El reto de las personas afro y LGBTIQ+ en Venezuela
Foto: Ramses Romero

Ser personas afro en Venezuela resulta difícil, pero ser afros y también ser lesbianas, gais, bisexuales, transexuales o queers, LGBTIQ+, supone un desafío que muchos enfrentan en un país donde los derechos humanos están vulnerados. Ante esa realidad, un grupo de jóvenes creó la campaña Afroqueer Venezuela, con la que insisten en educar a una sociedad que tiene el racismo y la homofobia internalizados. El objetivo final: lograr verdaderos espacios de inclusión, de igualdad, de derechos y de respeto.

“Tratamos de convertir todo en algo positivo y decidimos hacer una campaña para visibilizar nuestras realidades, pero, a la vez, mostrar nuestras raíces con orgullo y educar porque sí hay una homofobia y un racismo internalizado y muchas personas no se dan cuenta de esto hasta que enfrentan situaciones en las que hay un trato diferente por su color de piel”, dijo a El Nacional Jeffrey Rodríguez, uno de los fundadores del movimiento.

Indicó que el cambio quieren iniciarlo dentro de la misma comunidad sexodiversa porque hay espacios donde la perspectiva afro no llega y no se toma en cuenta al momento de hacer actividades. Incluso en lugares LGBTIQ+ en Caracas las personas negras o morenas deben asistir mejor vestidas que las de piel blanca y, en algunos casos, son víctimas de actos discriminatorios y degradantes.

William Montero, Luis Palumbo, Carli | Capturas de video / Afroqueer Venezuela / @fertmolina

Sería ideal, afirmó Rodríguez, que la iniciativa llegue hasta las políticas públicas, pero por los momentos evaluarán el impacto de la campaña y, en caso de que los resultados sigan siendo positivos, crearán más contenidos para las redes sociales y así captar la atención de más gente. El video con el que lanzaron la campaña supera hasta ahora las 53.000 reproducciones en Instagram, una receptividad que no esperaban.

No pueden ser antiderechos

El activista manifestó que los grupos LGBTIQ+ deben encontrar, entre sus diferencias, intereses en común y avanzar hacia el mismo objetivo. Señaló los puntos que, para él, no tienen discusión: el derecho a la identidad, a la dignidad y a la vida.

“Son esos puentes los que buscamos reforzar para tener un aspecto mucho más amplio de incidencia. Tratamos de abordar diferentes espacios de la ciudad y las diferentes luchas; hay frentes a los que apoyamos porque debemos tener en cuenta que las organizaciones LGBTI no pueden ser antiderechos. No puedo por un lado defender un derecho y por otro lado negar otro”, expresó.

“Somos un grupo bastante diverso y por eso tenemos diferentes discursos y raíces. Es por eso que tratamos de buscar un punto en común, que se ha logrado con las actividades que hemos hecho y que se van a realizar durante todo el mes de junio. Ese fraccionamiento que había anteriormente se está tratando de superar con activismo nuevo. Ha habido un cambio positivo”, agregó.

Discriminación por estética, su sentencia

Rodríguez contó que la discriminación en su contra, más que por su sexualidad o por su color de piel, se debe a su apariencia: un hombre de 29 años de edad que lleva dreadlocks, ropa holgada, tatuajes y piercings. Eso, precisamente, lo ha asumido como una sentencia porque en ocasiones le ha generado conflictos con la policía. No porque haya incurrido en delito o hecho algo irregular, sino solo por cómo luce.

Explicó que la campaña también habla de no reforzar los estereotipos.

El reto de las personas afro y LGBTIQ+ en Venezuela
Foto: Ramses Romero / El Nacional

No por tener rastas tengo que tener marihuana o un arma conmigo, o vivir en una zona rodeada de inseguridad. No digo que los estereotipos sean malos porque hay personas que cumplen con ellos, pero es erróneo guiarse con respecto a cómo es una persona según un estereotipo. Trato de hacer un equilibro porque soy abogado y eso genera un choque cuando las personas me ven, cuando tengo que expresarme, cuando tengo que estar en un espacio donde debo ser más profesional”, contó.

“Me han querido sembrar drogas y armas”

Sus malas experiencias las ha tenido con policías, que han intentado sembrarle drogas y armas de fuego, aseguró. “Siempre tengo una actitud bastante calmada porque esa es mi personalidad, pero creo que se ensañan un poco, al principio, por mi apariencia y luego de que ven que soy abogado como que se ensañan más porque dicen ‘este bicho no nos va a joder”, manifestó.

Ser abogado le ha permitido conocer sus derechos y la ley. Y aunque esos procedimientos irregulares no han pasado a mayores, admite que los oficiales hacen “lo que les da la gana” porque forman parte del poder y los civiles, por lo tanto, quedan en cierto nivel de vulnerabilidad.

“Tienes las de perder. Entonces me mantengo calmado porque eso me permite generar cierta comunicación con los funcionarios que, si andan de malas, no los hago ponerse peor, y si andan de buenas, trato de que hagan su trabajo de la mejor manera posible y sin ningún inconveniente”, aseguró.

“Soy una inmigrante en mi país”

Yoki Alejandra Mata Nuñez es una mujer trans. Comenzó en el activismo el año pasado para exigir sus derechos. En Venezuela no se le permite cambiar su identidad y se siente una inmigrante en su propio país porque no tiene un documento que la represente, que señale su nombre elegido y no el que le asignaron.

“No tengo derecho a la identidad, soy una inmigrante en mi país. Soy una mujer que ha sufrido de racismo. Mi pelo está desrizado es por ello. Es también parte de empoderarte y de deconstruir. Tomar esto que es tuyo, que viene en tus venas, la negritud, y combinarlo con ser trans en una minoría es un superpoder, más allá de que no lo sea”, afirmó.

Para Mata, una modelo alternativa de 20 años de edad, Afroqueer Venezuela es una campaña increíble porque cada persona que participa tiene un mensaje distinto y se visibiliza una sociedad diferente.

El reto de las personas afro y LGBTIQ+ en Venezuela
Foto: Ramses Romero / El Nacional

“Demuestras que ser negro o indígena o simplemente una persona no está mal. Y el ser trans va más allá de tu sexualidad. Creas tu propio ser, demuestras y enseñas en esta sociedad que tiene mucho atraso, y eso realmente es muy triste porque Venezuela tiene mucho que dar y ser una portavoz de esto es muy importante”, expresó.

Considera que la sociedad venezolana es muy tradicional y que eso debe romperse para que se pueda notar lo multicultural del país.

“He recibido amenazas”

Mata aseguró que ha recibido amenazas con armas de fuego en su entorno familiar, además de maltratos físicos y psicológicos.

“Intento dar lo mejor de mí. Siempre estoy buscando la manera de abrir su panorama, pero mi familia es muy tradicional y me ha costado muchísimo. Entonces, en este momento de mi vida, los ignoro completamente porque es algo que ya no depende de mí, sino de ellos. He estado para enseñarles y educarles, pero no se han dado la oportunidad ni siquiera para conocerme”, lamentó.

La activista admitió que su transición no ha sido fácil porque es un proceso que debe hacerlo en cada aspecto de su vida, en lo familiar, en lo social y en lo médico, para ser quien quiere ser. Aseguró que el rechazo que ha sufrido le ha afectado en la búsqueda de oportunidades, pero, destacó, se ha vuelto más fuerte ante esas situaciones.

“Vives el rechazo todos los días. Aunque tengas una familia muy afectiva sabes que en la calle puede venir cualquier loco a hacerte algo y no tienes a alguien que te proteja; y eso realmente es muy triste porque somos seres humanos”, manifestó.

“El racismo está muy normalizado”

Genaro Andrés tiene 27 años de edad, es músico y pertenece al Sistema de Orquestas y Coros Juveniles de Venezuela. Para él, la importancia de Afroqueer Venezuela radica en que se visibiliza un problema que está muy normalizado en el país: el racismo. Tanto a nivel social como dentro de la comunidad LGBTIQ+ y reconocerlo, aseguró, es el primer paso para solucionarlo.

El reto de las personas afro y LGBTIQ+ en Venezuela
Foto: Ramsés Romero / El Nacional

“Así como normalizamos las cosas que están mal tenemos que normalizar la lucha, que tenemos que seguir luchando hasta que tengamos derechos. Tenemos que seguir luchando hasta que se nos escuche, se nos vea y se nos reconozca. Mucha gente da por sentado que la lucha por las minorías se sabe, pero no, se tiene que hablar. Campañas como estas son necesarias para la gente. Tenemos que ver qué país le queremos dejar a la generación que viene y qué estamos dispuestos a hacer por el país que tenemos en este momento”, manifestó.

“No saben cuáles son nuestras necesidades”

El 17 de mayo pasado, el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, la Embajada de Países Bajos, con apoyo de la Alcaldía de Chacao y de la organización País Plural, pintó un tramo de la ciclovía de La Castellana con los colores que representan a las personas LGBTIQ+. Esa acción, tan simple, generó controversia. Por días en las redes sociales se generaron intensos debates, y rudas críticas, por un hecho que supone un avance, aunque ligero, en el mensaje de inclusión que se quiere enviar.

Yuri Cortéz / AFP

“El activismo es la educación, a mucha gente le causa rechazo el tema de la ciclovía, que tengamos una bandera o que nos llamemos un colectivo con letras porque realmente no saben qué significa nuestra bandera, no saben qué significan cada una de nuestras siglas. Mucho menos saben cuáles son nuestros problemas y nuestras necesidades. Por eso, al hablar de ello, lo hacen desde el rechazo, porque no lo conocen”, expuso.

La base de la homofobia o el racismo es la ignorancia, afirmó. Y agregó que cuando se intenta llevar un mensaje se pretende educar a las personas, no solo a los discriminados sino a quienes están discriminando, incluso sin darse cuenta. Lo fundamental, dijo, es que se puedan construir puentes, lograr alianzas y llegar a las personas víctimas para que salgan adelante, viéndose representadas en la campaña.

“Pasé 25 años rapándome el cabello”

Genaro señaló que, como persona racializada, aprendió a conocerse y a reconciliarse con sus raíces afros. Comparte su experiencia con Esteban Palacios, un joven modelo y fotógrafo de 25 años de edad, quien también reconoció que se trata de un proceso de aceptación que transmiten a una sociedad que critica sus rasgos físicos, sus colores de piel, sus cabellos y hasta sus sexualidades.

Foto: Federico PARRA / AFP

“Fui una persona que pasó 25 años rapándose el cabello porque lo asociaba con ser higiénico. Y entender que mi cabello también tiene derecho a crecer, a la vida, a cuidarse, es complejo. Y a veces todavía se lo tengo que explicar a mis familiares, en mi trabajo; te toca explicar tu raza, por qué tu cabello no es liso, por qué tu color de piel no es blanco. Agota un poco, pero como mi objetivo siempre es enseñar lo haré las veces que sean necesarias para validar que mi color es tan importante como el de los demás, que mi cabello es tan válido como el de los demás”, afirmó Genaro.

“Esto estará conmigo siempre”

Esteban Palacios entendió que su cabello no es antihigiénico y que sus rasgos y su color de piel no representan maldad, oscuridad ni esclavitud. Fue difícil, admitió, aceptarse. Pero se trata de trabajarlo y de rodearse de personas que tengan las mismas características y cultura, y con las que pueda sentirse protegido.

Para los activistas de Afroqueer Venezuela -que se están formando en Prisma, un diplomado de activismo y liderazgo de la organización País Plural- es importante que la gente que atraviesa esas situaciones sepa que no está sola.

“Esto va a estar conmigo siempre. Nacemos distintos, con nuestros rasgos, nuestro color de piel, que identifica nuestra esencia, y es difícil que a ti te quieran arrancar eso casi de raíz, que es lo que te representa. No me considero una mala persona simplemente por ser negro, por tener un cabello distinto, por querer mostrarme de otra forma. Desde el valor, el cariño y respeto propio se gana y se da muchísimo”, manifestó.

El reto de las personas afro y LGBTIQ+ en Venezuela
Foto: Ramsés Romero / El Nacional

Al igual que Genaro, el joven fotógrafo dijo que aún debe explicar su cultura y su imagen, y que se aceptó, se valora y se respeta así, como es, en cualquier entorno donde esté. “No ha sido fácil que las personas entiendan que yo no me siento mal por verme así, que no estoy buscando aprobación absoluta del mundo, que solo necesito que me respeten como persona”, expresó.

“Mi cabello no limita mis capacidades”

La introspección, indicó Palacios, comienza cuando la persona siente que no pertenece a ningún sitio y se pregunta qué está haciendo mal porque, al principio, no entiende las miradas despectivas o por qué su aspecto y su cultura no le permiten desarrollarse de forma libre en cualquier momento de la vida.

Mi cabello no limita mis capacidades. Ese fue mi mensaje para la campaña y en Venezuela se ve muchísimo eso de que ‘no te puedo dar el trabajo porque tienes dreadlocks, porque eres negro con rasgos muy fuertes, porque tu imagen no va con la empresa’. Es negarte oportunidades para que te desarrolles como persona”, dijo.

“No necesito mejorar mi raza”

Gioconda López se describe como una persona negra no binaria y aseguró que, a sus 22 años de edad, ha recibido mucha discriminación por su género.

“Afroqueer, además de que se creó entre amigos, fue conectar muchas historias, darnos cuenta de que todas son diferentes, de que no estoy sola y de que he sufrido la misma discriminación por mi identidad y por mi raza. Me encantó que, al ir formando todo esto, me di cuenta de que ‘no necesito mejorar mi raza’, la frase que usé para la campaña, mucha gente la comentó. Ser la voz de mucha gente me parece increíble”, expresó.

“Es la idiosincrasia del venezolano. Toda la vida ha sido ‘tienes que estar con un blanquito porque tienes que mejorar la raza’. También he percibido que para las personas negras, las personas morenas, siempre es hay retraso, los demás siempre lo ven como que ‘no tengas esa amistad porque es negro, es malandro, es pobre’, ‘no te juntes con la morenita esa porque, aparte, es como machorra’. Es como que eso (ser negro) no significara nada”, agregó.

El reto de las personas afro y LGBTIQ+ en Venezuela
Foto: Ramsés Romero / El Nacional

“De pequeña, cuando era morena”. Se interrumpió y rectificó: “soy morena”.

“Se metían conmigo por negrita y gordita. Era altísima, tenía facciones andróginas. Se metían conmigo porque pensaban que era hombre y porque soy no binario. Yo quería jugar a la cocina y también con los Max Steel, pero no podía porque los Max Steel eran para niños y las cocinas para niñas”, recordó.

Tuvo que comenzar a adaptarse, comentó, y aceptó su cabello. Ahora, expresó, lo ama.

“Me alisaba el cabello porque el estereotipo era ese, y si no tenía el cabello liso no iba a tener a nadie conmigo. Entonces eran closets, por mi identidad y porque físicamente tenía que verme como blanca. Mi mamá nunca me dijo cómo debía verme. ‘Si tú quieres vestirte de esta forma y eres feliz así, hazlo’. Pero en mi casa mi mamá me criaba así, ¿y en la calle cómo iba a hacer? No tenía a mi mamá. En la calle la gente me decía que no iba a dejar de ser negra. Era un choque porque ¿qué tengo de malo?”, expuso.

“Me querían quitar lo lesbiana”

Gioconda recordó que hace cuatro años la acosaban sexualmente en un trabajo.

“Era la menor de la cocina, mujer, y había gente mayor que yo. Yo tenía 18 años y había gente que tenía 40. Y cuando se enteraron de que era lesbiana, se empeñaron. Creo que era más que todo por un tema de machismo, ‘bueno, yo soy un macho y te quiero quitar lo lesbiana’. Siempre era esa guerra de quién me iba a quitar lo lesbiana”, aseguró.

Federico PARRA / AFP

Yoki Mata también contó que en la calle recibe acoso, mayormente de hombres, y afirmó que no se trata de odio, sino de morbo porque la ven como una figura sexual. “Aparte de que la mujer está sexualizada, la mujer trans está hipersexualizada. Entonces te encasillan en que tienes que verte femenina para ser mujer y aquí es donde entramos en que hay que romper el concepto social y familiar del género”, sostuvo.

“Quiero salir y estar tranquila”

Reconocemos que la gente blanca no tiene nada de malo, y que ellos tampoco tienen nada en contra de nosotros; y eso también pasa entre personas negras, que dicen ‘los blanquitos’, ‘este catirito’. Pero ¿qué tienen de malo? Así como tú naciste negro, él nació blanco. Pasa dentro de la misma comunidad LGBTIQ+ y es cuestión de educarnos, al igual que las personas blancas, hacer una retroalimentación y reconocernos, no crear acuerdos, porque los mismos derechos que tienes tú los quiero tener yo: quiero salir a la calle y que no me estén diciendo ‘mi negra’ ni ‘cachapera’ ni ‘transfor’. Entonces todos los insultos por mi identidad de género están adjuntados a que soy negra. Quiero salir y estar tranquila”, expresó.

El momento de incluir a los excluidos

Los activistas esperan en el Mes del Orgullo captar la atención de muchas personas, pero no se trata solo de junio, sino de un trabajo, así lo reconocen, que tomará años.

El reto de las personas afro y LGBTIQ+ en Venezuela
William Montero, Luis Palumbo, Carli | Capturas de video / Afroqueer Venezuela / @fertmolina

Rodríguez afirmó que tratan de incluir a todas las personas que durante mucho tiempo se han sentido excluidas. Se han apropiado de su discursos, de sus cuerpos y tratan de sentirse libres en la manera en cómo se perciben a sí mismos, en cómo abordan la sexualidad y sus raíces. Eso, cree el abogado, generará el cambio último con respecto al activismo porque se están incorporando movimientos sociales que anteriormente no habían tenido espacios.

“Es el momento de que veamos que todos tenemos las mismas oportunidades y capacidades de desempeñarnos en cualquier ámbito. Es el momento correcto para lanzar ese mensaje, de que estamos aquí, de que nosotros existimos, de que podemos hacerlo bien y de que nos pueden dar la oportunidad de pertenecer”, dijo Palacios.

“Si esto nos está pasando a todos nosotros, le está pasando a muchísima gente. Y, de verdad, no es la misma experiencia ser marico en Venezuela que ser negro y marico en Venezuela. No es igual y poder hablar de ello es el primer paso para reconocer y sanar. Estamos apenas en la etapa del reconocimiento, de darle voces a gente nueva, de escucharnos, de plantear esta situación que no se reconoce porque no hay una identidad de raza que nos incluya. Y estamos aquí diciendo que somos parte de la ecuación y que merecemos también un puesto digno como las demás personas”, añadió Genaro.

Venezuela, un país sin cifras

En semanas pasadas se viralizó el caso de una pareja homosexual que recibía amenazas de sus  vecinos, en una localidad de Caracas. Algunos en las redes sociales pusieron en duda ese testimonio y alegaron que, basados en su experiencia, nunca han presenciado hechos de violencia de esa categoría contra personas LGBTIQ+ en el país. Y, en este punto, Yoki Mata afirmó que la homofobia es real y que hay muchas más historias que no se han contado o que han sufrido censura.

La periodista Gabriela Buada, directora de Caleidoscopio Humano, recordó a El Nacional que desde hace años las autoridades de Venezuela no publican cifras, y menos de las agresiones que sufren las personas LGBTIQ+.

El reto de las personas afro y LGBTIQ+ en Venezuela
Foto: Yuri Cortez / AFP

La organización, indicó Buada, detectó que desde 2019 se han profundizado las agresiones, no solo físicas sino psicológicas. Incluso en relación con los derechos laborales, alimenticios, económicos, sociales, culturales y ambientales.

“La falta de información ha profundizado la discriminación y la estignatización contra este grupo de personas, sobre todo de las personas trans, cómo se les ha ridiculizado. Esto da cuenta de estas terribles agresiones, tanto físicas como verbales, que pueden recibir las personas de la comunidad LGBTIQ+, y allí entra también el papel del Estado. Tenemos un Estado patriarcal y machista, que además no legisla. No le interesan los derechos de las personas LGBTIQ+, tenemos una profundización del irrespeto, de las agresiones y de la ausencia de derecho”, aseguró.

Siete mujeres trans asesinadas en 2021

Yendri Velásquez, director de la organización Somos, indicó a esta redacción que el año pasado se registraron en el país 21 casos de crímenes de odio, 7 de ellos contra mujeres trans. Además, se documentaron 49 casos de incidentes de odio, principalmente discriminación, y 11 discursos de odio desde espacios del poder público.

Somos no ha hecho un registro profundo de las agresiones que se han cometido en 2022 en la comunidad LGBTIQ+. Pero Velásquez, sin embargo, expuso que entre enero y febrero se registraron cinco casos de crímenes de odio.

“Los crímenes de odio no tienen solo la intención de dañar a la víctima en sí, sino que, además, tienen una intención extra: enviar un mensaje a los grupos o personas que compartan rasgos o características similares. En este caso, a otras personas LGBTIQ+, y es un mensaje que hoy nos hace temer por nuestra vida”, concluyó.

@Luisdejesus_


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!