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Fotografía del 23 de septiembre de 2023 donde se observan militares durante un operativo de seguridad en el centro penitenciario Tocorón | EFE

Pese a que una serie de operativos realizados este año presuntamente desarticularon a las bandas que dirigían las principales cárceles del país, el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) alertó que no se puede dar por terminada la historia del pranato en Venezuela hasta que el Estado de información sobre el paradero de los líderes negativos que estaban al frente de dichas prisiones.

En su informe Historia del Pranato en Venezuela, presentado el miércoles 27 de diciembre, el OVP recordó que la figura de los pranes de las cárceles en Venezuela surgió con el consentimiento del Estado, quienes incluso propiciaron y permitieron su desarrollo.

La investigación destacó que el gobierno, a través del Ministerio Penitenciario, permitió que los pranes se consolidaran en las diferentes prisiones venezolanas a cambio de mantener dentro de los recintos una presunta paz. Sin embargo, con el pasar de los años la situación se salió del control y los líderes negativos interpusieron sus propias normas y reglas, al extremo que la figura de los directores era solo un formalismo.

Estas cárceles, en las que básicamente no había presencia del Estado, se convirtieron en centros de operaciones criminales desde las que se organizaban robos, secuestros, extorsiones, estafas, tráfico de armas y de drogas, trata de personas, prostitución, asesinatos e incluso minería ilegal.

Las prisiones, además, se volvieron centros recreativos en donde los presos tenían acceso a piscinas, discotecas, restaurantes, centros hípicos, estudios musicales y hasta entidades bancarias donde los presos podían depositar las llamadas causas, un pago mensual destinado a los pranes y que permitía a los reclusos acceder a ciertas comodidades dentro de la prisión.

Con estos pagos, los pranes generaron ganancias de hasta un millón de dólares al año y 98.000 dólares al mes, lo que les permitió asegurar aún más su posición y fortalecer sus estructuras criminales.

Estos líderes negativos surgieron ante la vista de los exministros Jesse Chacón, Pedro Carreño Escobar, Ramón Rodríguez Chacín, Tareck El Aissami e Iris Varela, siendo los dos últimos los períodos en los que se consolidó el pranato en el país.

«A partir de septiembre del año 2008, el pranato evolucionó rápidamente por el nombramiento de Tareck El Aissami como ministro del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Interiores y Justicia (2008-2012)», señaló el informe del OVP.

Previo a la creación del Ministerio para Asuntos Penitenciarios, los temas carcelarios eran tratados en el Ministerio de Interior y Justicia.

La investigación reveló que durante la gestión de El Aissami, ahora investigado por el desfalco millonario a Pdvsa, «se otorgaron voluntades en la práctica penitenciaria que antes no existían, como cambios en los horarios de visitas, que desnaturalizaron las prisiones».

«En su gestión se observó como familiares comenzaron a pernoctar en las cárceles, y si antes llevaban bolsas de comida y ropa limpia para el privado de libertad, ahora ingresaban maletas para mudarse», precisó el documento.

Asimismo, fue durante la estancia de El Aissami en el Ministerio de Asuntos Penitenciarios que «se normalizó la celebración de fiestas de larga duración, en las que participaban personas externas, y consumían alcohol y drogas, que empezaron a fluir libremente, lo que derivó en la entrada irregular de bienes y servicios, que contribuyó en la creación de una economía próspera dentro de los recintos penitenciarios que evolucionó hasta la actualidad».

Desde la instauración del pranato en Venezuela hace 20 años, el OVP destacó que la opacidad de información ha sido una política de Estado característica, que influyó desde el inicio en las cifras de fallecidos y heridos por violencia intra-carcelaria exacerbada, al no ser informados oportunamente.

«Lamentablemente, lo que se conoce del pranato en nuestro país es solo la punta de un iceberg, porque erigir estos imperios criminales no es algo que se hace en poco tiempo, y tampoco puede pasar desapercibido por las autoridades, y menos de la máxima autoridad del ministerio», destaca el informe.

Si bien las autoridades afirmaron que tras las intervenciones realizadas este año se daban por desarticuladas estas estructuras criminales, el OVP aseguró que todos los pranes de los centros penitenciarios se evadieron con antelación de los recintos. La mayoría fue visto abandonar las respectivas cárceles en carros, sacar algunos animales y prender fuego a muchas de sus pertenencias.

Entre los pranes de los cuales se desconoce su paradero actualmente se encuentran: Héctor Rusthnford Guerrero Flores, alias Niño Guerrero, (Centro Penitenciario de Aragua -Tocorón); Néstor Richard Sequeras Campos, alias Richardi, (Internado judicial de Carabobo -Tocuyito); Luis Manuel yegue Mendoza, alias Pata e queso, (Internado Judicial José Antonio Anzoátegui -Puente Ayala); Pedro González Mata, alias El rapidito, y José Jefferson Clavijo Rosendo (Internado judicial de Monagas -La Pica); Wilkins Rafael Roomero Maluenga, alias el Wilkins, Geovanny Alejandro Navas Ochoa, alias Pan y Edicson Gonzáles, alias Chichí (Internado Judicial Ciudad Bolívar -Vista Hermosa); Álvaro Enrique Montilla Briceño, alias el Loro (Internado judicial de Trujillo); Fredy Barboza, alias el charro, (Internado Judicial de Yaracuy -La Cuarta).

 


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