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Foto Archivo

Para evitar brotes de fiebre amarilla es necesario que en el país haya una cobertura de vacunación mayor a 95%, afirma el médico internista José Félix Oletta. Advirtió que actualmente no hay programas de control de vectores necesarios para detectar y prevenir la enfermedad.

El experto señaló que la vacuna se debe administrar a cualquier persona de entre 2 y 59 años de edad que no haya recibido la dosis. Las personas con prioridad son aquellas que viven en zonas de riesgo como los estados Monagas, Bolívar, Sucre, Delta Amacuro o Anzoátegui, dijo. Se sabe que hay campañas de vacunación en esas entidades, pero la cobertura es insuficiente.

“Ninguno de esos estados tiene protección adecuada de cobertura. La cobertura debe ser mayor a 95%. Bolívar tiene 79%, Monagas tiene 78% y Anzoátegui tiene 77%. Delta Amacuro también está bajo, con un porcentaje de vacunación de 65%”, indicó.

La semana pasada la Organización Panamericana de la Salud (OPS) confirmó un brote de fiebre amarilla con siete personas enfermas en el país. El primer caso notificado corresponde a una adolescente de 16 años de edad con antecedente vacunal que sufrió un aborto al momento de la detección. De los otros seis casos, cinco son hombres con un rango de edad de entre 24 y 82 años, todos sin vacuna.

La recomendación del doctor Oletta es la vacunación. La dosis es completamente segura y altamente eficaz y se puede aplicar un mes después de haber recibido cualquier otra vacuna, como la del covid-19.

Los únicos que no se deben vacunar son aquellos que ya lo hicieron. Desde 2013 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que todas las personas inmunizadas no necesitan de una segunda vacuna o una dosis de refuerzo.

“Los mayores de 60 años deben ser eximidos de la vacuna porque pueden ocurrir respuestas del organismo muy intensas. También los menores de un año y personas que tengan reacción a la proteína del huevo porque la vacuna se desarrolla en embriones de pollo y pueden desarrollar una reacción alérgica a la dosis”, explicó.

Retraso y falta de programas de control

Oletta señaló que además de los programas de vacunación, en el país se deben reactivar los programas de control de vectores para prevenir y detectar los brotes del virus.

“No existen programas de control de vectores ni para zika, chikungunya, ni dengue ni fiebre amarilla. Eso es esencial para prevenir la transmisión del virus y no se está haciendo. Esto debe hacerse en conjunto con el programa de vacunación. La revisión tiene que ser continua. Venezuela no dejará de ser una zona endémica de fiebre amarilla porque están dadas las condiciones ecológicas para que esto ocurra: hay vectores y hay huéspedes”, explicó.

Asimismo, denunció el retraso por parte de las autoridades para emitir una alerta sobre el brote de fiebre amarilla actual. El foco de infección se detectó en la localidad Carapal, parroquia rural del sur del municipio Maturín, entre el 19 y el 25 de septiembre. Han pasado aproximadamente dos semanas y todavía no hay una alerta epidemiológica oficial.

“Hay un retraso comunicacional. Las personas que están expuestas no conocen el riesgo y cómo protegerse. Tampoco se han informado sobre los programas de vacunación”, señaló Oletta.

El virus en Venezuela

Esta situación de retraso en la información y en la alerta no es nueva en el país. En 2019 se confirmó un caso de fiebre amarilla en Kamarata, Parque Nacional Canaima, estado Bolívar. La enfermedad la contrajo un indígena de la etnia pemón, que fue el primer caso de fiebre amarilla en Venezuela tras 14 años sin confirmarse ningún brote.

Las autoridades sanitarias denunciaron entonces la respuesta tardía del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel (Inhrr), que demoró 47 días entre la toma de la muestra y dar el reporte oficial del caso. El tiempo estipulado para brindar el reporte, una vez recibida la muestra, debe ser de 48 horas.

Ese año, explica Oletta, se determinó que 3 millones de personas necesitaban vacunarse contra el virus de la fiebre amarilla. En 2020 la OPS envió a Venezuela 4,7 millones de vacunas para combatir la enfermedad. Sin embargo, se desconoce cuántas personas lograron vacunarse y cómo se distribuyeron las dosis, dijo el especialista.

Antes de eso la última notificación de casos se dio en 2005, cuando se detectaron 12 enfermos de fiebre amarilla en una zona rural del estado Portuguesa. El Instituto de Investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad del Zulia realizó un estudio al respecto en 2008. En el texto determinó que durante 2003, 2004 y 2005 en Venezuela se investigaron 2.570 posibles casos, de los cuales se confirmaron 60 de fiebre amarilla. Este fue el último gran brote en el país, indicó Oletta.

“En ese momento hubo un programa de vacunación intenso donde se vacunó a 19 millones de personas. Se realizó un programa de cobertura bastante amplio y ahí se logró combatir el virus. Pero con el tiempo el programa no alcanzó las coberturas adecuadas y se han acumulado casos”, denunció.

¿Qué países piden la vacuna?

Ante el anuncio de los casos de fiebre amarilla, República Dominicana señaló que pedirá a los venezolanos el certificado de vacunación contra el virus para dejarlos entrar.

Otros países que piden la vacuna contra la fiebre amarilla, de acuerdo con la agencia de viajes Avianca, son Aruba, Belice, Brasil, Bolivia, Colombia, Guyana, Paraguay, Perú, Costa Rica, Cuba, El Salvador y Honduras.

Naciones de África también piden a los viajeros estar vacunados. Entre ellos Angola, Benin, Burkina Faso, Botswana, Burundi, Costa de Marfil, Etiopía, Kenia, Lesotho, Liberia, Madagascar, Malawi, Mozambique; Namibia, República Democrática del Congo, República de Guinea, Rwanda, Seychelles, Suráfrica, Swazilandia, Tanzania, Togo, Uganda, Yibuti, Zambia, Zimbabwe.

En Asia la piden China, Filipinas, la India, Indonesia, Malasia, Singapur y Tailandia.

En cuanto a los países europeos, a principios de 2021 el medio La Voz de América dijo que se estaba evaluando la posibilidad de pedir un certificado de vacunación contra la fiebre amarilla. La medida se sigue estudiando.


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