de Derecho y abuso de la fuerza, debido a la presencia de guerrilleros, paramilitares y bandas criminales.

“Debido a la débil institucionalidad, el país requeriría un proyecto sostenido de fortalecimiento institucional para lograr la estabilidad. Esto sugiere que cualquier intervención militar probablemente termine con una ocupación prolongada. La situación de Venezuela es grave, pero cualquier plan para sacar a Maduro tiene que considerar lo que viene después”, destacó.

Advirtió que los acontecimientos del 30 de abril “muestran que hay divisiones en el círculo de Maduro y que existen espacios de negociación”.

Indicó que la crisis no es solo internacional, sino que la solución política y económica requiere implicar a otros países. “El hecho de que Rusia y Estados Unidos estén hablando significa que los dos están dispuestos a considerar soluciones diplomáticas”, dijo.

 


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