cambios de conducta
Foto: Cortesía

La migración forzada provoca una serie de consecuencias que afectan emocionalmente a los niños que son dejados en Venezuela a cargo de otros familiares que no son sus padres. Estos pequeños no entienden las razones por las que sus progenitores salieron del país, lo que les lleva a sufrir miedo, inseguridad y angustia, que se ve reflejado en cambios de conducta.

Debido a que los padres no se van por su propia voluntad, sino que son expulsados por la necesidad, el hambre y la falta de condiciones, el momento de la separación con sus hijos es un episodio traumático. Así lo explicó a La Prensa de Lara la sociólogo y coordinadora regional de la organización Transparencia Venezuela, Yonaide Sánchez.

Al menos 839.059 niños quedaron en manos de abuelos y otros familiares desde el 2020, de acuerdo con datos de Cecodap. De esa cantidad, la mayoría son menores con edades comprendidas entre tres y siete años.

María González, quien es psicólogo, señaló que estos niños que se quedan sufren cambios de conducta y hasta bajo rendimiento escolar porque se enfrentan a un duelo migratorio.

Cecodap estima que 78% de los niños que se quedan en el país porque sus padres migraron presentan alguna afectación en la salud mental, pues son una generación aquejada por la ausencia y el abandono.

Dulce Meléndez, miembro de la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación, indicó que una de las consecuencias que genera la ausencia de los padres en los pequeños es el ausentismo escolar, pues los niños no se sienten motivados para ir a clases y por lo general no cuentan con una figura de autoridades que les oriente sobre la importancia de la educación.

Cambios de conducta

Gerardo Pastrán, director del Proyecto Juvenil Misionero, aseguró que en los niños o adolescentes «hay cambios en la conducta, se sienten solos y pueden llegar a sentir depresión».

Resaltó que es muy importante buscar asesoría psicológica para los menores de edad y familiares porque esos cambios de conducta pueden llevar a peores acciones, como el consumo de drogas o la venta.

La desesperanza es otro factor que agobia al familiar que se queda a cargo, pero también al niño o adolescente, porque ellos se sienten abandonados y también huérfanos, entonces ninguno de los dos puede controlar sus emociones y ahí es donde vienen los cambios de conducta, explicó Pastrán.

Instó a las escuelas y liceos a estar atentos de esos cambios de comportamientos o conductas, porque muchos se sienten desorientados y los docentes o cualquier otra persona que forme parte de la institución educativa puede ser el primer filtro para detectarlo.


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