Moisés Naím:
Foto EFE

Como siempre, Moisés Naím parece estar en mil cosas a la vez. Recientemente lanzó un nuevo libro –Lo que nos está pasando: 121 ideas para escudriñar el siglo XXI– que consiste, según explica, en “una combinación de mis columnas tratando de explicar el mundo de hoy”. Un ejercicio que reconoce como “complejo”, pero que a la vez, dice, “es lo que me tiene ocupado”. Pronto, para promocionarlo, el académico, escritor y columnista venezolano -uno de los más influyentes de Hispanoamérica- se embarcará en una gira por varios países.

Pero no es la academia ni la escritura, lo que más le preocupa hoy. Sus ojos miran seguido a su país natal, que hoy está ad portas de una nueva elección que podría consolidar el poder de Nicolás Maduro, del cual siempre ha sido un furibundo opositor.

La entrevista comienza con el tema del momento: el caso del militar venezolano disidente Ronald Ojeda, refugiado en Chile y cuyos restos fueron encontrados en una barriada marginal de Santiago 10 días después de haber sido secuestrado en su casa por un grupo de hombres disfrazados de agentes de la PDI (Policía de Investigaciones de Chile).

Desde que Ojeda fue secuestrado, la oposición a Maduro alertó sobre una posible intervención del gobierno en el caso. ¿Es algo que haya pasado antes?

Es normal en el régimen venezolano, el régimen ruso, el régimen de Corea del Norte, de Nicaragua, de China. Todos estos regímenes actúan internacionalmente de manera velada para secuestrar, a veces asesinar, a los opositores políticos. Venezuela simplemente está poniendo su nombre junto a los regímenes más oprobiosos de estos tiempos. Es una de las técnicas preferidas de los regímenes de la URSS. Bulgaria inventó la técnica del paraguas con veneno, con el que clavaban a un opositor. Ahora hay nuevas formas. A Navalni lo envenenaron con algo radiactivo. Es parte de una larga historia. Hoy la gran tristeza es que América Latina había superado, junto con las dictaduras, este tipo de cosas. Pero el continente está permitiendo que Venezuela se comporte activamente como una tiranía sacada de la URSS del siglo XX.

Moisés Naím. Foto: Moisés Naím

Usted ha hablado de la influencia cubana en Venezuela, en temas de seguridad, inteligencia, militares. ¿Qué tan influyente es?

Los cubanos son indispensables para Venezuela. Y Venezuela es indispensable para los cubanos. Aun en los peores momentos de Venezuela, siempre ha tenido preferencia para ayudar a la isla. En concreto, Venezuela es un país ocupado por una potencia extranjera, que es Cuba. Y esta la controla en muchos aspectos neurálgicos: la economía, la inteligencia, la política, las finanzas, los negocios. Venezuela está simplemente capturada, manipulada y utilizada por Cuba, que está haciendo lo que los estados que ocupan a otros Estados normalmente hacen: saquear.

Ha dicho que el Estado venezolano es un narcoestado. ¿Qué determina esta definición?

En el pasado, el crimen organizado estaba fuera del gobierno. Y utilizaba métodos de presión o seducción a los gobiernos. Ahora, en Venezuela y otras partes, el crimen organizado es el gobierno. Los grandes carteles que operan en Venezuela son controlados por este. Por ejemplo, se puso de moda un cartel de narcos muy importante que es el Cartel de los Soles. Y se llama de los soles por las charreteras que llevan los militares sobre los hombros. En concreto, trabajan para beneficio del régimen de Maduro, del mismo Maduro y sus familiares y de sus militares.

Siguiendo esta línea, ¿puede ser el crimen organizado una forma de actuar internacionalmente para un narcoestado?

Es correcto. El crimen organizado se ha transformado, desde el gobierno, en una herramienta. Dentro de las opciones que el gobierno venezolano tiene para operar internacionalmente están las técnicas, tácticas y organizaciones típicas del crimen organizado y de las mafias.

El teniente venezolano Ronald Ojeda Moreno habría sido secuestrado en Chile. Foto: Archivo particular

Entonces, ¿usted cree factible que el Estado venezolano pueda secuestrar a alguien fuera de su país?

No solo es factible, es la manera en como se ha estado comportando la dictadura venezolana. Ahora, como mínimo, hay que confiar en el sistema de justicia chileno. Confío en la independencia, autonomía y justicia de los tribunales que verán esto. La dictadura y la diplomacia venezolanas se comporta de una manera extraterritorial. Trata de imponer sus modos de decisiones y formas de actuar de una manera que va más allá de lo permitido por la ley.

En ese punto, ¿cómo debiera actuar el gobierno chileno ante una situación así?

Como actúan las democracias. El gobierno chileno debe hacer lo que dice la ley. Y hay leyes que rigen este tipo de situaciones. A lo que dicen las cortes hay que añadir la protección de los derechos civiles, políticos, humanos de las personas perseguidas por las dictaduras que tienen estas conductas extraterritoriales.

Hace poco Chile firmó un convenio de cooperación policial con Venezuela. Esta semana, al respecto, un medio venezolano dijo que la inteligencia venezolana se aprovechó de eso, en el marco del caso Ojeda. ¿Cómo evalúa este tipo de acuerdos?

Se pueden lograr acuerdos, siempre y cuando uno recuerde que quien tiene al otro lado de la mesa negociando forma parte de las organizaciones criminales que hoy manejan a Venezuela. Hay que tener claro que, usualmente, del otro lado no está sentada Blancanieves, sino que está sentada gente que participa activamente del modo de vida y el modo de operar del crimen organizado a nivel mundial.

Pese a todas las denuncias, Nicolás Maduro probablemente gane las próximas elecciones y siga en el poder…

Sorprende la sorpresa. Se trata de una dictadura. Y comenzó siendo una dictadura. Ahora se trata de lavar y blanquear el régimen de Hugo Chávez, pero él comenzó con esto. Ciertamente Venezuela es una dictadura y ese debate no debería existir. Lo que pasa hoy, en el marco de las elecciones, es más de lo mismo. No es la primera vez que ocurre. Maduro coquetea con la idea de elecciones, las pone como cebo a la oposición, crea reuniones en lugares exóticos y resulta que al final todo era un truco para ganar tiempo para la dictadura, para distraer de otros problemas que hay, para abrirse espacio y hacer cosas que no se hacen en democracia. Son dictadores, no se van a dejar sacar por elecciones.

Una columna reciente del Americas Quarterly dice que Maduro ya dejó de fingir, pero que falta que el mundo deje de hacerlo. ¿Qué opina?

Sobre la comunidad internacional, fuera de unas sanciones mal diseñadas, y peor implementadas por parte de Estados Unidos, no ha pasado mucho más. Hay sanciones individuales, que son las que más duelen, donde hay una recompensa para la entrega de Nicolás Maduro. Sin embargo, Estados Unidos y el Departamento de Justicia ponen precio, pero otra parte del gobierno americano deja libre a uno de los más importantes testaferros de Maduro, el señor Saab, que es el principal agente financiero, el gerente de la enorme fortuna de la dictadura.

Nicolás Maduro. Foto: AFP / Sergei Gapon

¿Qué puede o debe hacer la comunidad latinoamericana?

Hay cosas, aunque ninguna es una varita mágica. Debiera, por ejemplo, levantar su voz en torno a la tortura sistemática. Decir claramente que este es un gobierno que tortura, ante los ojos de la comunidad latinoamericana y el mundo. Se podría hacer algo en términos de aumentar la presión a personas con nombre y apellido.

¿Cómo observa el panorama mundial? 2024 estará lleno de elecciones y conflictos…

Van a ocurrir cosas importantísimas. Les doy una importancia enorme a las elecciones presidenciales de Estados Unidos a final de año. Todo parece indicar que, a pesar de sus problemas legales, Trump será el candidato republicano. Y no sabemos qué va a pasar con Biden, sobre el que hay una gran y justificada preocupación por los síntomas de su avanzada edad. En el mundo pasa de todo. Está la guerra entre Rusia y Ucrania, entre Israel y Hamás, las tensiones entre China y Taiwán. Hay una larga lista de puntos de atención y emergencia, que tienen consecuencias importantes y naturaleza global. También están los impactos del cambio climático que estamos viendo. La irrupción de la IA y sus consecuencias muy positivas, pero a la vez peligrosas. Pero nada será más importante que las elecciones de Estados Unidos, porque si gana Donald Trump habrá un retroceso de la democracia de Estados Unidos en todas las áreas.

¿Dónde ubica a Javier Milei en el mapa democrático? ¿Qué opina de su gobierno?

Él es un fundamentalista libertario que va a descubrir como gobernante que hay cosas que no se pueden hacer como él quisiera, y que depende de alianzas. Tendrá que conversar con grupos de los que ha denostado, a los que ha insultado. Es una característica del siglo XXI: los países que logren que dos grupos que se detestan trabajen juntos van a tener éxito y crecerán. Los que se trancan con la polarización y no son capaces de lograr alianzas van a tener un desempeño más pobre.


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